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—No tenemos nada que hablar, esa mujer... ¡Me usaste! — grité

— ¿Dejame hablar! — Gritó ella.

—¡Silencio las dos! — Peter, cortó aquella discusión. — Hablen dentro, estamos en la calle, ¿Tienen idea a lo que se arriesgan?— Observó fijamente a Giselle, — Tú lo sabes mejor que yo. — Ella asintió y caminó hacia la entrada de la tienda, pero fue detenida del brazo por él.— Te lo advierto, mi hermana es una niña aún y no voy a permitir que la lastimen, cuida tus palabras y tus acciones que no voy a dudar en defenderla y Franz tampoco. — La soltó, se colocó su abrigo, tiró el cigarrillo, lo piso y comenzó a caminar hacia su auto. — Les daré tiempo.

Solucionar los problemas de pareja era algo que yo desconocía, eso era algo que nunca vi a mis padres hacer, fui educada para obedecer las enseñanzas de la Torah, para no discutir las órdenes de mi padre, o del que sería mi esposo, pero, ¡con un carajo!, no estábamos hablando de un hombre y claramente esa mujer pretendía hacerme ver que esa educación que recibí tenía algunos puntos erróneos.

—Esa mujer es mi jefa de edición y mi exnovia— Ella fue clara y contundente, me dejó sin palabras, yo estaba consciente que era mayor que yo, experimentada, también tenía conocimientos más grandes que los míos, pero no estaba preparada para admitir que la mujer que me atraía ya había tenido más experiencias con otras mujeres. — Ella es ahora mi amiga, lo que viste en la oficina... fue un intento de ella por volver a estar juntas, algo que rechacé porque estoy interesada en ti.— Levantó mi rostro para limpiar las lágrimas que sin darme cuenta habían brotado de mis ojos sin consentimiento.

— ¿Por qué no le dijiste que soy tu novia? — Forme un puchero con el entrecejo junto.

—Por qué no lo somos, tú...¿ estás segura que yo te atraigo?, o solo es por la sensación que te causó ser acariciada por primera vez, incluso por la influencia de ver a Franz y Peter besarse que te sientas curiosa.— Esa mujer dejó hecho un lío mi mente, con interrogantes fuertes, era cierto, solo me había limitado a sentir con el cuerpo, no pensé realmente que quería, aunque una parte de mí gritaba claro que la quería a ella. Pareció notar mi dilema, mordió su labio inferior y suspiró — Vamos a hacer esto de la forma adecuada, comenzaremos a conocernos, tendremos citas, de esa forma descubrirás si de verdad te atraen las mujeres o solo fue ...

—No me gustan las mujeres — Le interrumpí— Me gustas tú. — ¿Hay diferencia?

— ¿Qué hay de los hombres? — Ella inclinó su cabeza curiosa.

Lo pensé, pensé en aquellos chicos con los que llegué a tener algunas citas — No realmente, salí con ellos porque así me dijeron que debía ser. — Era verdad, no sentí nada de lo que ella me hizo sentir al besarme.

Ella me explicó que desde una edad temprana se sintió atraída por sus amigas del colegio, ella no encontraba nada atractivo el cuerpo de un caballero, incluso que antes de aceptar el hecho de ser lesbiana, había intentado tener una pareja masculina, pero era como tener un amigo, nunca pudo sentir amor por él, y que fue repudiada por su familia cuando ella lo contó, que efectivamente, yo no era la primera relación de ella, pero que esperaría hasta que estuviera yo segura de mis sentimientos, ya que tal vez pudiera ser que apareciera alguien más.

No quise pelear asegurando lo que sentía, una parte de mi, decía que ella tenía razón en llevar las cosas lentas. Lo que no pudimos evitar fue abrazarnos por un largo tiempo y terminar rozando nuestros labios en algo que terminó siendo un beso bastante apasionado.

Pase la noche juntas en un modesto además de pequeña habitación de hotel que ella tenía reservada para su evento de la mañana, pero a pesar de dormir juntas, Giselle no me tocó ni provocó, en cambio cuando desperté, pude verla dormir a mi lado, esa imagen me encantaba como para verla a diario.

Me encantaría decir que todo fue perfecto para todos esa noche, pero mientras nosotras teníamos una "reconciliación" en el piso de Peter, las cosas no salieron bien...

—¡Solo admítelo! — Insistía Franz— No es un error, hacerlo con un hombre ¡no está mal!, error es obligarte a salir con mujeres cuando es claro que no te atraen. — La explicación de "fue la emoción del momento" dada por Peter no estaba funcionando. — Te he visto coquetear con otros hombres, ¿Por qué no quieres admitir quién eres?— Bajó la voz e intentó tomar las manos de aquel hombre que llevaba su quinto cigarrillo.

—No soy como tú, yo... he pasado la noche con mujeres, lo he disfrutado y creo ellas también —Mintió. —No diré que soy un desviado, lo que sucedió anoche no volverá a suceder. — Esa palabra ofendió demasiado a Franz.

—¡Eres un maldito hijo de puta! — Estalló un florero contra la pared — Está bien, no hay problema si te gustan los hombres, las mujeres, ambos, pero eso no te da derecho y no tienes que llamarme así, yo no tengo porqué ocultar lo que me gusta.

—No todos podemos ser como tú— El comentario de Peter fue bastante amargo.

—Entonces solo fui tu experimento, la puta que te saltó encima, ya entendí, ya me marcho— Franz, fue por su abrigo, y Peter detrás de él para detenerlo.

—Perdón... — El rubio no tuvo a otra palabra de consuelo para mí otro hermano.

— Ya no importa, tienes razón, yo me hice ideas equivocadas, solo yo pensé que nosotros... — Hizo que Peter le soltara el brazo. —Ahora fue el turno de Peter para interrumpir.

—Me voy a casar en un mes, mi padre eligió a mi esposa... — Eso definitivamente Franz no lo esperaba y francamente cuando me lo contó yo tampoco podía creerlo.

SacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora