•Connor•
Caminé presuroso por el pasillo hasta quedar frente a la puerta de color crema con decoraciones de mariposas y stickers con brillo, tan típico en ella. Toqué la puerta pero no oí nada ni siquiera respuesta de ella, toqué nuevamente y nada. ¿Qué estará haciendo? Giré en pomo de la puerta y noté que estaba abierta.
Por un momento creo que salió antes que yo pero recuerdo que no la he visto por la cocina para tomar el desayuno. Además, ¿para qué mamá me mandaría a buscarla si no estuviera?. Empujo la puerta y esperaba ver a una tierna princesa iluminada por el sol mañanero que se colaba por las cortinas de la ventana, rodeada de sábanas blancas mientras dormía plácidamente como en esas escenas de las películas de Disney.
Que equivocado estaba.
Parece que no conociera a mi hermana después de dieciocho años juntos, eso sin contar los nueve meses antes de nacer. Ella estaba boca arriba con las sábanas revueltas por toda la cama y el suelo, al igual que una de las almohadas. Uno de sus brazos descansa sobre sus ojos mientras que ronca como motor viejo y babeaba, hice una mueca de asco y me acerqué sin evitar sonreír por lo cómico del panorama.
Miré a mi alrededor y recordé que no estaba sola, había otras dos chicas, una sentada en el piso y recostada de la cama con los brazos arañados, arrugo el entrecejo tratando de encontrar algo que me indique qué le pasó. Busco a la otra pero no la veo a primera instancia. Estaba cerca del clóset con mucha ropa encima, la encontré gracias a la pierna que sobresale del montículo de telas. Parece que hubieran escondido un cadáver ahí.
El cuarto era todo un desastre, ropa por todos lados, bolsas de golosinas y botellas de refresco, una rebanada de pizza descansaba en la orilla de la cama ¿acaso hubo una fiesta aquí?. Pero qué cosas digo, obvio que hubo una fiesta, la cosa es que tan descontrolada estaba para que la habitación terminara en este estado tan deplorable. Parece un chiquero.
Paseo la vista al techo, esperando no encontrarme con un enorme agujero en él. Lo que encuentro me deja mas perplejo. ¿Qué rayos...?
«¿Qué hace el conejo allí arriba?» pensé.
Chess estaba envuelto en una manta que estaba amarrada a la lámpara que cuelga del techo como si fuera una amaca. Noté que tenía maquillaje mal aplicado por todo el pelaje por, posiblemente, haberse opuesto a que se lo pusieran. Eso explica los arañazos. La pajarita roja con su placa estaba sobre su cabesita como una diadema, parece que alguien fue invitado y no lo pasó muy bien que digamos.
Caminé hasta la rubia/castaña y la agité como maraca hasta que, después de tantas quejas y gruñidos, despertó.
—Oye, interrumpiste mi sueño de belleza. —reprochó con cansancio la perezosa de mi hermana.
—Sí, me deslumbras con tu belleza. —nótese el sarcasmo.
Me miró como si me quisiera matar pero yo sólo le regalé una sonrisa forzada. No estaba muy contento. Subí a la cama para bajar al pobre animalito, para ese momento ya mi hermana se encargó de despertar a las otras.
Bajé de la cama y no pude evitar reír cuando veo la apariencia de las chicas. Todas tenían el cabello hecho nido y lleno de porquería; Isabel, la que durmió dentro del clóset, parecía espanto con el maquillaje todo corrido.
Mis carcajadas resuenan en la habitación, son tan fuertes que apuesto mi computadora a que mamá las debe oír en la otra planta. Hace mucho que no me reía así. Paro cuando las féminas comienzan a atacarme con las almohadas.
—Eres un tonto. —habló Isabel.
—Para de reírte, no es gracioso. —ordena Camila, dándome un almohadazo en las costillas.
ESTÁS LEYENDO
Corazón de cristal © (La Búsqueda Del Imperio #1)
Science Fiction"Hasta el corazón más fuerte puede romperse..." *Prohibido la copia/plagio de esta historia o la difusión de su contenido por cualquier medio. Estos escritos son totalmente míos.