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Berlín 1933

Mi nombre es Rachel Roth , tenía dieciocho años cuando la conocí, cuando me enamoré.

Nací en Polonia, hija de padres judío-alemán, crecí los primeros años de mi vida en el campo, hasta que mi padre consiguió empleo en Berlín y a los cinco años, me mudé a la ciudad. Terminé mis estudios hasta donde creí oportuno, tenía ganas de viajar, de salir y conocer el mundo, tenía ganas de encontrar el amor y formar un familia como lo habían hecho mis padres. Para mi corta edad había tenido uno que otro amorío, hombres idiotas intentando tocarme y besarme como si la vida se les fuese en ello, pero había algo que no me cuadraba dentro de esas relaciones, yo no sentía deseo por ellos, no me sentía cómoda, poco antes de cumplir los dieciocho fue cuando conocí a Franz en la iglesia, ambos teníamos raíces judías, crecimos en casas conservadoras y por lo tanto asistimos a escuchar palabra divina. Él fue mi mentor en muchos aspectos, para empezar me hizo conocer un mundo nuevo, Franz era bastante extravagante al vestir y al hablar, también noté algo más, a él le gustaban los varones, y mientras estábamos cerca de nuestros padres o alguien cercano a la iglesia intentaba disimularlo, pero lejos de esos círculos, él se mostraba tal cual era,libre, sin filtro para hablar, a veces afeminado, y muy escandaloso. Así que un día, en medio del parque mientras "veíamos" hombres guapos en uniforme, me preguntó.

-¿has besado a una mujer?, tal vez sea lo tuyo, por alguna razón huyes de ellas.

Mi respuesta fue inmediata, lo negué, no lo había hecho nunca y es más le ofendí diciendo que eso era una aberración, pero Franz, era especial, no se enojó, al contrario, cogió un ataque de risa.

-Así que ves normal que yo bese a un hombre, pero es una aberración que tu beses a una mujer...

Tenía razón, para mi era normal ver ese tipo de relación, había acompañado a Franz a sus citas mas de una vez, lo había visto besar a sujetos de todo tipo, pero no a mujeres. ¿Qué demonios estaba mal en mí?,  lo que era peor, ¿Cómo saber si me gustaba una chica?.

Pronto comenzamos a laborar, trabajos de pocas horas de jornada, Franz, encontró empleo en un almacén de ropa, era asistente del área de diseños, usualmente hablaba de lo feliz que era usando las prendas para los modistos y diseñadores. mientras yo, comencé como empleada de mostrador en una joyería, los propietarios eran personas mayores y dejaron al frente del negocio a su joven hijo de nombre Peter. Mi horario de trabajo me hacía salir cuando ya estaba oscuro y las calles un tanto desiertas, por lo que Franz en varias ocasiones pasaba por mi y me acompañaba a casa. Así fue como Franz y Peter se conocieron.

Peter, era diferente en todo sentido, era más serio, con un cuerpo más atlético más unos curiosos rizos sobre su rubio cabello, acostumbraba a fumar cigarrillos de manera ocasional, pero siempre era muy educado, en ocasiones discutía con su padre por arreglarle citas, pero él solía guiñar un ojo a los hombres que le interesaban. Eso tenía vuelto loco a mi amigo, y aunque muchas veces Franz le coqueteaba de manera cínica, Peter, no caía en sus redes, pero tampoco huía de él, era como ver jugar a un gato con el ratón. Cuando menos lo esperamos Peter ya era parte de nosotros, éramos como los tres mosqueteros, me sentía muy feliz y tenía una extraña sensación de pertenencia cuando estábamos juntos.

¿Quién diría que esa fue el inicio de la época más feliz de mi corta vida?. A partir de esa fecha, comenzaría un torbellino de males persiguiéndonos, ellos junto a otros tres eran mi familia, y todo quedó hecho cenizas por la xenofobia de un sujeto que tuvo a mal llegar al poder.

Esta es mi historia, nuestra historia, una de las tantas que surgieron durante la guerra, la persecución y la opresión de los que "nacimos diferentes".

SacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora