Capítulo 8

11 3 3
                                    

Recibo las hojas llenas de notas y las leo una a una dando uno que otro consejo como: pon esto, quita aquello, les doy unas sugerencia que les pueden gustar, y así. El timbre de mi teléfono vibra en mi pantalón, arrastro la silla hacia atrás y me levanto sacando el aparato de mi bolsillo para apagar la alarma.

—Bueno, chicas, se acabó la clase— recojo mis cosas y las meto en mi mochila. Las chicas de primer curso comienzan a lanzar quejas pidiéndome que me quede o proponiendo ir a otro lado para "despejar la mente" —. Nos vemos.

Salgo de la biblioteca despidiéndome de la bibliotecaria, quien me lanza un beso chulesco como despedida. Estiro mis manos haciendo como si atrapara un objeto en el aire y las llevo al lado izquierdo de mi pecho, guardando ese beso junto al resto desde aquella vez que me quedé hasta muy tarde con ella, ayudándola a organizar los libros en sus respectivos lugares.

Unos se avergonzarían porque una señora de setenta y tantos haga esas cosas en público, a mi me tiene sin cuidado, es mávolteoocasiones, cuando quiero hablar con ella para pedirle un libro u otra cosa, me refiero a ella como "amorsito". Es sólo un tonto juego inofensivo entre una viuda y yo.

—Lo sabía. Te cogiste a Abigail. Ya se me hacía extraño que esa ogra fuera tan cariñosa contigo.— volteo los ojos por el comentario tan estúpido de mi amigo.

—No seas idiota, yo no soy un hambriento sexual como tú, Kim. Y si lo fuera no andaría buscando viejas, por favor— si Abi me oyera se sentiría ofendida, pero es solo para callar a este bruto —. Además, a Luke lo trata bien.— señalo al chico a mi derecha.

—Ni tanto.— contesta el susodicho mirando al frente como si no estuviera prestándonos la más mínima atención.

—Si de esa respuesta hubiera dependido mi vida, ya estaría muerto.— me quejo con falsa decepción hacia él por no apoyarme.

—Que rubio tan dramático.— gira los ojos y se adelanta para comprar alguna golosina en la máquina expendedora.

¿Me dijo dramático?

Quiero insultarlo cuando veo a una cabellera negra pasar a mi lado. Le aviso al moreno  que iré a resolver algo y este lo que hace es lanzar un silbido agudo. Arrugo el entrecejo, volteo y me doy cuenta el por qué de su acción, una chica, muy hermosa he de admitir, pasó por su lado conteneándose. Niego con la cabeza y sigo mi camino. Ahora sé quien será el casamentero sustituto de Adrián para cuando él termine de estudiar.

Imito el rumbo que tomó la persona y noto que se dirige a los baños. Y el recuerdo de aquel día me golpea junto a una descarga de electricidad que recorre mi columna vertebral poniéndome la piel de gallina. Me apoyo en la pared a la espera de que salga.

Hace una semana que no sé nada de Tason, parece que se lo hubiese tragado la tierra. Pero así es mejor, no tengo que estarme preocupando por su presencia.

La puerta del baño de chicas se abre y la pelinegra sale arreglándose las cuerdas de su mochila. Me paro frente a ella y me mira.

—Hola, Diana.— saludo con una sonrisa amistosa para que no se asuste.

—Hola, Connor. ¿Qué pasa?— sonríe de la misma forma.

—Nada, solo— suspiro pasándome una mano por el cuello —quería disculparme por la actitud de mi amiga el otro día.

Su sonrisa se debilita y la comisura de su labio tiembla. Pasa la punta de su lengua por estos para disimularlo pero ya era demasiado tarde, me he dado cuenta.

—Tranquilo, no pasa nada— me hago a un lado cuando da un paso para continuar su caminata —. No estoy enojada por lo que dijo. Además, ella tiene razón, no debía estar ahí si era un tema muy privado para ustedes. Estuvo en todo su derecho de decirme lo que me dijo.

Corazón de cristal © (La Búsqueda Del Imperio #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora