Capítulo 9

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•Connor•

Salgo del baño ya duchado, el agua cae de mi cabello mojando el piso y mi torso. Antes de ir a mi closet me paro frente al espejo y miro mi reflejo. Mi complexión es delgada y como no hago ejercicio no tengo el abdomen muy marcado a excepción de una línea que va desde mi ombligo hasta llegar al centro de mis costillas, mi cabello se ve más oscuro como siempre después de cada baño y está mas largo que la vez que me lo corté para quitar todo rastro del tinte rosa que Diana mandó a colocar aquella vez que fuimos a la peluquería. En aquel momento tuve que raparme para eso.

Arrugo el entrecejo cuando me doy cuenta de lo que hago. Hace mucho tiempo que no me detallo de esa manera frente al espejo, me arreglo pero siempre sin darle mucha importancia a mi apariencia.

Sacudo mi cabeza y saco unas prendas, me visto. Salgo del cuarto después de haber arreglado todo. Cuando cierro la puerta cuando oigo otra abrirse. Me doy vuelta y quedo con la vista clavada en sus ojos acaramelados con toques de azul.

De pronto siento como si estuviera en mi cuarto nuevamente, parado frente al espejo y ella es mi reflejo. Físicamente iguales pero distintos en actitudes. Es como si fueran dos dimensiones alternas. En la que estoy soy un chico inteligente, en muchas ocasiones reservado, muy detallista al grado de exagerar y responsable, o como mis amigos lo denominan, aguafiestas. En la otra soy todo lo contrario, una chica también inteligente pero que no aprovecha su talento, muy extrovertida, despreocupada y el alma de las fiestas. Tan distintos y a la vez tan iguales.

Desde siempre tuvimos nuestros roses pero jamás habíamos peleado. Hasta hace unos días.

—Connor —le doy los buenos días retomando mi paso hacia las escaleras. Ella se apresura y me alcanza antes de pisar el primer escalón—. Tenemos que hablar.

—No hay nada que hablar, Tylor. —mi tono de intolerante la toma por sorpresa pero eso no la detiene.

—Por favor déjame explicarte lo que... —la interrumpo.

—Ya has tratado de explicar esto muchas veces. ¿No te cansas ya de la misma cantaleta? Por que yo sí. —comienzo a bajar y justo antes de llegar a la planta baja, ella detiene mi paso a media escalera poniéndose frente de mí.

—Hermanito, han pasado meses desde que pasó aquello y no me has dirigido la palabra —corrijo, más de unos días. Levanto una ceja—. Bueno sí, pero sólo por cordialidad o para que mamá no se dé cuenta de nuestro estúpido pleito.

—Entonces para ti eso es una estupidez. —asiento apretando los labios para no gritarle por lo que acaba de decir.

—No me refiero a eso. —intenta corregir pero levanto una mano para que se calle.

—Ah, te refieres a las tantas veces que te escapaste con tu noviesito entre horarios de clases —baja la cara sabiendo que no tiene como defenderse ante eso—o por la ventana de tu habitación a altas horas de la noche a quién-sabe-dónde —me mira con los ojos bien abiertos. Por favor hasta mamá lo sabía—, cuando claramente te había dicho que no te quería cerca de él.

—¿Por qué no quieres que esté con él?

—Porque no y punto. —respondo entre dientes intentando no perder el control.

—Ni siquiera lo conoces. Jake es un buen chico, estudió, trabaja y me trata mejor de lo que tú lo has hecho estos últimos meses. —me señala elevando la voz.

Tomo aire antes de responder —Y qué quieres ¿qué te aplauda por lo que hiciste?. Ok —choco las manos lentamente una y otra vez—. Bravo, bravo por tu hazaña, Tailor.

—Connor, las cosas no son así. —repite una vez más con los ojos rojos.

—Oh no, claro que no. Tú no eras la que se fue aquel día a otro lado cuando otros se jodían la cabeza preguntándose en dónde estabas metida. No, ese era tu reflejo que salió del puto espejo. —mi sarcasmo hace su aparición en la conversación lanzando palabras cargadas de falsa gracia.

Corazón de cristal © (La Búsqueda Del Imperio #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora