Capítulo 11

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Los rayos del sol pasaron por la gran ventana del cuarto de Jung, despertando al rubio de manera pacífica. Al abrir los ojos de asustó un poco al verse en un cuarto desconocido, pero después recordó todo lo que había pasado y se tranquilizó.

Se encontraba solo en aquella cama, y cuando se levantó sintió que piso algo grande y fuerte, y un quejido se hizo presente en aquella recámara. Había pisado Wooyoung, justo en el estómago.

—Demonios, Woo, ¿estás bi... — no pudo seguir hablando porque dio un paso en falso, enredando su pie con la sábana de la cama, haciéndolo caer sobre el pelinegro, de nuevo.

San se moría de la vergüenza en ese momento, sentía como el otro chico se retorcía en el piso para disipar el dolor que le provocó semejante golpe, así que para dejar de lastimarlo quiso levantarse, pero un fuerte abrazo impidió que se moviera, y entonces unas carcajadas se hicieron presentes en el cuarto.

—Vaya manera de comenzar la mañana, pero como es contigo no me quejo de nada.

—¿P-pero qué dices? Te acabo de caer encima y no estás molesto, ¿seguro que no te golpeé la cabeza?

—Estoy mejor que nunca, porque estás conmigo ahora.

Resignado y con un rubor intenso en su rostro, decidió no responder por dos razones: uno, no sabía que responder; dos, de seguro tartamudearía más de lo normal si hablaba en ese momento. Así que solo atinó para quedarse a un lado del pelinegro y regresarle el abrazo. Choi adoraba encontrarse de esa manera con su menor, abrazados y sin decir ninguna palabra, eran sus partes favoritas del día.

De imaginarse que tenía que dejarlo ir en cualquier momento hacia que todo su ser sufriera un dolor inimaginable.

—Iré a hacer el almuerzo, ve a tomar un baño por lo mientras —le dije Wooyoung con una sonrisa mientras se levantaba y lo dejaba solo en la habitación. De repente el ambiente volvió a ser frío y solitario.

Desanimado de nuevo, se levantó y se metió en la ducha, tenía que terminar con todo eso lo más pronto posible, porque San ya había tomado una elección anoche, y aunque su corazón le dictaba lo contrario, esta vez seguiría a su cabeza, solamente para proteger al pelinegro, aunque le costara su propia felicidad.


[...]


La mañana había pasado con tranquilidad, y Choi ya había regresado a su hogar. El pelinegro lo había acompañado después de haberle dado la excusa de "tengo que ir al trabajo en la tarde". En si no era una mentira, pero no le había contado todo.

Ahora que lo pensaba, no le había contado absolutamente nada. Ni de su problema, su decisión y mucho menos de aquellos hilos que veía todo el tiempo. Se arrepentía un poco de habérselo ocultado, pero ahora no tenía sentido contarle algo, ya nada tendría sentido después de ese día.

Tomó todas sus cosas importantes, algunas cuantas prendas y aquella Polaroid que tenía bien guardada de Wooyoung y él, metiendo todo con cuidado a la vieja maleta que tenía. Ordenó un poco la sala y dejó el equipaje al lado de la puerta, después de las diferentes visitas que haría regresaría por ella.

Su primera visita fue su trabajo, decidió que sería mejor arreglar las cosas ahí primero, así que sin más entró a la oficina principal, encontrándose con su gerente.

—Oh, San, no te esperaba hoy que es tu día libre, ¿en qué te puedo ayudar?

—Buenas tardes, Hongjoong-hyung, quería hablarle sobre algo un tanto... serio —pronunció con nerviosismo mientras se ordenaba el cabello con frecuencia.

Musubi | woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora