Capítulo 3

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¿Qué acababa de hacer?

Qué pensaría su madre si se enterase.

Qué pensaría su padre.

Se acababa de masturbar viendo a dos hombres tener sexo. Su cabeza daba vueltas, en el fondo de su corazón sabía que no era malo lo que había hecho, pero su conciencia insistía en que era pecado.

Porque le había gustado lo que había visto, le había excitado lo que había visto y no solo eso, le excitaba la idea de estar entremedio de las piernas de un hombre.

Dios santo. Se sentía como un puberto de quince años que le excitaba experimentar. El problema estaba en que él ya no era un adolescente hormonal, era un hombre de veinticinco años, desempleado y mantenido por sus padres.

Sus padres, sus profesores, su círculo social en general le habían fomentado la idea de que el ser homosexual te hacia un pecador, un degenerado, en palabras de su padre un sidoso con problemas mentales.

Los conejos de al lado habían parado su espectáculo hace ya un rato, Louis se sentía un poco más calmado.

Para Louis el sexo siempre se refirió solo a él, en palabras más simples solo importaba su propio placer nunca intento siquiera hacer cosas para complacer a las mujeres con las que se acostaba. El centro era él y solo él, ni hablar de pasar la lengua por partes que no sabían dónde estaban, mucho menos intentar cosas nuevas.

Louis era un hombre bastante clásico en cuanto al sexo, por clásico se refiere a egoísta obviamente. Porque no le acomplejaba que una mujer se arrodillara al frente de él, sin embargo, el nunca devolvía el favor. Quizás se debía a su poca experiencia en las artes amatorias, en veinticinco años de vida había estado con tres mujeres.

Aún recuerda lo bochornosa que fue su primera vez. Estaba junto a Emma en su cuarto, tras una larga sesión de besos la pelirroja se había quitado la blusa, un lindo brasier blanco sujetaba sus pechos. Los besos continuaron hasta que llegó el momento, Louis sabía lo que venía y la vergüenza corría por sus venas porque cuando bajo su bóxer no había erección alguna. Llevaban más de una hora besándose y la miseria estaba ahí como burlándose de la situación. Gracias a las habilidosas manos de su en ese entonces novia lograron el cometido.

Hasta el día de hoy lo recordaba con vergüenza, porque sabía que el problema no era Emma, el problema era él o más bien su polla. Esa hija de puta, que desde los catorce se levantaba vigorosa en los vestidores del taller de futbol cada vez que veía a alguno de sus compañeros altos y tonificados cubiertos solo por una toalla.

En ocasiones el ojiazul se preguntaba el porqué de ese tipo de cosas. 

Como, por ejemplo; el por qué no se excitaba con las mujeres de la misma forma y con la misma rapidez que lo hacía cuando veía a un chico. A medida que fue creciendo dejo de darle importancia a ese tipo de preguntas, hasta ahora.

Necesitaba hablar con Niall, porque tenía más que claro que si hablaba con Zayn le diría algo como 'te lo dije' o le recordaría las incontables veces que le dijo que dejara de engañarse a sí mismo si la respuesta era clara.

Le cancelaron en lugar donde tocaría esa noche. Decidió quedarse en casa.

Tras la cena el ojiazul se volvió a masturbar con el mismo tipo de contenido, esta vez no rezo, solamente se persigno.

Domingo, diez para las once de la mañana. Llamo a Niall para que viniera a verle. El irlandés se negó en un principio, pero luego cedió.

Tras casi media hora de espera la puerta de la entrada fue tocada, dos golpecitos lo suficientemente fuertes para ser oídos.

No homoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora