Capitulo 8

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Memorias Kakashi I

Siempre he estado solo, cuando mi padre se suicidó era muy chico; mamá había muerto hace mucho tiempo atrás. Fue mi padre quien me motivo a ser shinobi, el fue siempre mi modelo a seguir. No había nada que advirtiera como terminaría esta, no muy, historia feliz.

El suicidio de mi padre fue algo que marcó mi infancia, incluyendo básicamente toda mi vida. Haber entrado a escondidas a su cuarto y verlo muerto, fue la peor cosa que pude haber hecho. 

Desde aquel día he aprendido solo una cosa, a no confiar en nadie, solo contar conmigo mismo; después de todo ser huérfano no era lo peor que podía pasarme, aunque no fuese lo más lindo. Desde entonces me esforcé a más no poder en mis técnicas, una parte de mi me decía que iba por buen camino, por eso decidí continuar con aquella corazonada.

De a poco fui ganando experiencia, fui escalando hasta la cima, derrotando y sobresaliendo del resto; así llegue a convertirme en un ninja de alto nivel, una parte de ello se lo debía a mi sensei, Minato Namikaze quien fue quien me recomendó para las listas de inclusión de la ANBU.

Por suerte en cierto momento, conocí a mis grandes amigos y compañeros de equipo, Obito y Rhin. Esta última siempre se preocupaba por Obito y por mí, quienes siempre andábamos de roñas; fue entonces cuando por primera vez desde la muerte de mi padre, deje de sentirme solo, mi corazón se había abierto a ellos, mis amigos. 

Las misiones en las que íbamos juntos con el sensei eran bastantes predecibles; lográbamos superarlos fácilmente, congeniábamos de maravilla. 

La verdad es que nos entristecía un poco cuando el sensei nos dijo que desde que lo habían nombrado Hokage ya no sería posible pasar tanto tiempo juntos como solíamos hacerlo antes. Con Obito y Rhin nos seguimos esforzando hasta que llegamos a estar entre los mejores estudiantes shinobis de confianza, de vez en cuando Minato se hacia un hueco para poder visitarnos y volver a ser nuestro sensei; luego los tres lo veíamos partir, Obito siempre decía que algún día quería llegar a ser como él.  Ser hokage, el primer hokage del clan Uchina; siempre había sido así, siempre el mas soñador de los tres. 

Muchos creían que sería capaz de lograrlo; sin embargo, los planes de aquel chico entusiasta no pudieron llegar a contratarse. Obito murió en una misión especial de la ANBU,  encima para variar el líder de nuestro escuadrón era yo mismo. 

Yo.

La culpa, la tristeza de haber perdido a mi mejor amigo me consumió hasta tal punto en que la de presión que iba en aumento, cada vez mas y mas. Obito me había pedido con su último aliento y esfuerzo que protegiese a Rhin como el mismo, tal cual como el lo hacia; sin embargo le  fallé y Rhin murio.

Perder a Rhin y a Obito en un intervalo de tan poco tiempo me desvastó, tanto así que tanto como en mente y alma me sumí en una oscuridad total. Nada volvió a ser lo mismo, yo no volví a ser el mismo. Muchos fueron quienes intentaron curarme de ese "mal", como muchos lo llamaron, sin embargo iba a permanecer alejado de todo y todos por mucho tiempo más. O eso era lo que yo creía, porque cuando la conocí  todo volvió a cambiar en mi vida.  Fue ella quien sanó mis heridas, poco a poco hasta que cicatrizarón.

Jade.

La tarde en que la conocí fue una en la que me encontraba regresando a mi casa, luego de un arduo trabajo. Casi llegando en el camino bajo  la lluvia, me acordé que debía  ir a comprar; suspiré, odiaba ir de compras y más hoy. Estaba agotado, exhausto, sudado, con sueño; definitivamente quería ya volver a mi casa. Finalmente compré el alimento para mi gatita, Viin. Hace unas semanas la había recogido de la calle, rápidamente habíamos congeniado bien y desde aquel entonces Viin siempre se hallaba a mi lado;  cuando me iba a dormir ponía sus suaves patitas blancas sobre mi e inevitablemente  comenzaba a ronroñar sobre mi cuello. Había que admitir que era muy apegada a mí.

Mi Sensei [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora