Capítulo 2: Maldita bocazas

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Cuando conseguí reaccionar salí casi corriendo tras ella, quien, solo cuando estuvo al lado de lo que supuse que era su coche, se paró a mirarme.

―Yo...lo siento. ―Mira que durante el camino al hotel me había preparado mentalmente mi discurso de disculpa, pero claro, eso era antes de tenerla delante de una forma tan repentina. De todas las personas que podrían haber aparecido para ayudarme.― Iba a llamarte pero.

―Sube, anda, hablamos dentro. ―Me cortó y sin más se montó en el asiento del conductor.

Suspiré. Aunque seguía usando el mismo tono de voz amable, sentía que estaba molesta. Y era normal. Seguí sus indicaciones y un olor a nuevo me invadió, no me gustaba cómo olía, pero debía admitir que el coche era una maravilla. Todo relucía y parecía ser caro. Muy caro de hecho. Tenía gracia que todo lo que rodeaba a aquella chica tuviera la palabra lujo escrito en grande teniendo en cuenta a lo que se dedicaba.

―Relájate, no te voy a morder. O bueno, eso has decidido en el último momento. ―Solo ella se rio con aquella broma. A mí solo me puso aún más nerviosa.― Quiero decir, no me gusta venir pensando que voy a ganar dinero y acabar perdiéndolo pero.

―¡Lo siento, de verdad! ―Ahora era yo la que la había interrumpido a ella.

Creo que era la primera vez desde que nos habíamos cruzado que estaba manteniéndole la mirada, quería que me viera segura y que así no se enfadara tanto conmigo. La sonrisa que me dedicó hizo que me calmara, aunque fuera un poco.

―Te he dicho que tranquila, no pasa nada. No eres la primera que se arrepiente en el último momento, y seguro que no serás la última.

―Es que...no sé en qué estaba pensando para llamar a esa empresa. No te ofendas, pero me parece horrible ese tipo de negocio. Así que había venido para disculparme en persona contigo y cancelarlo, pero me entró miedo de enfrentarte. Pero iba a llamar, de verdad, solo que aparecieron esos chicos y bueno.

¿Ves Moonbyul? No era tan difícil, solo tenías que hacer eso desde el principio. Hablar. Me sentía mejor tras haberme explicado, por su expresión no parecía enfadada, de hecho, me seguía mirando con dulzura. Sentía que me había quitado un gran peso de encima.

Me sentía rara dándole mi dirección a una persona que acababa de conocer, y más sabiendo que era una prostituta. Pero había algo en ella que me transmitía confianza, lo cual es un poco absurdo. Había mostrado ser tanto intimidante como muy amable, se había esforzado porque me sintiera tranquila a su lado. En el fondo me daba pena no volverla a ver.

―¿Por qué llamaste? ―Preguntó de pronto parándose frente a un semáforo en rojo. Tardé unos segundos en darme cuenta de a lo que se refería.

―Bueno...es un poco vergonzoso de explicar. ―Puede que me diera confianza, pero, ¿contarle a una completa extraña algo que no había hablado con nadie? Entonces caí en que, quién mejor que una desconocida, no la volvería a ver, qué importaba lo que pensara de mí.― Digamos que siento que no encajo con las chicas de mi instituto. Solo hablan de chicos con los que se han liado o se liarían y a mí...bueno, no me interesa eso, los chicos digo. Que tampoco he besado nunca a una chica así que no estoy segura de si de verdad me gustan o me estoy inventando cosas, pero. No sé, siento que algo raro pasa conmigo y nunca le he contado esto a nadie y sobre todo, me siento...sola.

Vaya, sonaba muy diferente escucharlo en mi cabeza que saliendo de mi boca. Había estado todo el rato observando mis manos, intentando transformar mis pensamientos en palabras con mucha dificultad. Cuando levanté la vista me di cuenta de que ya habíamos llegado a mi casa. Eso me hizo sentir un poco triste, ahora que por fin le había contado a alguien un poco de lo que me pasaba, no quería marcharme tan pronto. Lo cual es estúpido, no podía esperar que una chica que acababa de conocer me diera la solución de mi vida en tan solo un segundo.

You're my doom [MOONSUN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora