Capítulo 4: Pérdida

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Continuaban pasando los pocos días y Astrid apenas se estaba acostumbrando a su encierro con Christa, ya que ella era una mujer tan dulce y linda. Sin embargo, Subaru cada que iba con ellas, sacaba a Astrid de esa celda y la llevaba a la primera en la que estuvo la primera vez para así discutir con su madre el mismo tema de simpre. Christa de repente se encontraba perdida en sus pensamientos mientras miraba a la pobre chica y la rubia le contaba su horrible pasado, el cual era una horrenda pesadilla, hasta Christa llegó a pensar que lo que le pasó a Astrid es de un nivel mucho más alto de loq ue le pasó a ella misma, pero eso no quitaba que estaba verdaderamente traumada. Con aquellos días acompañada de esa hermosa extraña, Christa empezó a sentir muchas cosas: primero pensaba que ya había hecho bastante daño a su hijo, lo cal era bastante imperdonable porque de verdad lo quería y que Astrid no era tan diferente ni a ella misma ni a Subaru. Fue entonces cuando empezó a pensar en lo que haría Subaru cuando ella dejara este mundo, no quería que ni él ni su hija sufriera, pero en especial Subaru, porque Drianna ya era feliz. Tal vez su última voluntad sería relacionada al amor que Subaru aún no descubría.

Una noche nublada, Subaru fue de forma habitual a la torre, encerró a Astrid en la celda del primer piso y le dejó comida para luego volver a subir y tratar de conevncer a su madre de que dejara esa idea de que le matara. -Madre... ya tuve suficiente. Cada que me pides que te mate, mi vida es un infierno, porque no puedo concederte tu deseo...-

-Eres un buen niño por eso y por eso te quiero Suabru. Pero de verdad no puedo seguir viviendo en el encierro y tortura de mi mente... En verdad no lo soporto. Te lo preguntaré por última vez ¿Vas a matarme?-

-¡Ya te dije que no!- gritó Subaru, golpeando la pared, la cual se agrietó y casi se agujeró por su increíble fuerza. -¡Eres egoísta madre! ¡Drianna es una excelente madre! Si su hijo y tu nieto fueran producto de lo mismo que te pasó a ti ¡Ella aún así daría su vida por él! ¡Ella viviría por él! ¡No le pediría que le matara como lo haces conmigo! Madre... En verdad no soporto cuando me pides eso... No puedo...- cuando Suabru terminó sus argumentos, Christa lo abrazó y le acarició el cabello con dulzura.

-Yo no fui buena madre... Y me siento mal por eso, pero yo sé que Drianna es la mejor madre que puede haber y que tú... algún día, serás un magnífico padre. Lo sé porque tu no eres como Karl Heinz y estoy verdaderamente orgullosa de ti, hijo.- Subaru sintió una profunda tristeza tras escuchar las palabras de su madre, pues una parte de él, por muy pequeña o grande que sea, deseaba escuchar esas palabras de paret de su amada madre, que estaba orgullosa de él y que lo aprecia verdaderamente. Después de un momento de silecioabrazados, él se soltó. -Traeré a Astrid de regreso... - dijo, pues en parte, sentía un poco de pena como para decirle "gracias", acto seguido, se dio media vuelta y salió de la celda para ir por su prisionera. Sin embargo, nos e dio cuenta de que su daga de plata se le había caído. Subaru bajó por las escaleras a paso muy lento, pues estaba procesando lo que acababa de pasar y simplemente se dejaba llevar a donde lo llevaran sus piernas. Llegó hasta el primer piso, donde Astrid ya había comido y estaba sentada en el suelo, algo sucia y temblorosa, debido al terrible miedo que le sentía Subaru. El vampiro abrió la celada y la llamó. -Astrid, vamos...-

-Si...- dijo Astrid en tono bajo y se levantó para luego comenzar a subrir las escaleras detrás de él. Les tomó unos pocos minutos, pero al fin llegaron al último piso. Sin embargo, lo que se encontraron, fue algo muy desagradable: Christa estaba en el suelo, con la daga de plata de Subaru en su pecho, sangrando. Subaru quedó perplejo e instantaneamente corrió en la celda para tomarla en brazos. -¡¡¡MADRE!!! ¡NO! ¡¡¡NO!!!- empezó a llorar al arrodillarse a su lado y abrazarla. Astrid miró detrás de él, comenzando a llorar por lo que la mujer con quien se llevaba bien, había hecho.

-Su...baru...- murmuró Christa mientras sangraba, aú estaba viva, pero la vida se estaba yendo lentamente.

-Madre... ¿por qué?...-

-Eres... un buen... niño... Yo fui... mala.... Quiero... tsk... que seas feliz... Encuentra a quien... amar...- dijo en todo débil y bajo. -Te pediré dos cosas hijo....-

-¿Que cosas?- preguntó Subaru derramando lágrimas.

-Dile a Drianna... que la adoro mucho.... y....- su última petición se la murmuró y Subaru simplemente no podía creer lo que estaba pasando, pero accedió a sus peticiones. -Te quiero... Mi niño...- en ese momento, Christa cerro sus ojos para siempre pero con una leve sonrisa en su rostro que la acompañó hasta la muerte. Subaru no lo soportó más. Su tristeza, su dolor y su culpa, crecieron tanto en ese momento. -No... Madre no... Por favor... tsk ¡¡¡NOOOOOO!!!- lanzó un grito desgarrador y aferró el cuerpo de su madre a él Astrid en ese momento, tuvo ninguna intención de escaparse, al contrario, se quedó y lloró la pérdida de Subaru, ella lo comprendía perfectamente. La única madre que quedaba viva de los Sakamaki, finalmente murió. y Subaru sintió tanta culpa al no poder proteger a su madre en ningún momento como él verdaderamente deseaba. Se prometió a sí mismo y a su difunta madre que cumpliría con sus últimos deseos. Lo que sería realmente difícil, sería darle la terrible noticia a su pequeña hermana.

Afraid of the Beautiful Beast (Diabolik Fanfics de Romance) Vol.4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora