Capítulo 10

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•Connor•

Esto no puede ser, de verdad que no puedo creer lo que acabo de oír. Creo que estoy soñando, por favor que alguien me pellizque. De todos los lugares del mundo. Corrijo, de todos los peores lugares del mundo tenía que acabar en éste. Señor, si es que existes respóndeme: ¿Qué hice para merecer esto?

Creo que voy a tener un grave ataque de ansiedad porque no he dejado de mover la pierna desde que María me dijo mi ubicación. O creo que ya lo tengo, ¡ah! ¡ya no sé que demonios estoy pensando!. Y no sé si la chica me está jugando una broma o tengo cara de payaso hoy. No ha dejado de mirarme con notable diversión y muerde su labio inferior para no reír.

Yo no le veo lo gracioso.

—Pues yo sí —la miro como si le hubiese salido una segunda cabeza. ¿Acaba de leer mi mente?—. No, estabas hablando en voz alta. Justo como ahora. —y suelta una risotada que me irrita de sobremanera.

Paso mis manos por mi cara y mi cabello despeinándome más de lo ya estaba.

—Toma un poco de agua, te va a servir para tu mini crisis —me tiende el vaso con agua. Yo me alejo de ella con notable desconfianza—. Connor, bebe. No te voy a envenenar ¿Lo ves? —dice a la par que da un sorbo—, tiene yapo y según Georgia es bueno para el estrés.

Si primero estaba desconfiando ahora lo hago más. ¿Yapo? ¿Qué diantres es eso? ¿Acaso es nombre o lo acaba de inventar?

En todo el rato que llevo aquí no me había dado cuenta de que no estábamos solos. Otra voz anuncia su presencia mientras que su dueña no para de mirar con diversión a su compañera.

—Yapo es una planta medicinal perteneciente a la familia de las Labiadas y su nombre científico es "Verbena officinalis". Es conocida con muchos nombres: herba dos ensalmos, verbena negra, verbena del campo, wirwina, biribina, yerba de los hechizos o simplemente verbena —explica como si estuviera hablando de las agujetas de un zapato. Se nota que tiene experiencia en el tema—. Toma un poco, te va relajar.

Esta vez, sin darle mucha vuelta al asunto, bebo del vaso unos tres tragos y lo vuelvo a colocar sobre la mesita. Georgia sonríe satisfecha, camina hasta otra mesa en donde hay algunos papeles regados y se concentra en eso.

—María...

—Marian. —corrige sentándose a mi lado.

—Como sea. ¿En dónde estoy? —interrogo mucho más calmado, la infusión haciendo lo suyo en mi sistema.

—Creo que eso ya lo sabes. Estas en la OSPC. —giro los ojos. Eso ya lo sé.

—Me refiero a qué lugar en específico. Tal vez el desierto, Alaska, en medio de océano. No sé, sólo dime en dónde.

—Lo lamento pero me estaría sentenciando a una muerte segura si respondo eso. —entonces esto es grave en verdad. Si la matarán por eso debo de estar en un lugar muy peligroso.

—Entonces ¿Qué hago aquí?

—No es mi problema —entrecierro los ojos ante su no tan buena respuesta—. No me mires así, lo digo porque no sé la respuesta a eso.

Un pitido me pone alerta. Marian se levanta y lleva su mano a su oreja derecha.

—Diez aquí. —dice a la nada.

Voltea hacia mí y me fijo que tiene un comunicador en su oreja. Me sonríe a la par que hace un ademán de que espere.

No sé que le dice la persona al otro lado pero ella abre mucho los ojos y levanta las manos al cielo como si agradeciera a quién quiera que sea que esté allá arriba. La imagen me causa gracia y por primera vez desde que estoy aquí sonrío. Marian es muy agradable, a pesar de que es una de mis secuestradores.

Corazón de cristal © (La Búsqueda Del Imperio #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora