Capítulo 11: Bienvenida

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Capítulo XI

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Capítulo XI

Steve aún recordaba la mirada cargada de dulzura que le dirigió Nat al pronunciar aquella simple palabra que le puso el mundo de cabeza. Estaba seguro de que la mantendría en su memoria hasta el día de su muerte. No podía creer lo afortunado que era. Le había rogado a Dios que se la devolviera y ahora la tenía con él, sonriéndole. Le respondió la sonrisa con una más amplia y abrió la boca para decirle algo cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.

– ¡Nat! – exclamó Clint Barton entrando como una tromba, acercándose a su amiga con un rostro que mostraba tanto el alivio como la preocupación. Antes de que pudiera tocarla, Steve le detuvo un brazo y negó levemente. Clint lo miró extrañado y luego desvió sus ojos hacia Natasha.

– Hola, Clint...– saludó ella y le dedicó una ligera sonrisa que no llegó a sus ojos. El arquero no entendía que pasaba ahí.

Algo le había comentado Wanda sobre las secuelas que el secuestro había tenido en su mejor amiga, pero él no lo había creído posible. Había visto a Natasha sobrevivir a escenarios aún más fuertes que ese y salir indemne. Algo había cambiado en ella. Su mente se llenó de preguntas sin respuesta. Se sentó a los pies de la cama y le dedicó una sonrisa conciliadora.

– ¿Cómo te has sentido? Laura y los niños te mandan saludos...– ambos amigos comenzaron a hablar animadamente, poniéndose al día sobre los acontecimientos recientes.

Steve se levantó de su asiento. Lo mejor era que los dejara solos. Se excusó diciendo que iría a comer algo y le dedicó una ligera caricia en la mano a Natasha antes de despedirse de Clint con un apretón de manos.

– Te veo luego– dijo saliendo de la habitación. Ambos lo vieron salir en silencio y Clint volteó hacia ella con una ceja alzada.

– ¿Qué fue eso?

– ¿Qué cosa?

– Dejaste que te tocara, Nat. Wanda me dijo que, por lo que pasó...– se aclaró la garganta antes de seguir– no querías que nadie te tocara.

Natasha se encogió de hombros, ligeramente.

– No me da miedo que él me toque, Clint. Él me sacó de ahí, ¿sabes? De algún modo, su presencia me hace sentir más segura...

– O sea que sigues enamorada de él, ¿no? – Natasha frunció el ceño al oír aquello– Laura me lo dijo, pero no quise creerle.

– Yo no estoy enamorada de él, Clint. Él merece algo mejor, algo que yo no puedo darle. Es demasiado bueno para mí...– la mujer bajó la mirada a sus manos, evitando los ojos de su mejor amigo. Detalló las marcas violáceas de sus muñecas y las pequeñas cortadas que aún decoraban su piel.

– Nat, te diré algo. Y no le digas a Laura, o me matará...– el arquero tomó aire pesado antes de tomarle la barbilla para hacer que lo mirara. Natasha dio un ligero respingo, pero no le dijo nada– Tú eres la mujer más maravillosa que he conocido en mi vida. Si no hubiera conocido antes a Laura, te juro que me hubiera enamorado de ti. Tienes tanto amor que ofrecer, Nat... no te cierres ante la posibilidad de ser feliz. Sé que Steve te quiere, eso podría verlo hasta un ciego. Wanda me dijo que no ha comido, ni ha dormido estos días por estar a tu lado. Que parecía muerto en vida hasta que te encontraron... y me dijo lo que le hizo a Azimov.

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