¿Por qué?

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Las imágenes borrosas se esparcian por su mente, viendo siluetas pasar de un lado a otro. Les restó importancia a todo lo que vio a su alrededor excepto a sus voces. Un murmullo constante que aturdia sus oídos quedando ensordecido con un pitido constante que parecía estar dentro de su cabeza.

En esos momentos no quiso hacer nada para mejorar su situación, es más, no tenía conciencia de lo que estaba pasando. Las siluetas iban y venían, cada parpadeo parecía ser un escenario diferente en la habitación. Aquella habitación tan enceguesedoramente blanca.

El pitido seguía sonando con su agudo tono hasta desaparecer conforme el parpadeo se le hacía más irresistible, hasta cerrar los ojos nuevamente y no volver a abrirlos.

Sintió como si hubiese pasado alrededor de una hora en una oscuridad plena, donde no existía el ruido, o tan siquiera sus propios pensamientos. Solo podía describirlo como él y la nada misma. Un vacío el cual, por más aterrador que se escuchase era tan calmante, se sentía inconciente entre tanta paz, solo podía limitarse a disfrutar sin pensar en un por qué.

Escucho luego de un tiempo unos murmullos lejanos llenos de eco acompañados por el ruido de la ciudad. Comenzó a pensar de nuevo en él, en recordarse como persona y en las cosas que habían pasado, se forzaba a si mismo en recordarse cosas aún estando adormilado entre tanta oscuridad.

Quiso obligarse a despegar un ojo y mirar a su alrededor, pero solo pudo mantenerlo abierto un pequeño segundo. La luz intensa sobre su pupila intensificandose con el fuerte e inexplicable ardor que llevaba en sus ojos. Le costaba respirar luego de pasar de estar en su paraíso a la cruel y cruda realidad.

Se esforzó por levantar sus manos así posarlas sobre su rostro y frotar sus ojos, cuando noto lo frágil y débil que se sentía. Sus músculos dolian y podía sentir como se contraian al hacer la mas mínima fuerza. Movió sus piernas mas no las sintió presentes, sabía que las movía pero no era capaz de sentir a través de ellas sobre donde estaba.

Hizo un segundo intento para abrir sus ojos, abriendolos a la vez y mas despacio que con anterioridad. Parpadeo cada segundo que pasaba con estos abiertos debido al ardor que aún se mantenía sobre ellos. Frotó sus manos contra sus párpados nuevamente pudiendo ver con mayor nitidez donde se encontraba.

Paso su mano por encima de la sabana sintiendo la suavidad que esta traía con sigo llegando a apretarla mientras miraba perplejo en donde se encontraba. Tenían un olor tan particular.

Las paredes blanco cenizo junto a los únicos tres muebles en la habitación de color marrón barniz, las sábanas claras sobre el colchón abrazando su cuerpo y del mismo tono se encontraba la fina cortina de la ventana a su lado. Reconoció el marco tan particular que tenía esa entrada de luz sabiendo de inmediato en donde se encontraba.

Corrió las sábanas que estaban sobre sus piernas y se sentó al borde de la cama, sintiéndose extrañamente cansado, mientras seguía viendo atónito el lugar. Posó sus pies sobre el suelo sintiendo como el frío terminaba de despertar a sus piernas aún dormidas.

En un impulso se levantó e intento mantenerse en equilibrio agarrándose de las paredes y en ocasiones la mesita de noche. Dió solo unos pasos antes de llegar a la ventana y ver la ciudad a través de la fina cortina. Levantó su mano para abrirla y así poder ver mejor el exterior, pero se detuvo. Recordó que no podía mirar por la ventana de la Casa Rosada por peligro de muerte.

Volvió sus pasos hasta quedarse parado justo en frente de su cama y luego dirigió la mirada hacia la puerta. Debía hacer cosas buenas por su país en vez de hacer cosas únicamente para su beneficio.

En la Patagonia se encontraba Argentina, sentado en su cama lleno de vendajes en todas sus extremidades. Ya casi no podía dormir en paz gracias a el dolor de sus grietas y las heridas que el mismo se había echo hace más de una semana. Había tenido que requirir puntos de sutura en varias de ellas, pero aún así el dolor no lo hacía arrepentirse ni un poco de lo que había cometido contra si mismo. En esos momentos nunca se había detenido a pensar con claridad que es lo que supuestamente estaba pasando con él, solo dedicó sus pensamiento a una cruel frase contra si mismo "Me lo merezco". Merecía estar encerrado, merecía que jamás nadie se preocupe por él, merecía ese dolor físico, y sobre todo seguía fiel decirse que merecía todo lo que la dictadura había estado diciéndole desde el momento en que se conocieron, creyendo firmemente en que esa era la verdad que el mismo y terceros se esforzaban en ocultar. La razón de su sufrimiento era el mismo y lo merecía por más triste que se le hiciera escucharse.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2021 ⏰

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Potencia (C.H.) 2da Dictadura Argentina [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora