Cap. 28: Memorias en el lago

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Esa tarde había salido sola a la parte rural de Rose para darme un tiempo a mí misma y así reflexionar o pensar en los días siguientes; qué planes se organizarían o qué misiones habríamos de realizar.

Me quité el collar para observarlo, Levi y yo cumplíamos dos meses de relación, no puede parecer mucho pero para mí cada día era una aventura distinta con él. Siempre había algún avance. El colgante relucía de manera preciosa, siempre me recordaba a cuando me lo regaló; fue el mejor cumpleaños que había tenido nunca.

Vestida con una blusa blanca, unos leggings negros y sandalias, las cuales había dejado aparte en la hierba, me levanté para caminar por la orilla del lago que se extendía por la zona. La fina y suave arena blanca resultaba agradable al caminar por ella. Iba recordando todos los momentos que había compartido con Levi y no podía esperar a hacer realidad el sueño de irme a vivir con él, sería algo tan emocionante y nuevo que lo quería ya.

Escuché unos pasos por la hierba hasta llegar al agua, salpicándome de repente. Una sonrisa por mi parte se dibujó cuando vi a Levi detrás de mí con una flor bellísima en la mano.

— Me has dado una sorpresa — dije cogiendo el lirio blanco que había traído.
— No quería perderme nuestro segundo mes.
— ¿Ahora vas a celebrar cada mes que pasemos juntos?
— ¿Ya te andas quejando? Pues nada, me voy.

Reí un poco antes de cogerle de la muñeca mientras se daba la vuelta fingiendo un enfado, él sonrió y se giró para envolverme en un abrazo, juntando nuestras frentes.

— ¿Qué hacías por aquí sola? ¿No te aburres?
— No mucho, pienso en mis cosas y ya.
— Con lo bien que nos lo pasamos juntos... — comentó acariciando mi labio inferior con el suyo — ... En fin, feliz segundo mes.
— Feliz segundo mes — dije entre pequeñas risas — ¿Te apetece pasear?
— Cualquier cosa me apetece si es contigo, preciosa.

Un rápido beso en los labios y enlazamos nuestras manos para pasear por la orilla, Levi también había traído ropa cómoda; una camiseta negra, pantalones holgados y se había descalzado como yo antes de meterse en el agua.

— Veo que estuviste nadando — dedujo por mi pelo mojado.
— Qué observador.
— Como un halcón.

Miraba hacia él mientras andábamos, me sentía tan orgullosa de cómo habíamos progresado a lo largo de los meses que pasamos juntos. Llegar a donde estábamos en ese momento era un gran logro para mí y no quería perderlo bajo ningún concepto.

— Luego podríamos nadar juntos — sugirió Levi.
— ¿Por qué no ahora?
— Como quieras.

Sujeté entre mis dedos el borde de su camiseta, levantándola un poco por encima de su abdomen. No tardó mucho en deshacerse de ella y dejarla bajo la sombra de un árbol, me desabroché los botones de la blusa con calma y me arremangué los leggings por encima de las rodillas antes de meterme en el agua de cabeza.

Al cabo de un rato ambos estábamos nadando juntos o buceando de vez en cuando.

— Ojalá todos los días fuesen así — suspiré manteniéndome flotando en la superficie.
— Ya...

Noté la mirada de Levi sobre mis labios, sonreí y nadé hasta unas rocas blancas apartadas de la orilla. Levi me siguió con curiosidad de saber a dónde iba hasta que se detuvo al llegar.

— Ven, anda — le pedí pegándome de espaldas a una de las rocas.
— ¿Por qué estamos aquí?
— Porque te necesito para mí sola...

Levi mostró una sonrisa ladeada y se acercó hasta mí interponiendo los brazos a ambos lados de mi cuerpo para que no me escapase. Sin nada que decir, nos juntamos tanto que apenas había un espacio entre nosotros, solo nuestras respiraciones unidas.

— Te amo, mi pequeña titán.
— A veces desearía no ser lo que soy... — susurré cuando Levi me cogía en brazos.

Mis piernas le rodearon la cintura y mis brazos, su cuello mientras me mantenía respaldada en la roca.

— No digas eso, eres perfecta.
— Nunca he querido ser un titán cambiante, lo odio con toda mi alma. A veces cuando dormimos juntos te miro y pienso... qué vio en mí, qué vio en este horrible monstruo que un día casi intentó matarle.
— Astrid — dijo dejándome sentada en las rocas — no sé por qué piensas eso, de verdad te lo digo, pero si te sientes mal quiero que me lo digas; soy tu novio y me preocupo por ti.

Levi se sentó a mi lado, rodeándome con el brazo para mantenerme cerca de él mientras escuchaba. No me callé nada.

— Yo soy feliz a tu lado, pero no puedo evitar pensar que tú y yo somos muy distintos. No logro sentirme humana, no soy capaz de sentirme igual a ti y me considero rara; pienso que debería irme lejos y simplemente... morirme.
— De verdad piensas eso...

Asentí empezando a llorar.

— Me quiero morir, Levi, mi vida es una mierda... quiero volver a ver a mis padres, quiero volver a ver a mi hermana... Odio este mundo...
— ¿Y aún teniéndome a mí te quieres morir? — su voz estaba quebrada.
— S-Sí... lo siento, L-Levi, pero creo que estarías mejor sin mí. Tú m-mismo lo dijiste...
no te habría importado que un titán me devorase.
— ¡Ni lo menciones! Fui un imbécil contigo porque siempre he sido un maldito desconfiado, te menosprecié cuando eres la persona más bella que existe y ahora hago todo lo posible por hacerte feliz... No me importa besarte ni abrazarte todas las veces que me lo pidas si es que con eso puedo sacarte una sonrisa, no me importa dar mi vida por ti si hace falta, no me importa nada si es por ti... Pero jamás digas que te quieres morir, quiero pasar mi vida a tu lado, estoy deseando que nos retiremos para vivir juntos, estoy deseando crecer como pareja; casarnos, tener hijos y envejecer juntos.
— Me quedan siete años de vida...

Debí callar ese detalle porque tuve que ver como a Levi se le partía el corazón en dos.

— Qué...
— C-Cuando un titán obtiene sus poderes le quedan trece años de vida, yo ya he cumplido seis años dentro de ese período.
— Astrid, no... n-no...

Tuve que taparme los oídos para no escuchar a Levi llorar de la manera más desgarradora que había podido oír jamás. Bajé la cabeza y también lloré, lloré por él, por la dolorosa idea de lo que Levi haría cuando yo muriese.

— Levi... — le llamé débilmente — a-abrázame y no me sueltes...
— Por qué... por qué todas las personas que quiero se van... — musitó abrazándome con fuerza — No te vayas, amor mío, no te vayas jamás...
— No pue-
— ¡Nunca te marches! ¡Me lo prometiste, prometiste que estarías siempre conmigo!

Le miré con los ojos empapados en lágrimas, debí de estar en silencio, debí de dejar mis pensamientos completamente atrás. Por mi culpa, como de costumbre, le había hecho llorar, había hecho llorar al soldado más fuerte de la humanidad...

Sus manos se posaron en mis mejillas húmedas y bajaron hasta mi cuello antes de que inclinase la cabeza para besar mis labios con una dulzura que nunca había visto, pero éstos temblaban. Volvió a deslizar las manos por mi cuerpo, dejándolas sobre mi cintura mientras seguía besándome de una manera tan cuidadosa y atenta que parecía irreal. Sus labios finos se movían en torno a mi labio inferior, saboreándolo en cada beso, mordiéndolo y acariciándolo con su lengua de vez en cuando, intentando abrir mi boca... y así hice. Entreabrí mis labios para dejar que su dulce lengua jugara con la mía, enredándose y manteniéndolas juntas. Dejé escapar un pequeño gemido, y es que era Levi en ese momento el que me dejaba explorar su cavidad bucal, él también gemía un poco, nuestros cuerpos ardían.

— Astrid... — me susurró al oído — nunca olvides que te quiero, ¿de acuerdo...? Nunca...
— P-Perdóname...
— ¿Por qué?
— Por hacerte llorar de esa manera, te prometí que te haría feliz...
— Solo verte ya me hace feliz, pequeña.

Sonreí un poco y le tendí la mano, la cual cogió.

— Volvamos al cuartel, debes de estar agotada.

Asentí para disponerme a levantarme, pero  Levi se adelantó y me cogió en sus brazos, sujetándome al estilo princesa.

— Cuando lleguemos prepararé té para los dos, ¿te parece?

Yo sólo me limité a acurrucarme en su pecho y relajarme hasta caer dormida. Levi acarició mi cabello y dejó un beso en mi sien.

— El único motivo por el que vivo...

DIARIO DE UNA ERDIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora