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Los alfas de Tigre de Bengala vivían en armonía como pequeñas manadas dentro del territorio de otras. Está especie se caracteriza por ser independiente de las demás, formando su propia cultura así como creencia. Lo que la hace tan independiente es su monogamia en cuanto a apareamiento con su especie, siendo su regla más importante y resaltante la cópula sólo con personas pertenecientes a su misma casta. Pero esto sólo ocasionó que las hembras omegas fueran codiciadas por hombres alfas corroídos por la maldad y la lujuria, creando un alto índice de secuestro, violación y asesinato de dichas omegas, llevando a la especie en cuestión a su casi extinción.

Por ello, los líderes mundiales de las manadas más grandes como Seúl, crearon un sistema de protección para las pocas comunidades de Tigres de Bengala que quedaban en el mundo, brindándoles refugio así como decretos de inmunidad para sus omegas y cachorros. YoonGi deseaba que las grandes organizaciones mundiales hubiesen tomado cartas en el asunto mucho antes.

Mucho antes de decirle adiós a su madre a la temprana edad de ocho años.

Se había visto en la obligación de ver desaparecer a varios miembros de su círculo familiar a lo largo de su infancia, hechos que sólo dejaron incontables miedos en él haciéndolo un hombre meticuloso a la hora de proteger a los suyos. Por ello, YoonGi había puesto dos alfas capaces y competentes para resguardar la vida de su incontrolable cachorro. Un pequeño muy especial que amaba con toda su alma pero que era demasiado escurridizo y aventurero.

No le alcanzarían los dedos para contar las veces que fue llamado del centro directivo del colegio para ser informado de otra fuga del niño. Y el Alfa aún no entendía el por qué. Jungkook ama estudiar, no tiene una clase favorita porque todas le gustan, practicaba diferentes deportes extremos porque era muy curioso respecto a las disciplinas, asiste a clases de pintura y canto todos los jueves, incluso sabe tocar el piano desde los cuatro años.

Pero aún YoonGi no lograba mantenerlo las ocho horas completas en su instituto escolar, no sabía si era una etapa rebelde del pequeño niño, y rogaba a la Luna que no la llevara a la adolescencia, terminaría atando un rastreador en su tobillo o llamando a la policía. Lo que se le ocurriera primero.

El sonido de su intercomunicador lo hace levantar la vista del computador y estira el brazo para responder la llamada.

—¿Si, Suran?

La voz nerviosa de su secretaria se escucha fuerte y claro.— Señor, acaban de llamar del colegio del Joven Jungkook, otra vez se ha escapado.— Suran detiene el comunicado para escuchar la maldición entre dientes de su jefe.— Dicen que sus guardaespaldas ya lo localizaron y están en camino para llevarlo a casa.

YoonGi suspiró, si Jimin no lo mataba con su rechazo, su hijo lo haría de un ataque al corazón.

—Comunícame con Félix, por favor.

—Sí señor.

El Tigre comenzó a recoger sus cosas, entre ellas su laptop personal, llaves y teléfono. Antes de salir de la oficina se detuvo a revisar si llevaba cinturón esa mañana, y afortunadamente era así.

No le gustaba reprender a su hijo, mucho menos golpearlo, ese niño era la luz de sus ojos, su vida entera, pero era la quinta vez en el mes que lo llamaban para decirle que su hijo se había fugado. Como si la escuela fuera una especie de cárcel. Ya no creía que un castigo o privativa de alguna actividad funcionara, así que recurriría a lo que se conoce como crianza terrorista. Donde tus padres y la mayoría de entes sociales apelaban a amenazas persuasivas, como: "come tu sopa o ya vas a ver". Y todos sabemos que es mejor comer que ver la promesa de una paliza realizada. En la Iglesia se conocía por la típica frase: "Arrepiéntete o irás al infierno". Y todos conocemos la historia y descripciones que el lugar tiene.

Conquering The Omega - YoonMin {OMEGAVERSE}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora