Cap. 18: No me odiéis

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— ¿Me habías llamado? — preguntó Bertholdt al verme sentada en los bancos de los jardines.
— Sí, llevamos mucho tiempo sin hablar...

Me miró extrañado y accedió a sentarse a mi lado, los entrenamientos habían llegado a su fin y cada soldado disfrutaba del tiempo libre antes de la cena para reunirse con sus amigos.

Había quedado en hablar con Bertholdt en un lugar apartado para poder aclarar las cosas tras semanas sin tener ningún tipo de interacción el uno con el otro. Le conocía bien y sabía que él no era capaz de ignorarme por voluntad propia, solo se sometía al criterio de Reiner.

— ¿Qué piensas de mí tras todas estas semanas?
— Yo... no puedo contestarte a esa pregunta.
— Sí puedes, me estoy cansando de estar pendiente de vosotros todo el tiempo. Dónde está Reiner ahora, cómo va Annie y qué es lo que de verdad piensas; es lo único que me ronda en la cabeza en cuanto a vosotros.

El chico bajó la cabeza y se mantuvo en silencio por unos segundos antes de volver a hablar.

— Sabes que nunca me ha gustado elegir. Cuando Reiner y tú os enfrentasteis no fui capaz de hacer nada; ambos sois importantes para mí y odiaría elegir a qué lado ponerme.
— Lo sé, Bertholdt, pero en estos momentos es clave que elijas.

Nuestra corta conversación se vio interrumpida por la presencia de Levi ante nosotros. Miró de mala manera a Bertholdt antes de tomarme de la muñeca y alejarme de él en completo silencio. Pude ver a mi ex amigo alejarse cabizbajo hasta donde Conny, Eren y Jean estaban.

— ¡Levi, qué haces! — exclamé molesta — ¡Estaba en mitad de una conversación!
— ¡Silencio!

Abrí los ojos perpleja, era la primera vez que Levi me gritaba. Siguió arrastrándome por los pasillos del edificio hasta que entramos a la habitación de Hanji, donde nos esperaban ella con Erwin. Me sentó en una silla de manera forzada y caminó nervioso hasta la ventana.

— Levi, quedamos en que estarías tranquilo — habló Erwin apoyando una mano en mi hombro.
— ¡Cómo quieres que esté tranquilo teniendo a esa hija de-
— He dicho que basta — repitió seriamente.
— Q-Qué está pasando... — pregunté asustada.

Ver a Levi de esa manera conmigo era una faceta completamente nueva a la que no estaba acostumbrada, le tenía miedo.

— Ahora hablamos, Astrid. En cuanto a ti, Levi, si no quieres tranquilizarte sal de aquí.

Él solo se cruzó de brazos apoyándose de lado mientras miraba a la ventana. Hanji se acercó a mí y me cogió de las manos arrodillándose para que ambas estuviéramos más cómodas, Erwin se quedó detrás de mí con las manos sobre mis hombros.

— As... ¿eras tú la titán que atacó a Jean y a Conny aquel día en el bosque?
— Qué...
— ¡Responde maldita escoria!
— ¡Levi, fuera de aquí! — le ordenó Hanji.

Resopló y salió de la habitación dando un portazo. Los ojos castaños de ella volvieron a los míos, no se veía enfado pero sí decepción.

— Sí, lo soy — respondí con voz temblorosa, volvía a ser débil.
— Está bien... ¿cómo obtuviste esos poderes? ¿Estás aliada con Annie Leonhardt y Reiner Braun?
— Os lo contaré todo...

Por dentro me sentí liberada de cualquier atadura, les expliqué todo lo que sabía sobre Erdia, les hablé de Zeke y delaté a Annie y a Reiner aunque ya lo supieran. En cuanto a Bertholdt preferí callar de momento. Hablé de lo que fue mi misión inicial y como cambié de pensamiento gracias los nuevos amigos que me rodeaban y gracias a la comprensión de aquellos adultos que me rodeaban. Levi también fue parte de mi inspiración a cambiar, pero después de verle así ya no estaba tan segura de eso.

Erwin escribía cada dato importante que decía mientras que Hanji me escuchaba atenta asimilando toda la información que daba. Cuando finalmente terminé de hablar el comandante salió de la habitación, pero Hanji se quedó conmigo.

— Puedes utilizar ese poder para nuestro bien.
— Lo sé, y estoy dispuesta a ayudaros cueste lo que cueste. Si el comandante y usted van a decírselo a mis amigos, pueden hacerlo, prometo utilizar mi habilidad con responsabilidad.
— No lo dudo, As, estoy segura de ello. Espero que Levi acceda también, está hecho una furia...
— Déjeme hablar a solas con él, ambos tenemos confianza entre nosotros.
— Por mí bien, ¿pero crees que después de esto seguirá confiando en ti?
— Espero que haya esperanza...
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.
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Al fin sola en la habitación, el sol terminaba de ocultarse tras la colinas y me vi obligada a encender yo misma las velas de los candelabros que tenía cerca. Volví a sentarme en la silla impaciente por tener a Levi frente a mí de nuevo, quería permanecer tranquila y hablar con calma.

La manilla de la puerta sonó y levanté la cabeza para ver a Levi entrar, traía dos tazas con él que colocó sobre el escritorio para poder así estar libre. Abrió una gaveta que había en la mesa y sacó una tetera, que llenó con el agua de una botella de cristal que había cerca, para posteriormente acercarla al fuego de la chimenea que calentaba la habitación. Colmó las tazas con el agua caliente y preparó el té en completo silencio.

Me aferré a los bordes de la silla con la cabeza baja intentando encontrar las palabras adecuadas para empezar a hablar, pero él se adelantó.

— Siento haberte gritado — dijo en tono serio.
— No parece que lo digas de verdad.

Suspiró y me tendió una de las tazas.

— Erwin me lo contó todo, escuché palabra por palabra lo que escribió acerca de lo que dijiste y sentí que no podía haber caído más bajo.
— A qué te refieres con eso.
— Me refiero a que lo siento de verdad, jamás se me habría ocurrido gritarte de esa manera pero perdí los estribos sin pararme a pensar antes... No pensé en que tú podrías llegar a ser como Eren, y tampoco tuve en cuenta lo amable que fuiste conmigo siempre.

Tomé un poco del té, sabía delicioso; dulce y suave, justo como Levi era.

— Me asustó ver cómo me hablaste, por unos momentos pensé que habíamos perdido la... — no sabía cómo llamar a nuestra relación — ... confianza.
— Ya imaginé, así que te pido de corazón que me perdones. Eres muy importante para mí, seas como seas.

Se arrodilló frente a donde yo estaba apoyando las manos sobre mis rodillas y me suplicó casi entre lágrimas que le perdonase.

— Levi, yo... necesito que te alejes de mí por un tiempo — dije sin reflexionar — Sé que yo no tengo derecho a decirte esto, pero me has hecho daño... contaba con que me entenderías al haber decidido, de forma voluntaria, traicionar a mi jefe y lo único que hiciste fue gritarme y darme la espalda.
— Astrid, no...
— Gracias por tus disculpas, ahora márchate, por favor.
— Solo eres una soldado, obedece lo que te mande...
— Te equivocas. Mientras que Erwin hablaba contigo, le confirmé a Hanji que quería aceptar el título; ahora soy oficial y no tengo porqué obedecerte. Vete, es una orden.

DIARIO DE UNA ERDIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora