Cap. 15: ¿Otra vez lo mismo?

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— ¡Venga, chicos, rumbo a la ciudad! — exclamó Sasha animada mientras tiraba de nuestros brazos.

Me relajaba ver que todos mis compañeros habían vuelto sanos y salvos hace semanas, no consiguieron encontrar a Annie pero no le di importancia. Lo que de verdad quise fue que regresaran a las murallas.

Eren, Armin, Sasha, Jean y yo patrullábamos las calles de Trost como una misión rutinaria de revisar el estado de los muros, había una fisura en el muro Rose tapada por una roca que, según Armin me había contado, fue por culpa del titán de Reiner. Los cañones que había en la parte superior del muro siempre apuntaban hacia abajo para controlar a los titanes que se acercaban demasiado, no querían que volviese a ocurrir el incidente del muro María.

— Es mejor que nos dividamos a partir de aquí — sugirió Jean — ¿Os parece si Sasha, Armin y yo vamos juntos? En parte necesito refuerzos para controlar a Sasha...
— Por mí bien, Eren y yo iremos por ese lado — dije conforme por la decisión.

Tras separarnos, Eren y yo recorrimos una zona un poco más alejada de la rotura en donde se extendían los puestos de mercado públicos. Eran calles concurridas y procurábamos de mantener nuestra mirada fija en la muralla intentando no perderla de vista entre la multitud. Era una tarde relativamente tranquila.

— Por cierto, ¿crees que el titán hembra volverá a atacar?
— Espero que no o tendremos que tomar medidas drásticas. Mientras el agujero del muro esté resguardado por si aparece todo irá bien.

Fue mencionar las últimas palabras cuando escuchamos los cañones disparar con todo el arsenal de repente. El cielo anaranjado por el atardecer empezó a ocultarse por el humo que levantaban los cañones y un vapor que surgía de detrás del muro, un vapor que se iba quedando atrás mientras que repetidos temblores asustaron a los transeúntes.

— ¡El titán acorazado! — gritó un soldado de las tropas estacionarias mientras corría lejos de su puesto — ¡Viene a destruir el muro!

Los gritos de terror de la gente inundaron la calle, pronto Eren y yo nos vimos envueltos dentro de la asustada multitud de personas y soldados estacionarios; se suponía que ellos debían de velar por la seguridad del ciudadano y no salir corriendo como cobardes.

Eren me miró desesperado al ver el desorden que se había causado y le grité que avanzara hacia el muro para ayudar a los demás; yo debía ayudar a la gente ya que los inútiles de la rama de las Dos Rosas no estaban por la labor.

El moreno activó su equipo con dificultad y recorrió los espacios entre los edificios para alejarse de allí, no nos quedaba mucho tiempo hasta que Reiner rompiese la piedra que tapaba la rotura del muro. Qué estaba intentando hacer esa vez...

Me subí rápidamente a unas cajas apiladas en el borde de la acera y pedí a la gente gritando a pleno pulmón que mantuvieran la calma. Las personas ralentizaron su marcha hasta detenerse, las expresiones de terror estaban reflejadas en sus rostros. Desenvainé una espada con la que apunté al oeste.

— ¡El cuerpo de exploración se ocupará del titán, diríjanse todos a la seguridad del canal y quédense allí hasta nuevo aviso! ¡Prometo en el nombre de todos mis compañeros proteger este muro con nuestra vida!
— ¡Inútiles, ocurrirá lo mismo que hace cinco años! ¡Vamos a morir todos! — exclamó un ciudadano.
— No lo harán si hacen lo que digo, ¡vamos, muévanse ya! — ordené firme haciendo que se moviesen de manera más organizada.

La gente volvió a correr en orden hasta dejar la calle despejada permitiéndome dirigirme a la muralla, los constantes temblores no presagiaban nada bueno, eran muy seguidos.

— Por qué está corriendo... espera, no me digas que-

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando un gran ruido tomó protagonismo en la escena; su plan no era romper la piedra, sino que lo que quería era provocar otra rotura. Los escombros formados por una lluvia de piedras de todos los tamaños comenzaron a caer a mi alrededor, levantando así polvo, tejas y ladrillos.

— Mierda, esto está yendo de mal en peor — dije para mi misma.

Un ladrillo impacto en uno de los anclajes que había clavado en una casa baja para impulsarme, haciendo que cayese al suelo desde cierta altura y rompiendo el propulsor de gas. Estaba inmovilizada sin él, todavía distaba mucho de la nueva grieta como para ir corriendo y transformarme no era opción. Maldecí en bajo mientras me deshacía del equipo dañado y no tuve más remedio que dirigirme a las reservas que había en torres de abastecimiento, allí encontraría lo que necesitaba.

— ¡Comandante! — grité al divisar de lejos al hombre.

Iba en caballo junto con dos soldados más.

— Astrid, ¿y tu equipo?
— Dañado, señor, tenía que coger otro en las torres.
— Es mejor que no te arriesgues. Moblit, préstale tu equipo y regresa a la base.
— ¡Cómo ordene, señor!

El soldado de pelo castaño me ajustó su equipo a mi medida cuidando de que nada quedase suelto y volvió hacia el cuartel con su purasangre, yo le agradecí el gesto a Erwin antes de activar el equipo para llegar al muro dañado.

No había más que vapor y piedras cuando llegué, los cuerpos de titanes muertos en las proximidades inundaban el aire con olas de vapor caliente mientras que sus cuerpos se descomponían hasta dejar solo los huesos. Miré a mi alrededor en busca de mis amigos cuando les encontré refugiados en un callejón, sus hojas de espada estaban rotas y parecían exhaustos.

— No puedo creer que ese mal nacido haya vuelto— susurró Eren — esto casi se transforma en lo que ocurrió cinco años atrás.
— ¿Estáis todos bien? Siento mucho mi ausencia, mi equipo se estropeó y tuve que cambiarlo — pregunté llegando junto a ellos.

Sasha se levantó dolorida y me abrazó de repente.

— ¡Ha sido horrible! ¡Los titanes no paraban de entrar y el acorazado volvió a desaparecer! — me resumió llorando.
— Lo sé, Sasha, pero esto aún no ha terminado... Tenemos que hacer algo con ese nuevo agujero y volver a poner una roca no es opción.
— La comandante Hanji decidió poner una red anclada al suelo y muro para retener a los titanes del muro María — explicó Armin poniéndose en pie con dificultad.

Le ayudé a mantenerse por sí mismo y dejé que recobrasen el aliento mientras que pensaba en la gente del canal, esperaba que las tropas estacionarias se encargaran de la multitud.

— ¿Conseguiste calmar a la gente? — preguntó Eren acercándose a mí.
— Sí, les pedí que se quedaran cerca del paso de barcos. Confiaré en los cobardes de las Rosas para que cuiden de los desamparados, hay personas que han perdido su hogar.

Erwin y Hanji no se hicieron esperar y vinieron a buscarnos, nos ofrecieron agua y algo de pan junto con caballos para volver al edificio de la Legión y descansar. A partir de esa noche se instaurarían turnos de día y noche para vigilar la red.

DIARIO DE UNA ERDIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora