Capitulo 4

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Misaki Ai.

Maldije mil y un veces el hecho de que el estúpido templo se encontrara en medio del bosque, seguí avanzando, esperando que mi adorada capa negra no se me hubiera estropeado todo con el maldito lodo.

Ya casi llegaba.

Al pisar el primer escalón logré divisar a alguien que no esperaba ver.  Lo observé por detrás, estaba hablando con alguien, parecían discutir.

En el momento en que se dió vuelta, ya no tenía ninguna duda sobre quién podría ser. Era imposible no reconocer ese sedoso cabello color negro azulado.

Rápidamente corrí hacia unos arbustos que yacían cerca, donde podía escuchar o mejor dicho “espiar” la conversación que tenía Jade con aquella persona, completamente desconocida ante mis ojos. Era un hombre, tenía una voz grave y serena. No sabía que era pero estaba segura de que aquella voz tenía algo especial que me provocaba cierta atracción hacia él.

— No lo sé, Jade… —lo oí decir—... Todavía no llega.

— Yo conozco a Misaki Ai —, lo interrumpió de una forma lenta y con un leve susurro—. Su hermano, él era mi mejor amigo, nos conocíamos desde niños….

— De cualquier manera, ya debo volver con los demás… no tengo tiempo para perder —mencionó.

- ¡Oh vamos, solo un minuto más! —Oí que Jade suplicaba.

¿Quién era él? ¿Qué era lo que los unía? ¿A caso ellos eran amantes?

De cualquier forma yo ya debía salir de mi escondite y subir las escaleras.

Rodeé el templo ya que no quería que se dieran cuenta de que los había estado observando. Encontré lo que estaba buscando, la puerta trasera.

Entré y delante mío me encontré con un grupo de pupilos del Sensei, todos ellos debían ser mis compañeros. Se dieron vuelta para ver al recién llegado, ósea yo, o probablemente creyeron que sería el Sensei.

Antes de observarlos detalladamente a cada uno de ellos, busqué con la mirada si la persona misteriosa con quién Jade hablaba, ya había entrado. Pero no, todavía no aparecía.

— ¿Y tú quien eres? —me preguntó una chica rubia, tenía un rodete, pero lo único que pude ver de ella fue que vestía completamente de morado. Del cual no era muy fan que digamos.

Sin contestar, ignorándola completamente, avancé sigilosamente por el dojo observando determinadamente, escondida por la capucha de mi gran capa, los que se encontraban allí.

Un muchacho de cabello rojizo con unos grandes ojos de color marrón, me increpó interviniendo en mi camino de manera brusca.

— Hana te ha preguntado quién corno eres. Responde —dijo él.

Me negué a responder y miré al otro muchacho que se encontraba a su izquierda. Aquellos ojos azules se destacaban de su cabellera negra, tan oscura como la noche,  y me miraban tratando de traspasar la oscuridad que producía mi capucha, haciendo imposible de ver mi cara.

Los ignoré; me dirigí a una esquina empujando al chico de cabello rojizo para poder pasar, y me senté sobre una escalera. Miré a la única figura que me faltaba, era un chico alto, morocho de ojos anaranjados. Se encontraba detrás de los últimos dos chicos anteriores, al darse cuenta de que era el único a quién miraba sonrió cálidamente.

En ese preciso momento escuché el rechinido de la puerta, justo a pocos metros de donde yo me encontraba sentada. Escuché sus pasos acercándose hacia mí, sentí su esencia, era distinta a cualquiera que haya olido antes, era única.

Paso su mano por mi hombro como si quisiera llamar mi atención, temerosa levanté la mirada solo un poco. Cuando me sentí lista dejé de ver su cintura y subí la mirada hasta su cara, llevándome una sorpresa.

Un rostro maduro, con unos rasgos muy finos… pero lo que más llamo mi atención fue el que tuviera tapada la boca, la cual seguramente sería tan bella y fina como su rostro. Su pelo gris estaba peinado de una manera única, una mínima parte de su cabello se encontraba peinado hacia un costado dándole un toque juvenil.

Era notorio que me estaba hablando, ya que después de todo, la fina tela que cubría su boca se movía al compás de sus labios, provocando cierto deseo en mí. Además era bastante obvio que no sabía de qué me hablaba, ya que, solo permanecí en silencio concentrada en su mirada, había algo que me tenia cautiva de aquellos ojos tan bellos, pero no sabía que era.

Sin previo aviso, el se encontraba sobre mi observándome aun más de cerca, me tomo de las muñecas y con un leve tirón me atrajo hacia él. Miro por el rabillo del ojo a sus pupilos, haciéndoles una seña para que se largaran. Los demás, quienes nos observaban anteriormente, al ver la seña, fijaron su vista en mí una última vez y salieron por la misma puerta por la cual yo había entrado antes.

Fije mí vista de nuevo hacia aquel hombre que tenía frente a mí sosteniéndome, volviendo a posar su mirada en mí, coloco su otra mano en mi cintura acercándome aun mas a él.

Hana se volvió por última vez hacia nosotros y me lanzo una mirada furiosa, sin embargo, el chico que tenía unos bellos ojos azules volvió por ella y se la llevo del brazo, con fuerza.

-Mizaki Ai, ¿Verdad?-. Dijo él.

Por primera vez, había escuchado una vos tan bella.

Mi nombre sonaba increíblemente bien saliendo desde sus labios.

Aquellos que desearía poder ver alguna vez.

Mi Sensei [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora