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¿Qué mierda debía hacer?, debía lanzarme contra aquella mujer y quitar sus asquerosas manos de Giselle, ó... acercarme a ellas y pedir una explicación como las personas decentes. Sí, eso debía hacer. Me lancé contra la desconocida, tiré de su cabello hasta dejarla en el suelo.

-¿Qué haces besando a mi novia? - Mentí, cometí un gravísimo error, me comporte como una idiota. Giselle, me hizo soltar a la mujer en el suelo, a ella le gritó que hablarían seriamente y a mi me llevó a una oficina privada.

-¿Qué demonios crees que estás haciendo?, ¿Qué haces aquí?, ¿Tienes una idea de quien atacaste?- Demonios, ella estaba muy enfadada, su blanca piel reflejaba el rojo de la ira.

-¿Quién es ella?, ¿Es tu novia?, ¡Contesta! - Le tiré la maleta en el estómago. - Fui la única que creyó que lo que pasó en tu cama significó algo. - Ella guardaba silencio, solo apretaba las manos, parecía contener el coraje para no terminar faltando el respeto, lo merecía, había actuado como una niña tonta, inmadura y celosa.

No dije más, me di la vuelta, necesitaba salir de ahí, los ojos me escocían, sentía el corazón apretado, bombeando muy rápido, las manos frías y la vergüenza extendida por mi rostro, sentí su mano en mi brazo para detenerme, pero, tiré de él. - Me voy del departamento, no pienso dormir con una mentirosa. - Salí corriendo, no recuerdo cómo fue que llegué a mi empleo, Petter, ya estaba ahí, empezaría a barrer la calle, le pedí me dejara hacerlo, y sin dejar mi bolso, tome la escoba y comencé con mis labores. Fue entonces cuando sin poder soportar ni un instante más, dejé salir todas esas lágrimas que mi primer desengaño amoroso provocó.

Pasé toda la mañana limpiando gavetas, la bóveda, cualquier sitio que me dejara en paz sin necesidad de convivir con personas, agradecí enormemente que me diera mi espacio, él era así, nunca estaría sobre uno intentando sacar información a la fuerza, fue hasta la hora de la comida que al ver la forma en que batía mis alimentos no se contuvo más y me confrontó.

—Habla,¿Qué sucedió que has pasado toda la mañana llorando? — Él era un hermano mayor muy inteligente, siempre repetía frases de aliento y apoyo.

—Yo... — No sabía cómo abordar el tema de mi sexualidad, de mi perdida batalla la noche pasada y la desilusión de esta mañana. —Son muchas cosas. — Solo contesté. y decidí cambiar mi estrategia. — ¿Estás saliendo con Franz? — Si, tenía que cambiar la dirección de la conversación.

—Nosotros no salimos, y nunca saldremos. — Fue tajante. — Lo que ha pasado entre nosotros... fue solo un error. — Su rostro serio no coincidía con su mirada entristecida.

—No lo entiendo, él te gusta, ¿cierto?, ¿por qué no hacerlo tu ... pareja? — Se notaba que no tenía experiencia en estos temas. — Tu le gustas mucho, él muere por ti.

— No se trata de solo gustarse, tener sexo y listo somos pareja, hay muchos factores, y entre ellos, es que por el momento no quiero ...

— ¿Sexo?... ¿ustedes lo hicieron? — Fui muy escandalosa e impertinente

— Si... anoche... solo pasó... — Mi amigo, se veía incómodo hablando del tema.

— Eso quiere decir ... que no necesariamente debe haber sentimientos para... ¿hacerlo?... — La nueva conclusión había terminado de romper mi pequeña esperanza.

— Fue tu primera vez, ¿cierto? —Odiaba cuando adivinaba mis pensamientos. Mi rostro se tornó carmesí, estaba avergonzada y las lágrimas volvieron a derramarse de mis ojos sin permiso.

—Ella tiene novia... — Fue lo único que dije antes de bajar la mirada al suelo.

—¡ Ay mierda!— Petter, no esperaba oír eso tampoco. Recibí un cálido abrazo, lo necesitaba demasiado.

—¿Puedo quedarme aquí?, haré un espacio para acomodarme en el cuarto de limpieza... pagaré por el alojamiento, pero no quiero dormir con ella nunca más... — Realmente estaba molesta y herida.

— Es peligroso que te quedes sola... eres una mujer, además... es peligroso. — Él, era hijo único de una acaudalada familia que habían heredado la joyería, sus padres lo habían concebido siendo bastante mayores por lo que Petter no tuvo oportunidad de tener algún hermano que heredará la Joyería y él ir a la Universidad, pero no se deprimía por eso, aprendió la profesión, se administraba bastante bien, era muy atento con los clientes, además poseía una sonrisa muy coqueta por no decir, seductora. Pero la mayor preocupación de Peter Von Aulock, era su padre: Theo Von Aulock, un hombre arrogante que coincidía con el partido Nazi Alemán, una persona despreciable que creía en la pureza de la raza Aria y que obligaba constantemente a mi dulce hermano a conocer "mujeres puras" para que le diera un nieto antes de morir.

—Por favor... —insistí, no tenía fuerza para ver a Giselle.

— Hay un sitio en esta construcción, es un sitio oculto, no está registrado en los planos y no es visible en la construcción. — Bajo la voz, casi susurrando— Te llevaré ahí cuando cerremos. —Asentí y tuvimos que cortar la conversación, una pareja entró al lugar, así que tuvimos que volver a nuestras actividades.

Casi a la hora de cerrar, él, me llevó a ese sitio, bajamos hacia la bóveda, dentro obviamente había cajas fuertes más pequeñas, llenas de joyas, diamantes, lingotes y otras cosas que eran propiedad de la tienda o de clientes que alquilaban el servicio, había también algunas prendas empeñadas por un par de Marcos, así que todo estaba siempre ordenado, y muy contabilizado.

—¿La bóveda? ... ¿Qué..?—Petter me silenció, mientras hizo girar la rosca de una mediana puerta, el sonido de apertura se escuchó y tiró de la manija para abrirla, dentro se veían unos lugares acomodados, pero él, quitó un pequeño seguro y los lingotes se movieron juntos como si fueran una puerta sobrepuesta.

—Mi familia ha tenido esta tienda por generaciones, antes, durante la guerra, hicieron este pequeño refugio para no ser atacados, no es la gran cosa y seguramente estará muy sucio, pero prefiero que duermas aquí y no arriba. La puerta se cierra por fuera, así que tendría que encerrarte y por la mañana sacarte de aquí.— Entramos al refugio, era un pequeño departamento, nos alumbramos con las lámparas que previamente llevábamos en los bolsillos, el lugar tenía luz, agua en el grifo de una pequeña cocina improvisada y en el sucio baño, pero era peor ver a ella que dormir ahí.

—Acepto, creo que tendré que limpiar toda la noche, pero podré hacer este lugar habitable. — Sonreí — Ahora está el asunto de mis maletas...

— Iré por ellas, debo hablar con Franz y terminar lo que sea que su mente piense que somos. — No se veía muy convencido, pero no podía interferir, finalmente yo también tenía mis propios asuntos. —Subamos.—Pidió.

Salimos de la pequeña habitación y regresamos a la superficie, acordamos que esperaría mientras podría relajarme un poco, él conseguiría la cena. Encendió un cigarrillo, disfruto de su calada, y se dispuso a salir. Ambos nos sorprendimos, Giselle, estaba afuera, venía con la ropa que yo le había llevado por la mañana.

—Vine a hablar contigo, debemos hablar Rachel. —Ella se veía tan hermosa en falda pero a la vez reflejaba molestia su rostro. —No me iré hasta aclarar y poner en orden esta situación.

SacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora