Bayern 1939
Desde pequeña fui enseñada a tratar a las personas con arrogancia, la educación no me fue negada, restringida si, pero, en un hogar con cuatro hermanos varones, el acceso a la información que me tenían prohibida era nula. Nací en cuna de oro, la última del matrimonio, amada por mi madre fallecida y consentida hasta el berrinche por mi padre, la señorita Wagner creció con un don particular: pedir y exigir lo que yo consideré siempre merecer.
Estudie en el colegio para señoritas a los quince años, mi padre deseaba que fuera una esposa ejemplar, pero fui expulsada por comportamientos lascivos dentro de la institución, a las institutrices, les causó horror encontrarme teniendo sexo, con una compañera. Mis hermanos, entregaron una fuerte suma de dinero para callar el escándalo e inscribirme en otro colegio, tras el asesinato de mi padre, pasé a ser una carga para ellos.
Cuando terminé la escuela, tenía mucha experiencia en el trato con las personas diferentes a las normas y buenas costumbres, chicos, chicas, algunos vestidos y otros tipos de pervertidos con los que solía salir a beber y a bailar, ellos, me abrieron las puertas de sus hogares cuando me fui de casa, tenía dieciocho años y un embarazo con un padre desconocido.
Viví un tiempo a las afueras de Berlín, mientras encontraba la forma de sacar lo estaba en mi interior, las mujeres de las tabernas vecinas, me ayudaron con el problema y me enseñaron algunos trucos para no volver a quedar encinta, por aquellos tiempos, conocí a quien sería mi primer amor, su nombre era Alexander Shnerberger, nos casamos a los pocos meses de conocernos, por desgracia un accidente de automóvil terminó con su existencia apenas dos meses después de nuestras nupcias y yo quedé viuda, sin hijos y con una pequeña editorial de ahora mi propiedad, sin embargo, gracias a él comencé a ser periodista en el pequeño diario local, la perspicacia con la que escribía mis artículos, me hicieron ganar una pequeña fama y fortuna, con lo que emprendí mi viaje de regreso a Berlín, bajo el nombre de Anneliese Shnerberger.
Bajo este nombre, mi suerte cambió en la ciudad, seguía frecuentando los círculos homosexuales de la ciudad, y mis relaciones con mujeres y hombres aumentaron, aunque también mi discreción. Instalé la nueva editorial, y en la búsqueda de trabajadores, llegaron dos personas las cuales se volvieron un pilar en mis nuevos primeros años en la ciudad.
Erich Weidinger y Giselle Kreuger, se volvieron amigos, cómplices y familia, cada uno con su historia y cada uno con sus gustos, hicieron de nuestro periódico el más leído, llevaba reportajes sobre política cubiertos por Giselle, otros sobre temas de hogar, Erich, cubría ese puesto y yo, sobre las historias o reportajes que tuvieran que ver con la comunidad a ala que pertenecemos, había desinformación y muchos mitos, yo me encargaba de transmitir un poco de conocimiento.
Giselle, se convirtió en mi alma gemela, pero aprendí, que no siempre tu alma gemela tiene que ser un amor romántico, ella, encontró el amor en Rachel, y yo encontré en ellas un dúo de hermanas a las que amé o amo profundamente.
Hace dos años que fui sacada de mi oficina, había logrado mantener un bajo perfil, llegó la policía de tercer Reich y fui golpeada, mi delito no fue ser lesbiana, mi delito fue escribir las atrocidades del gobierno del Fürer contra los homosexuales. hubiese preferido la muerte a vivir lo que estoy viviendo ahora.
En el primer año de mi sentencia lo pasé en una academia que me instruía a ser una buena mujer para el gobierno del tercer Reich, aprendí a cocinar, lavar, servir una mesa, aprendía a controlar armas y también hice mucho ejercicio. La policía me investigó, dieron con mi nombre de soltera y me hicieron enfrentar a mis hermanos, quienes con todo el desprecio del mundo, me pusieron a disposición de las tropas de Fürer, entonces fui traída a este burdel de quinta.
He pasado por tantas vergas que me doy asco de mi misma, he sido violada por muchos hombres, todos tan asquerosos como el anterior, todo con el propósito de dejarme preñada de sus bastardos Arios, no soy la única, en esta casa habitamos no menos de quince mujeres, todas de edad distinta, hay unas pequeñas de apenas dieciséis años que están complacidas en servir a este gobierno de mierda y hay mujeres mayores que yo que han parido a tres o cuatro bastardos de mierda y que siguen entusiasmadas por seguir pariendo porquerías. A pesar de estar aquí, no han logrado preñarme y me han costado días de encierro sin comer, pero no dejaré de pelear, Peter, me decía constantemente que si Rachel y Franz podían pelear y sobrevivir encerrados, nosotros que teníamos sangre pura, podíamos luchar hasta el fin. Creo firmemente en las palabras de todos ellos, sueño con que esta podredumbre pronto se acabe para poder abrazar a mi familia, extraño a todos, ellos son mi esperanza para salir viva de este sitio.
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Hermanita, por fin termine el capitulo que corresponde a tu cumpleaños, perdón por la mega tardanza, sabes que no fue intencional, te amo y espero lo disfrutes.
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Sacrifice
Ficción históricaEl amor en tiempos de los Nazis parece no ser una opción, peor si decides amar a alguien de tu género. Un crossover de N'oublie Pass