•Connor•
Cinco horas. Cinco horas son las que han pasado desde que estoy en esta oficina. Cinco estúpidas horas desde que Tara realizó su jugada y terminó ganando ¿qué exactamente?, no lo sé. Pero gracias a ella es que no podré irme de la OSPC.
—¿Pero qué tiene que ver el trato con lo que Tara dijo? —le pregunto a Silverio por milésima vez.
Se endereza en su asiento como buscando paciencia para no echarme de aquí. Él suspira con pesar cansado de explicármelo pero aun así lo vuelve ha hacer.
—Connor, quiero que entiendas que lo que Tara te dijo anula por completo nuestro trato. —¿ven?
—Lo que no me explico es que en dónde dice eso.
—En ningún lado porque lo nuestro fue un trato hablado no escrito.
«¡Demonios!»
—Precisamente por eso lo digo, no hubo ningún contrato en donde yo pudiera leer la letra chica. —suelto con obviedad.
No podía creer que Silverio me esté haciendo esto. Digo, ¡me conoce desde que nací!
—Menos para que hayas aceptado un trato en el que hay que leer entre palabras que el viento se lleva, Price. —ataca Marian que se encuentra en el escritorio de su primo.
Sus palabras son un golpe fuerte que me trae a la realidad. Confié en que el sujeto frente a mí no me haría una cosa así por el simple hecho de que fue gran amigo de mi padre. Que equivocado estaba.
—¿Para qué me quieren? Yo no tengo la información que ustedes buscan, no les sirvo de nada —trato de hacerlo entender pero no funciona—. Todo esto sólo porque sé que estamos en la ciudad. —murmuro de mal humor.
El hombre frunce las cejas en un gesto que expresa confusión. Me mira por unos segundos en los que parece querer saber algo de mí, luego se dirige a Marian. Su cara parece pedir una explicación de algo que desconozco pero que sé tiene que ver con todo este asunto.
—¿Qué fue lo que le dijiste?
La castaña sigue garabateando en una hoja que le quitó a su primo como si no hubieran hablado con ella. Sus gestos son como lo de esos niños que están concentrados en hacer la tarea como la maestra se los a pedido.
—Que ahora será un reclutado en la OSPC. —levanta el papel en el aire admirando su obra. Luego se la pasa al chico a su lado y este niega entre risas por lo que ve.
Silverio la ve con interrogativa, como tratando de adivinar si eso es cierto. Pero Marian no se inmuta, ni siquiera le presta atención. El hombre deja escapar un suspiro, sube los brazos apoyando los codos sobre el escritorio y envolviendo las manos entre sí. Se pierde por unos minutos entre sus pensamientos y por un momento me parece ver duda en sus ojos, es tan rápido que es como si nunca hubiera estado allí.
—En ese caso, te puedes retirar. Marian te llevará al lugar donde te alojarás durante tu estancia aquí.
—¿O sea que no me quedaré?
—Sí, al menos hasta que el caso acabe. Ella te dará más detalles en el camino. —se levanta de su asiento y aguarda hasta que me vaya.
Rápidamente la castaña llega a mi lado y me pide que la siga. Salimos de la oficina y luego de las instalaciones. Las luces artificiales del lugar me hacen achicar los ojos para acostumbrarme, cuando eso sucede veo a varias personas cambiando de lado a lado ocupados en sus asuntos. Algunos pasan al lado de nosotros portando el traje con el logo de la organización, otros andan con bolsas de compras, carriolas con bebés dentro, niños jugando... Todo como en una vida normal.
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Corazón de cristal © (La Búsqueda Del Imperio #1)
Fiksi Ilmiah"Hasta el corazón más fuerte puede romperse..." *Prohibido la copia/plagio de esta historia o la difusión de su contenido por cualquier medio. Estos escritos son totalmente míos.