No molestes a un Mokke

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Hanako-kun empezó a sudar.

- ¿Yugi-san?

- ¿sí?- preguntó Hanako, intentando parecer natural.

Se felicitó por no haber tartamudeado.

Era un genio, claro que sí. ¿Quién demonios podría actuar de una manera tan casual estando al lado de una arma asesina de espíritus abreviada como Teru Minamoto, el terminator rubio.

Sus dotes de actuación eran tan buenos...

- yo...- Teru se puso nervioso y se rascó la mejilla mientras que desviaba su mirada con un sonrojo. Sentía que estaba siendo infantil, y eso no le molestaba cuando se trataba de sus hermanos, pero Amane Yugi no era uno de ellos.

- ... ¿tú?- el joven dijo sin haberlo pensado mucho.

El rubio de inmediato volvió su vista hacia él, y un escalofrío recorrió el cuerpo de Hanako-kun.

Recordatorio: no ser tan respondón con Teru Minamoto.

Ahora sí que estaba jodido.

No.

Estaba a punto de morir, de vuelta.

El azabache frunció sus labios, como los de un pato, y miró a la nada.

Morir o no morir.... La decisión no estaba en sus propias manos.

- ¿Teru-nii?

O tal vez sí.

Hanako-kun se soltó de del agarre del mayor de los Minamoto y se escondió detrás de su amigo. Sólo asomaba un poco su cabeza para analizar su situación.

[ Hanako-kun ha usado un escudo humano]

- Kou... ¿Quieres ir a la cafetería?- sugirió el muchacho con una sonrisa nerviosa.

- ¿uh? Pero todavía no es la hora del almuerzo- Kou alzó una ceja, confundido. Su actitud había cambiado bastante cuando vino su hermano.

- n-no importa- el azabache intentó no sentir la mirada intensa de cierto rubio sobre él.

- ¿tienes hambre, Amane?

El joven claro que asintió con su cabeza en respuesta.

Hambre de sobrevivir.

- ¿es eso así?- Kou se rascó la parte posterior de su cabeza. No llevaba nada encima.

- Yugi-san- le llamó Teru acercándose a él con una expresión nerviosa.

Hanako-kun vio la sombra de su mano extenderse hacia su rostro y apretó la camiseta de Kou, su vida dependía de él.

- ¡hagamos un jardín de caramelos!~- chilló una pequeña voz debajo de ellos.

Agacharon sus cabezas.

Unos pequeños espíritus rosados pasaban por ahí sosteniendo varios caramelos con sus orejas.

- ¡quiero caramelos de fresa!

- ¡quiero caramelos de manzana!

- ¡chocolate!

- ¡todo menos los de limón!- exclamó otro con un tono disgustado.

- ¡sí! ¡Todo menos limón!- sus camaradas estuvieron en de acuerdo.

- volvieron a robar caramelos...- gruñó por debajo el joven, algo sorprendido por la cantidad de dulces que quitaban al día.

Sería una escena adorable si esos malditos conejos deformados, según Hanako-kun, no tuviesen tan malas intenciones.

Yashiro sólo quiso algo de Boys LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora