Ochenta, ochenta kilómetros por hora la velocidad máxima de los caballos purasangre de la Legión. Noventa, noventa kilómetros por hora la velocidad máxima de mi titán corriendo a cuatro patas, sesenta kilómetros si corría de forma erguida. A aquella asombrosa velocidad corría jadeante a través del denso bosque, sintiendo a cada paso la tierra mojada entre las garras. Fauces abiertas exhalando el vaho por el frío y completamente controlada como un títere: estaba lista para obedecer a aquel maldito ser que se había metido en mi cabeza.
La salida al otro lado del bosque se hallaba cerca, podía escuchar a los caballos galopando por la pradera. El cielo comenzaba a clarecer deshaciéndose de las nubes que antes lo cubrían, la humedad seguía presente pero en menor medida.
— ¡Señor, la oficial Mitre se dirige hacia aquí! — escuché decir a una voz femenina.
Comprobé que se trataba de Erwin a quién había sido comunicado el mensaje, una especie de punzada en mi cabeza me hizo querer seguir avanzando sin poder resistirme a frenar.
— ¿¡Qué hace aquí!? ¿¡Y su equipo!?
— ¡Viene en forma titán muy rápido, comandante, y no parece que vaya a detenerse!Tres soldados se detuvieron ante mí ordenándome parar, lo que sucedió con ellos... no fue bueno para nadie. No vacilé ni un segundo y aparté a dos de un garrotazo mientras que agarré al tercero con la otra mano, lo lancé al aire y lo devoré antes de que llegase a rozar el suelo. Erwin estaba atónito.
— ¡Deteneos, todos! — ordenó haciendo que los soldados que le acompañaban se parasen.
Bajó de su caballo y caminó hacia donde yo estaba.
— ¡Señor, espere!
— Astrid... — habló haciendo caso omiso de sus subordinados — Quiero que todos os retiréis, ¡id al bosque ahora mismo a por Zeke! ¡Ya!Permanecía quieta de repente, como si adoptase una actitud sumisa ante él, pero seguía sin tener el control sobre mí misma. Dentro de la nuca estaba en un estado de inconsciencia que solo me permitía escuchar lo que sucedía a mi alrededor o ver borrosamente. Los soldados habían partido dejando la pradera libre.
— Qué te ocurre en los ojos, Astrid... Zeke te está controlando, ¿verdad? — la forma en la que me hablaba era calmada, aunque escuché como desenvainaba su espada y eso me puso nerviosa.
El cuerpo de mi titán se inclinó un poco hacia abajo sin perderle de vista. Levantó el brazo derecho hasta que su mano llegó al rostro del titán, acariciándolo con tranquilidad. Hanji y su escuadrón estaban allí, me observaba incrédula y tensa.
— Voy a sacarte de ahí, quiero que estés tranquila... no te va a pasar nada.
La velocidad de un pestañeo fue la que hizo falta para abrir las fauces de un momento a otro y atrapar su brazo entre los numerosos colmillos que se cerraron sobre él. Escuché a Erwin gritar de dolor mientras un sabor salado psicológico inundaba mi garganta.
— ¡Erwin! — gritó Hanji corriendo hasta él.
Me volví a levantar sobre mis dos piernas con Erwin bien sujeto entre mis dientes, moví la cabeza con violencia de un lado a otro hasta que le vi caer lejos de mí sintiendo algo suelto dentro de mi boca que enseguida tragué.
Hanji se arrodilló casi llorando ante él intentando reanimarlo cuando me fijé que había perdido el brazo derecho, o más bien, yo le había seccionado el brazo. Erwin no respondía, volví a ponerme en mis cuatro patas y anduve lenta hacia él para atacarle de nuevo. "Mátalo, Astrid".
— As, por favor... basta... — me pidió Hanji entre sollozos incorporando a Erwin entre sus brazos.
Levanté la mano y arrojé a Hanji a varios metros lejos de él comandante dejando las marcas de mis garras impresas en el costado de la joven mujer, haciendo que cayera en la inconsciencia.
— Astrid... — susurró Erwin apoyándose de lado sobre su otro brazo — ... recuerda quién eres, lucha contra Zeke...
Alcé las garras, Erwin cerró los ojos temblando de miedo por primera vez esperando su final pero éste nunca llegó para él. Abrió un poco los ojos y me vio intentando desgarrar mi nuca luchando contra la fuerza que me controlaba, mis ojos volvieron a su coloración agua marina cuando terminé de abrir un espacio lo suficientemente grande como para salir.
A golpe de espada, me deshice de los restos de carne adheridos a mí dejando quemaduras en forma de venas por mi rostro, brazos y piernas antes de caer al suelo por lo débil que me sentía.
Las lágrimas resbalaron incansables por mis mejillas, lloraba hasta gritar mientras cogía una bengala negra que lancé al cielo sin apenas fuerzas. Me arrastré por el suelo escuchando la voz más y más baja hasta ser prácticamente inexistente en mi cabeza, llegué hasta mi comandante intentando hablar pero no era capaz. No era capaz ni de mirarle a la cara.
Sonidos de caballos relinchando sonaron cerca de mí, levanté la cabeza completamente muda para ver a Levi con mis antiguos compañeros sin palabras al ver semejante escena; dos cadáveres de los soldados que aparté, Hanji tendida en el suelo herida, Erwin sangrando por su grave lesión física y yo tendida en la hierba junto a él llena de sangre y envuelta en vapor y lágrimas.
— Qué ha pasado aquí — preguntó Jean.
— Buscad a Eren y al resto del escuadrón de Astrid — ordenó Levi.Los chicos se marcharon sin pararse a mirar demasiado para intentar entender y Levi se bajó de su caballo y caminó con paso firme hasta Hanji, se agachó a su lado para observar la herida y pudo comprobar que no fue culpa de otro titán que del mío. Los titanes normales no tenían garras. Acudió rápidamente hasta Erwin mirándolo muy asustado.
— Dios santo, Erwin, qué ha ocurrido aquí. Quién te ha hecho esto — le cuestionó desesperado por saber la respuesta.
— Y-Yo... — musité entre lágrimas.
— No... Dime que no es verdad, Astrid.Erwin estaba desmayado y no podía defenderme, aunque no me lo merecía después de lo que había hecho.
Sentí los párpados cansados, intenté caminar pero fallé miserablemente. Al levantarme habría caído de espaldas al suelo si Levi no me hubiese cogido, me miró de una manera que me partió el alma en dos.
— Perdóname... Zeke nos controló a Eren y a mí... quiso que matara a Erwin...
Cada vez sentía el cuerpo más pesado y solo quería dormir.
— ¿Es eso verdad...?
— Levi... — susurré agarrándome a su chaqueta.
— Qué...
— T-Tengo sueño...
— Astrid, debes mantenerte despierta... Astrid... ¡Astrid!Cerré los ojos hasta caer en un profundo sueño. Solo escuché a Levi llamándome mientras me sacudía para que despertase pero no cedí. Pronto todo se volvió silencioso.
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DIARIO DE UNA ERDIANA
Hayran Kurgu"¿Qué son ellos, Astrid?" - Los enemigos... - "¿Y qué haremos con ellos?" - Acabar con sus vidas - . . . . La historia de una erdiana y el soldado más fuerte de la humanidad. 20/06/2021: #1 erwinsmith 30/06/2021: #1 annieleonhardt 19/01/2024: #2 han...