Capítulo 5: Triste promesa

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La muerte de Christa afectó a todos en la mansión Sakamaki. Karl Heinz se entristeció con la noticia y preparó todo para un merecido funeral a la difunta "Rosa Blanca". El funeral se llevó al cabo la noche siguiente. Todos, incluyendo a Drianna, Carrie y Harusame, fueron al triste evento. Drianna lloró demasiado, estando abrazada de su hermano mayor. Para ambos hermanos fue una gran puñalada en sus corazones, el perder a su madre, era un dolor inimaginable, en especial cuando se quiere a esa mujer. A pesar de que Drianna tenía muy poco tiempo de conocer a Christa y que Subaru siempre fue victima del horrible pedido de matarla, ambos la querían demasiado y ahora ella se había ido. Todos los familiares estuvieron en un gran silencio, mientras que los lobos aullaban tristes, acompañando en el llanto de los dos hermanos. El funeral fue simplemente deprimente.

Astrid incluso lloró esa pérdida, pero ella no asistió al velorio. Estaba encerrada en la misma celda donde Krista habitaba, todo era un tran aire de tristeza a su alrededor, oscuridad y soledad.

Luego de que el velorio terminara, Subaru casi se olvida de que tenía una prisionera justo en el mismo lugar donde la pobre Christa murió. Lo recordó porque le vino a su memoria las últimas palabras de su amada madre, en especial aquellas promesas que le hizo cumplir. Una ya estaba hecha. Aunque no fue fácil darle la noticia a su media hermana, lo que Christa le pidió que le dijera no era algo horrible, al contrario, era una despedida en la cual mencionaba que de verdad la quería. Sin embargo, faltaba otra promesa por cumplir, la cual para Subaru, era algo terriblemente dificil, pero como hijo que amaba a su madre y un chico que cumple su palabra, haría lo posible con tal de cumplir esa promesa, la cual se convirtió en la última voluntad de Christa. El vampiro albino se encontraba caminando con su hermana, consolandola, hasta que pasaron cerca de la torre, cosa que los detuvo. - ¿Estás seguro de esto Subaru?- preguntó ella, pues su hermano le había contado la ultima volutad de su madre y ella se ofreció a ayudarlo a cumplir esa promesa. Subaru miró a la ventana y sorprendió a Astrid llorando, vendose de espaldas. -Si... Será difícil, pero se lo prometí.-

Los dos hermanos entraron a la torre y subieron a lo alto para así toparse con la celda de Christa, siendo ahora la celda de Astrid. Subaru abrio la celda, así llamando la atención de la rubia. -Astrid, ven, te atenderemos en la mansión.- Astrid miró a otra parte algo molesta. -No quiero ir contigo, prefiero estar sola.- Drianna quiso interferir pero Subaru no se lo permitió, era algo que quería intentar incluso varias veces antes de recurrir a su ayuda. Por más que lo intentaba, la rubia no quería saber absolutamente nada de él. Le temía e incluso lo odiaba, le era difícil creer que Christa le dijera que era alguien bueno que no haría daño. Apenas lo creía por lo que su compañera temporal le contó sobre el pedido que le hacía a su hijo de matarla y que nunca lo hizo. Pero la forma en la que la llevó a esa torre y como la trataba, en especial por tomarle la sangre de forma agresiva, hacía que tuviera esos horribles sentimientos hacia él. Subaru no necesitó darle argumentos para convenserla, sabía que ella lo odiaba y forzarla no ayudaría a cumplir la última volutad de Christa. Prefirió darle tiempo al tiempo y a ella.

-Vete... No quiero verte...- dijo ella con odio y miedo a la vez. Subaru simplemente le dio una última mirada a ella y a la habitación, en especial el lugar donde vio a Christa mojada en su propia sangre. El vampiro albino se dio media vuelta y miró a su hermana con su vestido negro, su triste rostro y su transformación de licántropa. Negó con la cabeza, así dando a entender que Astrid no iba a cooperar en ese momento, por lo que cerró bien la celda. Ya la había alimentado antes de ir al funeral, así que estaba bien y parecía que no era el momento indicado, no sólo por el miedo y odio que la misteriosa chica le tenía, sino que además, se había encariñado con Christa en poco tiempo y perderla fue un golpe duro.

Los dos hermanos se retiraron de la torre y se dirigieron a la mansión, teniendo sus miradas bajas. Subaru no dejaba de abrazar a Drianna y de acariciarle el pelo para consolarla. - Loba, ahora es cuando más apoyo necesitas. Ve con Kanato y cuida a tu hijo. Ellos te necesitan, de ti y de tu amor.- dijo Subaru al separarse de su abrazo y tomarla de los hombros de forma tan delicada.

-¿Qué hay de ti, Hermano? Tu también necesitas mucho apoyo.-

-Vaya que eres tierna, pero no te preocupes por mi, preocupate por ti. Yo ya pensaré una forma de estar bien y cumplir con la promesa de nuestra madre. Yo te diré si necesito ayuda ¿sí? Ve a tu habitación y dejate querer por tu esposo y mi sobrinito.-

Luego de esto, Drianna se fue y se dejó consolar por Kanato, quien estaba demasiado triste también, pero ambos se dispusieron a querer a Hikaru como lo hicieron cuando este nació. Por otro lado, Subaru tuvo que ir con Karl Heinz para contarle las últimas palabras de su madre y de la misteriosa invitada que tenía encerrada. No fue algo fácil de contar, de hecho, eso confundió al Rey de los Vampiros. Después de una larga explicación, Karl Heinz pudo comprenderlo. -Subaru, queda en tus manos la última voluntad de tu madre y se ve que quieres cumplirla en serio. Tienes todo mi apoyo. Y sobre tu invitada, espero que estés haciendo lo correcto en este momento. Si lo consideras necesario, traela para que la conozca.- dijo el vampiro adulto. Después de aquella charla, Subaru se dirigió a su habitación y se encerró en su ataúd, donde se puso a pensar y reflexionar muchas cosas, pasando demasiado tiempo ahí dentro. No sabía que hacer pero tenía que hacer algo al respecto con su situación actual.

Afraid of the Beautiful Beast (Diabolik Fanfics de Romance) Vol.4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora