Trato

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Habían pasado aproximadamente dos horas desde que el dictador se alejó de Argentina. Un guardia habia pasado con una bandeja descartable con arroz y un vaso con agua, realmente no era mucho pero lo llenaba. Pero luego de comer su mente estaba en blanco, no pensaba en nada, se podría decir que estaba descansando, de cierta forma.

Sus extremidades dolían de una forma extraña, era un dolor molesto y constante pero a la vez un poco suave a lo que estaba acostumbrado. Sus muñecas eran las que mayoritariamente dolían de manera intensa y aguda sólo cuando él decidía moverlas, al igual que su estomago, por eso simplemente se recosto en el suelo con ambos brazos sobre sus piernas. Se sentia agotado, pero a la vez le resultaba imposible cerrar los ojos. Sabía que algún día tendría que dormir pero no quería aceptarlo, sólo por tener a ese sádico dictador.

"Pa~" resono de repente en su cabeza. Su garganta se vio presionada por las lágrimas y el estómago se tenso con unas inmensas ganas de salir de ese lugar. "Pa", así lo llamaban siempre sus hijos, de los cuales actualmente no sabía nada sobre ellos. Era bastante obvio que la represión habia llegado también a sus provincias, pero la pregunta que lo carcomía era "¿cómo están?". Esa preocupación habia saltado tan de repente en su cabeza que no le dio tiempo de ordenar todos sus pensamientos, recuerdos y emociones enmarañados. ¿qué les paso a sus provincias? Temía que estuvieran encarcelados al igual que el o que fuesen torturados sin el consentimiento de nadie. No podía creer en las palabras de dictadura, quería comprobar y ver con sus propios ojos que sus provincias estén a salvo.

Una lágrima inconciente resbaló suavemente por su mejilla. Sus queridos hijos, estaban en peligro, y el no sabía nada al respecto. Todos estaban en peligro.

Se lamentó de nuevo por ser tan débil y no tener la fuerza necesaria para luchar por sus tierras, lo único que más deseaba proteger. Sus fuerzas Armadas se habían fortalecido notoriamente para soportar cualquier amenaza, pero jamás pensó que se vendrían en su contra. Él se confío de que ningún extranjero pudiera atacarlo, sin percatarse de que el conflicto podría ser más bien interno. Se sentia traicionado, decepcionado de su población. Él siempre busco el mejor futuro para ellos a pesar de ser un "tercermundista" y tener que lidear con los prejuicios sociales, la economía inestable, sus grietas. Pero su gente seguía descontenta con lo que pasaba, con el, parecía que ya nadie tomaba en cuenta sus sentimientos y nadie veía su sacrificio. A veces se sentía odiado y despreciado por aquellos que quería. Su pueblo. Vivía rodeado de sus críticas, todo el tiempo. Sabía que no era el país perfecto, pero le dolía como una apuñalada cuando escuchaba frases como "este país es una garcha", "es una reverenda mierda Argentina", sea cómico o no, le dolía de ambas formas como pensaban algunas personas que lo hacían lo que es actualmente. "Boludo, caímos re bajo", "yo la verdad me quiero ir de aca", "este país del orto me toco", "hay que ser como Canadá"... siempre otros países le servían de ejemplo para mejorar internamente, pero luego de tanto desprecio se le hacía imposible no sentirse culpable por no darles la vida que siempre merecieron... Se sentia una mierda, y más en este estado...

"Es verdad" pensó "soy todo lo que dicen... soy una garcha, una mierda, una porqueria... ellos tienen razón..." Sus lágrimas caían una tras otra desorientandolo de donde estaba. "Los quise proteger, siempre los quise proteger, pero nunca puedo proteger a nadie..." un sin fin de sollozos se presentaron saliendo de manera atropellada de su garganta mientras lloraba "nunca quise lastimar a nadie, pero siempre que todo esta bien, que todo se arregla vuelve a ser igual" cubrió su cara con ambas manos ignorando el dolor agudo que aun tenía en ellas.

Arg: -renuncio...- dijo en casi un susurro inaudible -si no puedo hacer las cosas bien, renuncio...-.

Sus palabras salían con tanto dolor y pesar de si mismo que el sólo hecho de escucharlas y escuchar su voz tan débil lo hizo llorar más. Aquellas tibias lágrimas resbalaban de entre sus dedos recorriendo cada grieta que sus brazos aun mantenían. Sus carcajadas de dolor que golpeaban con fuerza en su pecho y garganta cada vez eran más sonoras mientras recordaba todo. Sus hijos, su pueblo, sus miedos, su debilidad.

Potencia (C.H.) 2da Dictadura Argentina [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora