Capítulo 5: Carrera contra el tiempo

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Capítulo V

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Capítulo V

Steve caminaba de un lado a otro, mirando impaciente como Hill tecleaba en una computadora buscando la ubicación de Natasha. Sentía que estaban perdiendo el tiempo como locos. Habían sido horas las que tardaron en llegar a la base, horas en las que Natasha había estado en manos de esos criminales. Ni siquiera se había quitado el uniforme, y no había querido comer ni descansar. Apenas aterrizaron se lanzó fuera del jet, corriendo al centro de mando para pedir ayuda.

Los técnicos que se encontraban de guardia en ese momento lo miraron extrañados y confundidos, sin entender lo que les exigía a los gritos. Por fortuna, Wanda y Sam mantuvieron la cabeza un poco más fría y ubicaron a Hill en las instalaciones y le explicaron a grandes rasgos lo que había ocurrido. Entraron al centro de mando justo cuando Steve zarandeaba como un muñeco a un técnico, sosteniéndolo de las solapas del uniforme.

– ¡Steve! ¿Qué estás haciendo? – exigió saber Hill, con las manos en las caderas.

– ¡Le dije que buscara a Nat y no me hace caso! – explicó él, alterado, aún con el pobre hombre entre sus manos.

– ¡Bájalo, Steve! ¡Ellos no tienen autorización para buscar el paradero de un agente de alto nivel! – Steve pestañeó un par de veces antes de mirar al técnico y bajarlo con cuidado.

– Lo siento... – murmuró avergonzado, acercándose a María – Encuéntrala, Hill... por favor...– pidió en voz baja, mirándola de un modo que ella nunca había visto antes. Jamás había visto a Steve tan desesperado.

– La encontraré, tranquilo – murmuró, acercándose a uno de los ordenadores. Se sentó frente a él y comenzó a teclear furiosamente. Entonces inició el paseo nervioso de Steve, recorriendo la pequeña sala de un lado a otro como un león enjaulado. Wanda y Sam estaban también ahí, sentados, esperando. La llegada de Stark los sorprendió.

– ¿Porqué la cara de funeral? ¿Quién se murió? – preguntó echándose un puñado de semillas de girasol a la boca. Steve le dirigió una mirada tan furiosa, que Stark retrocedió un paso– ¿Qué? ¿Qué pasó? – entonces se dio cuenta. Alguien faltaba– ¿Dónde está Romanoff?

– Azimov se la llevó– respondió Wanda, desanimada.

– ¿Qué? ¿Cómo que se la llevó? ¿Adonde? – preguntó asustado. Natasha se había convertido en una buena amiga, después de todo. Perderla no era una sensación agradable.

– Eso es lo que tratamos de averiguar, Stark – respondió Hill, rodando los ojos antes de volver a concentrarse en triangular la posición de Romanoff en el mapa. Stark dejó su bolsa de frutos secos a un lado y se acercó al lado de Hill, empujando su silla para buscar él mismo. Cinco minutos después, se irguió y miró a sus compañeros.

– El rastreador indica que está en las afueras de Barnaúl, en Siberia– afirmó.

– Bien, nos vamos– sólo necesitaba Steve para comenzar a moverse nuevamente.

Poco importaron los gritos de Maria Hill llamándolo, pidiéndole que primero hablara con Fury. Ya sabía donde estaba e iría por ella. Sólo necesitaba el jet y a Tony, ya que él podría rastrearla. Nick Fury le salió al camino, seguramente alertado por Hill. Ese hombre estaba en todas partes. Lo miró fijamente con su ojo bueno y Steve se detuvo en seco, apretando los puños.

– Déjame pasar, Fury. No quieres estar en mi camino en este momento– amenazó Steve, con la mandíbula tensa.

– Capitán, no es necesaria la amenaza. Me interesa tanto como a usted tener a Romanoff de vuelta...

– ¡No! A nadie le interesa tanto como a mí... yo la perdí, Fury. Yo no fui capaz de protegerla. Yo debo recuperarla...– vociferó Steve, haciendo que el hombre del abrigo alzara una ceja.

– La amas – afirmó. Steve tragó pesado y bajó la mirada un segundo. Ya nada conseguía con negarlo.

– Sí, la amo. Por eso debo recuperarla. Si algo le pasa a Natasha, el único responsable seré yo – Fury asintió.

– Es verdad, cap. Es tu responsabilidad. Pero, no dejaré que vayas solo. Con perder a una agente por un día es suficiente– afirmó– ¿Quién irá contigo?

– Yo iré con él, Fury. Si no, este anciano podría perderse por el camino y ¿a quién molestaría entonces? Vamos a recoger a la arañita, capipaleta – Stark se les acercó a paso rápido. Le dedicó una pequeña sonrisa a Steve. Todos ya sabían lo que ellos sentían el uno por el otro y Tony no podía dejar de identificarse con él. No mucho tiempo atrás había estado a punto de perder a Pepper a manos de un lunático y comprendía perfectamente lo que estaría sintiendo el anciano en ese momento.

– Nosotros también vamos– dijeron Wanda y Sam. Se sentían culpables. Todos habían estado allí y ninguno había sido capaz de hacer nada. Ahora el momento de resarcirse.

– Bien, váyanse pronto– apuró Fury– De lo demás nos encargamos nosotros. Tendré un equipo médico esperándolos. La doctora Cho llegó hoy, quizás sea necesario...– Steve asintió. No quería pensar en ello, no quería ni siquiera imaginar que algo malo pudiera haberle pasado, pero era mucho mejor estar preparado ante cualquier eventualidad.

Los cuatro miembros del equipo asintieron y se apresuraron hacia el hangar. Aquella era una carrera contra el tiempo. Abordaron la nave y de inmediato se dirigieron a su destino. Steve iba rezando entre dientes. "Por favor, que esté bien...". Sólo rogaba a Dios que alcanzara a llegar con ella, que no le hubiesen hecho daño. "Espérame un poco más, mi amor...Ya voy por ti". 

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