Berlín 1937—¡Feliz Cumpleaños!
Todos gritamos en cuanto lo oímos entrar en la oscuridad, a la vez que Peter, encendía las luces del sótano donde nos encontrábamos y miraba incrédulo los adornos y el pastel casero que teníamos en la mesita. Estábamos todos reunidos para celebrar su cumpleaños veintiséis.
—¿Cómo...? — Se había quedado sin palabras, todos nos habíamos organizado para poder hacerle la pequeña fiesta, estábamos conscientes que era arriesgado, si hacíamos demasiado ruido podríamos traer la atención de los vecinos, ya que se supone era de noche, había toque de queda y las fiestas o el ruido era mal visto por la situación de la persecución y de la inminente guerra.
—Durante días estuvimos preparando todo y trayéndolo aquí cuando bajábamos a dejar comida para ellos. — Erich, levantó las botellas de alcohol.
—Me tocó la cena, —Giselle, hizo una leve reverencia— Seguí toda la receta de mi princesa — Se acercó a mí y dejó un tierno beso en mis labios.
—Yo hice los adornos — Adornos muy sencillos de papel y colores, gorritos de cumpleaños y una tarjeta de felicitación firmada por todos.
— Y yo hornee el pastel, no me hago responsable por el sabor— Aneliesse, levantó las manos en señal de disculpa, posterior le ofreció el cuchillo a Peter para poder partirlo, mientras Giselle y yo repartimos los vasos con las bebidas.
Él buscó con la mirada a la persona que faltaba pero no lo encontró. Persiguió mi mirada, incapaz de preguntar por él, yo sólo señalé con la mirada la habitación improvisada donde dormíamos Franz y yo.
— Ve por él, nosotros empezamos la cena, partiremos el pastel más tarde. — Erich, pasó por detrás de él y le palmeó la espalda en señal de apoyo.
— No... ustedes hicieron esto para mí... si él no quiere salir...— Peter a veces necesitaba un empujón para salir de sus dudas.
— Ve — Aneliesse, puso en sus manos una botella de vino — Hoy estamos aquí, mañana no sabemos, no desperdicies así la vida. — Pudimos haberla llamado bruja en ese momento.
— Nosotros estamos bien, hace tiempo que no estamos todos reunidos, tenemos mucho de que platicar. — Giselle, le tomó la mano derecha
—Seguro te tiene una sorpresa — Comenté, intentando convencerlo.
— Aprovecha la habitación o déjame entrar con ella, quiero darle y no consejos — Giselle le dijo en voz baja, pero lo suficientemente audible para poner coloradas mis mejillas.
— Eso... no tenía que saberlo Gi... — Fue obvia la incomodidad de Peter pero entró a la habitación.
— ¿Cantamos? — Annelise ya estaba sentada, en el suelo a falta de muebles, Erich, estaba pinchando una salchicha mientras se acomodaba en la silla con la guitarra, la idea era no pensar en lo que esos dos estarían o no estarían haciendo dentro de la habitación, algo era obvio para mí, dormiría en el suelo esa noche junto a mi reina.
Todos nos centramos en cantar un poco, éramos malos, malísimos, menos Giselle, su voz era un calmante para mi angustiada alma, me traía paz no solo su voz, también sus brazos, ella lo sabía por eso procuraba siempre tenerme abrazada, ese sótano dentro de la bóveda se volvió mi cuento de hadas.
La comida se había enfriado totalmente cuando esos salieron de la habitación, supusimos que era una victoria finalmente pues venían tomados de la mano, y en el cuello de Peter, la bufanda que días atrás Franz tejía con el hilo estambre que le había pedido a Erich conseguir.
Partir el pastel nos permitió olvidarnos de lo que sucedía arriba, abrazar a Peter y desearle un buen año, hablar sobre lo que haríamos para el cumpleaños siguiente, es decir el mío con el de Giselle que se celebraban el mismo día, escuchar a Aneliesse emocionarse mientras sus perspectivas políticas era expuestas, Erich, por supuesto opinando desde su punto de vista, y contraatacando las premisas de Anne, llegando al punto de separarlos antes de ver las botellas de licor volar sobre las cabezas.
Avanzamos la noche platicando, confesando, recordando, escuchando a un ebrio Erich hablar con pasión de sus aves y llorando por las que fallecieron el día que entraron al departamento para certificar que no escondían a judíos. Llegar a ese punto era difícil, Peter abrazó a Franz, mientras yo fui consolada por Giselle. Nuestro tierno amigo se disculpó por traer tan malos recuerdos a la fiesta, para después seguir todos hablando, riendo, bailando, Aneliesse, era una maravilla bailando, era la mejor de todos, se podía entender por qué era tan popular entre hombres y mujeres.
El reloj marcaba las cinco de la mañana cuando todos tomamos las cobijas para poder dormir, acostados en el suelo, con poco espacio entre nosotros, con aliento a alcohol y el estómago lleno de un buen pastel casero. Dentro de mi, agradecí el haber podido celebrar a mi hermano mayor, el poder estar con mi familia una vez más, pedí con toda la fe que tenía, poder salir de ese sótano pronto, quería vivir con todos en la superficie, extrañaba el sol, la lluvia, la luna, había tantas cosas que deseaba hacer con Gi, también estaba segura que los tórtolos a mi lado tenía ganas de vivir tantas cosas, tal vez no se habían hecho pareja aún, pero en ambos se veía ese deseo, así como Erich deseaba encontrar a alguien como él y Anne el hambre de triunfo, de ser reconocida por su trabajo.
Amaba a mi familia, deseaba y pedía para que siempre estuviéramos juntos.
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¡Feliz cumpleaños peque!
Abrazos. Disfruta, todo puede cambiar de un día a otro.
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Sacrifice
Tiểu thuyết Lịch sửEl amor en tiempos de los Nazis parece no ser una opción, peor si decides amar a alguien de tu género. Un crossover de N'oublie Pass