Cap. 21: No mueras jamás

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— Oficial, ya hemos eliminado a todos los titanes que había en la zona.
— De acuerdo, Nifa, ¿consigues avistar más?

La chica de cabello coral sacó un catalejo de su bolsa marrón y miró a su alrededor.

— No veo más por aquí, superiora.
— Bien, vayamos más al sur para encontrarnos con nuestros aliados.

La chica y yo subimos a nuestros caballos junto con Eren y Nanaba para emprender la marcha. Era un día poco apacible de viento y nubes grises que cubrían el cielo completamente, las frías corrientes de aire dificultaban el cabalgar con total libertad cuando sacudían nuestras capas con violencia, distrayéndonos.

El comandante Erwin nos había mandado en una misión de búsqueda por Zeke, así que cuando conseguí regresar a los muros con Levi no tuve tiempo de respirar tranquila. Conseguí dormir un poco para recuperarme del agotamiento y me duché en agua templada para eliminar los rastros de las finas quemaduras, pero una vez recuperada fue mi deber volver a coger las riendas de Furia y salir de nuevo al exterior.

Para mi sorpresa; Bertholdt y Annie habían desaparecido al igual que Reiner, los soldados comenzaron a alterarse apuntándoles como definitivos culpables y se habían dividido para encontrarles. Yo estaba destinada a encontrar a Zeke para que fuese interrogado lo antes posible, pero me resultaba muy complicado aquel día.

Hanji y el resto de su escuadrón nos esperaban resguardados del viento tras un viejo roble, de hecho, fue ella quien me convenció de tener un escuadrón propio de pruebas para que me acostumbrase a las responsabilidades del cargo. Por su parte, permitió que Nifa, quien pertenecía a su equipo, pasase a mi disposición; y así lo mismo con los escuadrones de Mike y de Levi.

— ¿Conseguisteis encontrar alguna pista? — preguntó Hanji.
— No, líder, solo pudimos limitarnos a eliminar titanes que había en el camino — contestó Nifa.
— Tendremos que seguir buscando, sugiero acercarnos hasta el gran lago — dijo Nanaba.

Asentí con la cabeza y le ordené a mi equipo que nos encaminásemos hacia allí.

— Nosotros iremos al norte para registrar la zona otra vez — habló Abel, un subordinado en el equipo de la segunda comandante.
— Bien, nos veremos en los muros de nuevo.

La zona del lago se suponía que era un lugar pacífico, extrañamente los titanes no se acercaban a partes acuáticas muy a menudo. Cuando llegamos hasta la gran masa de agua que se extendía hasta donde nuestros ojos podían ver, comprobamos la tranquilidad del sitio; los pájaros cantaban y se escuchaba el sonido de las pequeñas ondas romper en la orilla contra los guijarros que constituían el fondo.

Me bajé primera del caballo y me agaché frente al agua clara que se veía gris por el cielo oculto, rellené mi cantimplora e hice una señal para que los demás bajasen la guardia. Dejamos que los caballos repusiesen fuerzas y nos sentamos en la hierba.

— ¿Y si Zeke regresó a la ciudad de la que hablaste, As? — preguntó Eren.
— Jaeger, no la llames "As", es tu superiora.
— No te preocupes, Nanaba, somos amigos. En cuanto a tu pregunta... no creo que haya regresado, son muchos días de viaje y me resulta extraño que se marche sin haber logrado ningún objetivo.
— ¿Dónde podremos seguir registrando? Nuestros equipos están llegando ya a todas las zonas conocidas.

Mientras Nifa hablaba, yo agudicé el oído; los pájaros habían dejado de trinar. Levanté un poco la mano para pedir silencio por parte de la chica y me levanté sacando una espada, los demás imitaron mi gesto.

— Eren... ¿percibes eso?
— Sí, algo se acerca, pero no es muy grande.
— ¿Un titán pequeño? — preguntó Nanaba.
— No es un titán cualquiera — contestó Eren.

Permanecimos quietos, los caballos relinchaban nerviosos irguiéndose sobre sus dos patas de vez en cuando. Un soldado con el brazo ensangrentado salió cojeando de entre los árboles que había cerca, estaba muy asustado.

— ¡Corred! — nos gritó con voz entrecortada — ¡Corred!

La tierra tembló numerosas veces hasta que vimos surgir a un titán que solo yo reconocí perfectamente; era el titán cuadrúpedo de Pieck, la mano derecha de Zeke. Su titán tenía una altura de cuatro metros sobre sus cuatro patas, una mandíbula alargada pero sin dientes afilados, solo la dentadura similar a la de una persona y que contaba con cabello corto y negro con unos ojos castaños. Su cuerpo era de aspecto masculino.

Nos pusimos rígidos cuando el soldado que intentaba llegar a nosotros fue alcanzado por Pieck, atrapándolo con la boca y devorándolo vivo.

— ¡Qué es ese titán! — exclamó Nifa.
— ¡No hay tiempo de explicaciones! ¡A por él! — ordené.

Activé el equipo para engancharme al cuerpo del titán y conseguí herir uno de sus brazos. No había llegado a revelar información sobre Pieck, por lo que no sabían nada. Pronto conté con la ayuda de mis compañeros para intentar inutilizar los brazos de la criatura, solo podía moverse a cuatro patas y eliminar los brazos era vital.

— ¡Capitán Levi! — dijo Eren haciendo que girase mi vista.

En efecto, Levi había aparecido en solitario haciendo un corte en la pierna del titán de Pieck.

— ¡Retiraos de vuelta con Hanji, yo me encargo!
— ¡No te dejaremos solo! — me interpuse sin dejar de centrarme en los brazos.

Pieck rugía intentando atraparnos, era rápida al ser un titán pequeño y eso me ponía nerviosa. Notaba que su vista estaba puesta en Levi y en Eren sobre todo. Fue cuestión de minutos conseguir cortarle un brazo, pero eso no fue motivo para relajarse; Pieck consiguió atrapar las cuerdas del EMT de Levi lanzándolo hasta el lago.

— ¡Levi! — grité nerviosa, el equipo era lo suficientemente pesado como para impedirte nadar.

Cometí la irresponsabilidad de dejar a mis compañeros atrás e intentar correr al agua mientras que me despojaba de mi equipo y de la capa de lana, pero Pieck mantenía mis cuerdas bajo su mano para que no me moviera. Me quité el equipo con prisas y corrí.

Me sumergí en la fría agua del lago sin dudar ni un segundo y localicé rápidamente para nadar hasta él, desabroché su equipo para que pudiera cogerle y le llevé a la seguridad de la orilla.

Pieck se quitó de encima a Eren, Nifa y Nanaba agarrando sus cuerdas y apartándolos de ella antes de salir corriendo hacia el bosque, herida. Eren quiso ir tras ella pero Nifa se lo impidió señalándome.

Yo estaba de rodillas en la orilla, Levi estaba acostado boca arriba sin conseguir que respondiera a mis súplicas por que abriera los ojos. Puse ambas manos sobre su pecho y ejercí presión una y otra vez, Nifa y Nanaba se acercaron cautelosas pero Eren corrió a mi lado para ayudarme.

— Vamos... vamos... — me repetía.
— ¡Capitán, despierte! — le rogaba Eren.

Levi movió un poco la cabeza y tosió agua antes de incorporarse con dificultad, se llevó una mano al pecho mostrando una expresión de molestia. Eren disparó al aire una bengala roja y cogió a los caballos para juntarlos junto con las dos chicas.

— Astrid...
— Tranquilo, ya ha pasado todo... — le hablé abrazándole.
— Me... has salvado la vida... — susurró correspondiéndome.
— Es lo que debo hacer... — repuse sonriéndole.

Se pasó una manga de la chaqueta por el rostro para secarse las gotas de agua y continuó abrazándome, no me importó que mi ropa también se mojase.

— Gracias... — susurró.
— As, la segunda comandante está en camino.
— Vale, Eren, esperemos que traigan un carro consigo.
— Astrid...

La mano de Levi detrás de mi cabeza me obligó a mirarle.

— ...Te quiero...
— Qué-

No pude llegar a terminar la pregunta cuando recibí un fugaz beso en los labios por parte de Levi, fue breve pero no lo suficiente como para sentir sus labios como algo suave y agradable. Me quedé sin palabras. Él volvió a cerrar los ojos y se quedó inconsciente.

DIARIO DE UNA ERDIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora