Capítulo 2

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Tsunade.

- Señora Tsunade, hay una muchacha que desea hablar con usted -oigo la voz de la asistente.

- Gracias, has que pase -dije.

La puerta de mi despacho se abre y veo entrar a una joven que no aparentaba tener más de unos veinte años, de estatura y peso normal, de leves curvas. En su cabello azabache se distinguía un mechón de color blanco, el cual se encargaba de resaltar sus ojos grisáceos.

Había visto su cara antes, estaba segura. Se me hacía muy familiar pero no podía recordar de dónde la conocía.

- Sí, ¿Qué se te ofrece? -pregunté aún pensando en ello.

- Em... yo... -la muchacha se calló-... lo siento, señora -se disculpó-. Mi nombre es Misaki Ai, y vengo en busca de su ayuda.

En ese mísero segundo recordé, la recordé a ella. Era nada más ni nada menos que la multicampeona nacional de Katana, Misaki Ai. Recuerdo perfectamente haber leído sobre ella un par de veces en el diario.

Sus padres son unos empresarios exitosos, al igual que el resto de su familia. Pertenecían a la alta sociedad. Ahora que lo recuerdo, también tiene un hermano, o mejor dicho tenía. Así es, él se llamaba Haru si es que no me equivoco, quien trabajaba en la ANBU y falleció hace no mucho tiempo atrás.

- Oh... siento mucho la pérdida de Ichiru Haru -dije firme, tal vez soné un poco dura.

- En realidad, señora Hokage, vine a pedirle un favor... -mencionó susurrando al final. Su voz se iba desvaneciendo.

- Y... ¿De qué clase de favor estamos hablando? -pregunté.

- Como verá, existen ciertos estereotipos en esta sociedad sobre ciertas cosas, y una de ellas es que las mujeres no servimos para lo que es el arte shinobi. Nos creen débiles -hizo una pausa antes de continuar-, quiero vengar la muerte de mi hermano y para llevar a cabo aquello, necesito aprender más cosas -sentenció.

- ¿Tus padres están al tanto de esto, que has venido a verme? -mencionó.

- No, pues... ellos son parte de los que creen que una mujer no debe dedicarse a este tipo de cosas, sobre todo mi padre.

- Mhm, ya veo... -sabía perfectamente cómo debía sentirse ella en estos momentos. Después de todo, yo también lo he vivido-... entonces, tu quieres que te ayude ¿No?

- Si, así es.

- Bien, pero hay un problema -dije.

- ¿Ah? -contestó claramente confundida por mi observación.

- Últimamente no tengo tiempo como para entrenar discípulos -contesté.

- Ya veo... -murmuró cabizbaja-... creo que... entonces debería irme, no quiero seguir robándole su tiempo -lucía triste.

- Yo dije que no tenía tiempo para entrenarte yo misma, pero nunca dije que no conociera a otras personas de mi confianza que podrían perfectamente ayudarte -una sonrisa se ensanchó en su rostro.

Y en ese momento, mientras que en mi cabeza repasaba cada uno de los expedientes de todas las personas calificadas para este tipo de tareas; en un periodo corto, recordé a alguien. Recordé a alguien que hoy en día ya contaba con un grupo, un grupo élite; sin embargo creo que si todo lo que he oído y leído sobre esta joven es cierto, podría encajar fácilmente en un grupo como aquel.

Sin dudas, él sería el mejor.

Mi Sensei [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora