Capítulo 3: Madre

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Subaru pasó a estar molesto casi por cualquier cosa como de costumbre. Pero la razón era que no pudo cumplir el deseo de su madre y de por sí, ahora esa chica desconocida era un problema más. Por dos días, le dejaba comida como si fuera una prisionera, pero nunca se atrevió a hablarle de forma civilizada. Se portaba muy destructivo y no se tomaba la molestia de poder preguntarle su nombre siquiera. Christa seguía pidiendole a Subaru que la matara, pero obviamente él no podía y usaba de pretexto a sí mismo y a su hermana. Era ya como si a la pobre mujer no le diera gusto que su hija también sea madre. Subaru le explicaba que Drianna no hacía tal atrocidad ni tenía planeado hacerlo con el pequeño Hikaru. Sin embargo, Christa tuvo el mayor pretexto de que ella tuvo a su hijo porque quería, en cambio, Subaru no, e incluso tenía planeado pedirle a Drianna o mismo. Todo eso provocó una gran pelea entre madre e hijo. Ya cuando la pelea terminó, Subaru estaba bajado con pasos pesados y entonces volteó a ver a la chica rubia. -Espero no haberte despertado con todos esos gritos.-

-No me extraña que un hombre maltrate a una mujer, ya noté que no soy la única a quien tienes prisionera aqui, maldito.- dijo la chica con cierto sarcasmo. Esas palabras molestaron demasiado a Subaru, quien tomó la lllave y abrió la puerta para entrar a la celda, acto seguido, la volvió a tomar del cuello. -¡Tú no sabes nada! Esa mujer es mi madre y si está aqui, es porque necesito protegerla... Pero está pasando por cosas demasiado difíciles. Cosas que tal vez tu no entiendas ¡No juzgues antes de hablar!-

-¡Agh!... S-Sueltame... Por supuesto... que lo sé...- dijo ella tratatando de zafarse del vampiro. De nuevo, Subaru le mordió el cuello para alimentarse de ella, pero hizo el esfuerzo de hacerlo con mucha delicadeza, haciendolo de forma demasiado lenta. La chica gimió de mucho dolor y sacó lágrimas de miedo y tristeza profunda. Subaru al terminar, le lamió el cuello para poder limpiar lo que sobraba de sangre, la soltó y después la miró a los ojos. Sus ojos eran como dos zafiros brillantes muy hermosos y aún más por aquellas lágrimas. Notó que en su rostro habían unos pocos golpes, los cuales obviamente no eran hermosos en ella. Notó en ella un aire inocente corrompido. Entonces lo supo, ella era como su madre. -¿Qué te hace pensar que lo sabes?...-

-Yo lo sé... El maltrato, la esclavitud sexual... desde que soy una niña, no conozco nada más que hombres malos que nos usan, nos golpean, nos tratan como simples muñecas que se pueden tirar a la basura.-

Subaru abrió los ojos como platos al escucharla. No sabía nada de ella, pero aún así, esos datos fueron suficientes para saber que ella si comprendía el dolor de Christa. Entonces al vampiro se le ocurrió una idea, por lo que le tomó las muñecas fuertemente a la chica y la levantó. -¡Hey! ¡Sueltame!- gritó ela pero Subaru no le hizo caso y la subió hasta lo más alto de la torre, donde se encontraba su madre. Christa se encontraba mirando a la ventana hasta que volteó al oir el grito de la chica y Subaru abrió la puerta de la celda. -Hijo... ¿Quién es ella?-

-Una chica que me encontré, necesita compañía y creo que eres la más indicada para eso madre.- dijo Subaru. No sólo iba a dejarla ahí por eso, también porque pensó que así se iría ganando la confianza de la chica. La rubia miró a Christa y se puso un poco triste al verla. La mujer caminó a ellos y le acaricio el cabello a la chica. -¿Cómo te llamas querida?-

-Astrid...- respondió. Subaru pensó que ese era un hermoso nombre, de hecho, encontraba a la chica demasiado bella.

-Astrid, portate bien por favor. Mi madre te hará una muy buena compañía, así que ya no estás sola.- después de hablar, el vampiro se marchó. Por alguna extraña razón, sabía que Astrid no le haría daño a Christa, por lo que su decisión fue hacerla sentir bien por lo menos. En la celda de la torre más alta, Astrid simplemente lloraba y era consolada por Christa. Le contó su horrible pasado como si fuera su propia madre, buscando desahogarse y ser consolada. Christa la abrazaba y le acariciaba el cabello, incluso se lo trenzaba con tal de que no llorara, pues ver a una chica así le causaba demasiado dolor. En muy poco tiempo, Astrid y Christa se llevaron bien.

-Ese chico... Es muy malo... Es una bestia.- dijo Astrid con una voz temblorosa. Christa siguió trenzandole el pelo en signo de que se calmara y que todo estaba bien. Entonces al oirla, le acarició la mejilla. -Subaru no es malo... Es un buen niño, estoy segura de que no hace daño. Él no es como su padre. Solo no ha sido capaz de matarme por más que se lo he pedido. No lo hace... Ni siquiera quiere que mi hija lo haga. La vida no nos trató bien a ambas, pero tu eres joven y aún puedes recuperarte. Es demasiado tarde para mi.-

Afraid of the Beautiful Beast (Diabolik Fanfics de Romance) Vol.4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora