Capítulo 15: Yo

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Capítulo XV

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Capítulo XV

Natasha se sentía culpable. Culpable y triste y confundida. Había sucumbido a la presión, a aquella frase que desató en ella una serie de recuerdos desgraciados que la llevaron a perder el control. Y ahora Steve estaba herido. Por mucho que él dijera que estaba bien, que sólo había sido un rasguño, ella no podría jamás sacar de su cabeza aquella expresión de dolor que le había provocado. Eso era lo que más dolía: que era ella la que le había hecho daño. Apenas llegaron a la torre, se escabulló del jet y huyó del complejo.

Ignoró las voces que la llamaban, la mirada preocupada de Steve, los gritos de Wanda. Robó una moto del garaje y salió apresuradamente, sin darle a nadie tiempo de seguirla. Sabía cómo desaparecer sin dejar un rastro detrás de ella. Y eso fue lo que hizo. Comenzó a recorrer la ciudad, sin saber muy bien adonde ir o qué hacer. Sabía que Steve se preocuparía por ella, que querría salir a buscarla, pero no quería que la encontrara. Tenía que ordenar sus pensamientos, en primer lugar. La terapia estaba mostrando resultados, al igual que la medicación. Pero, aquello no era la respuesta definitiva.

Tenía el apoyo de sus amigos, del hombre que amaba, de su organización, de la doctora Taylor... todos ellos formaban una red de seguridad bajo ella, siempre preparados para contenerla, para sostenerla. Pero, no era suficiente. Nada parecía serlo. Se detuvo al llegar a Central Park. Estacionó la motocicleta y dejó que sus pies la llevaran. Su cerebro parecía haberse desconectado por un momento. Hacía frío, por lo que enterró sus manos en sus bolsillos y dejó salir el vaho de su boca, hasta que se sentó en uno de los bancos que rodeaba el lago central del parque.

Aquel paisaje helado y blanco le recordó a su natal Rusia. Recordaba haber visto aquella escena cientos de veces mientras la entrenaban. El frío era un buen escenario para templar la voluntad de aquellas muchachitas frágiles que habían traído de toda Rusia para convertirlas en maestras de la muerte. Después de todo, cualquiera puede quitar una vida, pero el hacer sufrir es un arte que no todos son capaces de manejar. Por su mente pasó aquel día en que las sumergieron por primera vez en el agua congelada, atadas de pies y manos para que aprendieran a liberarse.

Nunca olvidaría su cuerpo aterido, el peso del agua, aquel líquido helado que parecía apuñalarla hasta que logró salir. Recordó el temblor de su cuerpo, y cómo los hombres que las vigilaban retiraron los cadáveres de aquellas que no sobrevivieron con un gancho de pescar. Por un momento, un pensamiento cruzó por su mente. Ella era una mujer que había conocido el infierno y había sobrevivido. Conoció el dolor, el frío, el hambre, la violencia, la sangre y la oscura condición humana a la edad en que otras niñas aún juegan con muñecas. Y sobrevivió.

Sobrevivió a todo lo que se le puso por delante y a todo lo que dejó detrás. Su imagen de sí misma siempre había estado corrompida por la culpa, por los remordimientos que le provocaban sus acciones pasadas. Pero, comprendió que aquello sólo era un lastre para ella. Y de pronto, un nuevo sentimiento pareció llenarla poco a poco. Era orgullo. Se sintió orgullosa de sí misma por primera vez en su vida. No sólo había buscado salir adelante, dejando atrás la oscuridad, sino que había tenido el valor para resarcirse de su pasado al ayudar a los demás. Se había convertido en una Vengadora.

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