Cap. 26: Os necesito, ¿amigos de nuevo?

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— ¿Me llamaste, Moblit? — le pregunté al chico mientras coincidían los primeros rayos de sol.
— Sí, oficial, la están esperando en los calabozos.
— ¿Por qué allí? Es igual, enseguida voy.

Bajé las escaleras hasta la fría estancia, no era un lugar muy agradable que se diga por los numerosos charcos de humedad y la escasa luz que había. El hombre caminó detrás de mí, acompañándome hasta una de las cinco celdas que había allí dispuestas.

— Querían hablar contigo.
— ¿Querían?

Miré a través de los barrotes cuando mis ojos se encontraron con rostros familiares; Reiner, Annie y Bertholdt estaban allí.

— Les capturamos en la expedición que hubo pocas horas antes en los funerales, estaban resguardados en una cueva cercana al bosque.
— Gracias por tus esfuerzos, Moblit, puedes retirarte.
— A sus órdenes, oficial.

Una vez que el castaño abandonó la sala, alcancé una simple silla de madera que había cerca y la coloqué frente a la puerta de la prisión, estaba sorprendida de que hubiesen conseguido atraparlos tan fácilmente tras tantos intentos.

Annie fue la primera en hablar, se acercó a los barrotes con mi permiso mientras que yo me limité a cruzarme de brazos y cruzar las piernas.

— Vimos lo que ocurrió hace tres días, estábamos escondidos en el bosque tras haber pasado las últimas semanas en Erdia, pero Reiner, Bertholdt y yo decidimos escapar cuando oímos una conversación que Zeke tuvo con Pieck.
— ¿Cómo que huisteis de Erdia?
— Tenías razón, As — habló Reiner esa vez — Cuando me mencionaste lo del asesinato de tu hermana y de tu abuela no te creí, pero decías la verdad.

Miré a Annie para que continuara explicándome la razón de su huida.

— Escuché a escondidas una conversación entre Zeke y Pieck; yo había entrado en su habitación a por unos papeles sin pedir permiso y cuando le escuché venir me escondí bajo la cama, entonces oí que pronto nos traicionaría así que no dudé en contárselo a los chicos cuando me vi libre de salir.
— Cómo puedo fiarme de vosotros, cómo sé que no me estáis mintiendo para que os deje salir.
— Porque si fuera mentira no nos habríamos dejado apresar.

Había dado en el clavo, sabía que no les habían capturado gracias al esfuerzo de la Legión.

— ¿Así que os entregasteis a voluntad?
— Sí, teníamos que hablar esto contigo ya.

Bertholdt se aproximó a donde Annie estaba.

— Debimos de escucharte antes, ahora las cosas se escapan de nuestro control...
— Te equivocas, Berth, nada se escapará de nuestro control si luchamos. Pero para ganar no podemos estar más tiempo separados; hay que volver a ser el equipo que fuimos siempre, desde niños estuvimos juntos y ahora es esencial que volvamos a estarlo — dije — Debéis de traicionar a Zeke también, y yo os ayudare en ello.
— ¿Pero cómo nos sacarás de aquí? — preguntó Reiner.
— Esa es la parte difícil del plan. Intentaré hablar con Erwin para convencerle, pero si no lo consigo tendremos que tomar medidas drásticas.

Los tres chicos asintieron, Reiner no tardó en reunirse junto a los demás para tener a mis antiguos amigos frente a mí; bajé la cabeza y extendí los brazos a través de los barrotes para tratar de abrazarles con todas mis fuerzas.

— Os eché mucho de menos...
— Y nosotros también... sigo sin saber cómo llegamos a esto.
— Es igual, Reiner — contesté separándome de ellos — espero que podamos vencer a Zeke todos juntos de una vez por todas.
— Descuida, ese tío no podrá contra cuatro titanes cambiantes.
— Que sean cinco — habló Eren de repente.

Él estaba en la puerta, había escuchado todo.

— Te ayudaré, As.
— Está bien, pero tenemos que planear bien las cosas; ésta será la idea...
.
.
.
.
.

Entré en mi habitación tras la larga conversación con mis amigos y Eren, no podía creer que todo fuera a solucionarse tan rápido después de lo que pasó. Había algo que me asustaba detrás de todo aquello, solo esperaba poder confiar plenamente en ellos.

Abrí el grifo de la bañera para dejar la tina llena con el agua caliente, necesitaba un buen baño para relajarme.

Levi estaba en mi cama durmiendo, era normal debido a que salí de madrugada para reunirme con Reiner, Bertholdt y Annie. Acaricié su cabello y me senté por unos momentos a la par de él para admirarle, lo que más deseaba era que la paz y la tranquilidad regresase para poder pasar más tiempo con él; cero preocupaciones y cero expediciones. Sería perfecto. Deslicé mis dedos con delicadeza desde su mejillas hasta sus abdominales, me abracé a él con la intención de despertarlo y así hizo; me rodeó en un abrazo y me dio un beso en la frente.

— Al fin estás de vuelta...
— ¿Ya estabas despierto?
— El sigilo no es lo tuyo.
— Cómo sea, voy a darme un baño y bajo a desayunar.
— Deja que me bañe contigo...
— ¿No te llegó con lo de ayer?
— Ayer no hicimos nada, solo te besé.
— Ya, ya.
— Anoche estabas más cariñosa.
— Ayer es ayer y hoy es hoy. Vístete pronto antes de que alguien te vea así.
— No tienes corazón...

DIARIO DE UNA ERDIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora