-Especial de cumpleaños 3-

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Berlín 1937

Todo se había ido a la mierda, alguien había delatado a Aneliesse en su trabajo, la fueron a sacar a la fuerza del departamento para llevársela a un campo para el servicio del Führer, o al menos eso nos habían dicho a Franz y a mí. 

Había una gran incertidumbre, hace apenas unos meses celebrabamos el cumpleaños de Peter y ahora, sentía que me volvería loca sin saber de mi estrella, mi dulce Giselle.

Pasaron tres semanas sin tener noticias de ella, Peter bajó a traernos suministros, era poca comida y debíamos cuidarla, él también estaba siendo seguido por la policía, debido a que estaba relacionado con Anne. Esa tarde bajó por unas horas, me trajo una carta con aquella caligrafía que conocía perfectamente, la tomé impaciente y me metí a la habitación compartida. Franz y Peter se quedaron en la pequeña estancia, sinceramente no presté atención a lo que hicieron o dejaron de hacer.

En la carta decía lo mucho que me amaba y lo mucho que me extrañaba, hablaba sobre vernos pronto, decía cosas sobre decir adiós, hablaba de muerte, maldecía la vida misma, ya no podía ver las cosas igual, ya no quería ver los colores en la vida, porque lo que le sucedía día a día no era vida.

Doblé mis rodillas, mi llanto se quedó en silencio gracias a la almohada, tenía miedo, estaba aterrada, ¿Què serìa de ella?, ¿Qué estaba pasando?, se supone que ¡Erich debía cuidarla!. No pude soportarlo más, había algo dentro de mi interior que pedía ser abrazado, un intento de consuelo. Pegué mi rostro al suelo y aquella lengua materna afloró en una oración desesperada. rogaba por que aquel ser divino que tanto seguí de pequeña, se apiadara y te cuiadara. Rasgué mi vestido y lloré amargamente pidiendo clemencia, no para mi, para ella y si debía negar mi existencia para salvarla lo haría. Si fuera un hombre, si fuera un maldito varón, podría salir con ella sin problema, estaría casado con ella. pedí por un milagro. me quedé dormida entre lágrimas.

Pero la oración no fue escuchada, El Eterno me había dado la espalda...

El día de nuestro cumpleaños, ella y Erich entraron a la bóveda, ella tenía los ojos rojos e hinchados, Erich, traía varios golpes en el rostro. Corrí a abrazarla a besarla y ella me respondió de inmediato. Habían registrado el departamento para buscar huellas de esconder a homosexuales o judios, ya que le habían encontrado pruebas de sus amoríos con chicas a Anne, pero al parecer no corría peligro su vida, aunque no sabían con exactitud dónde estaba.

— Debemos marcharnos. — Erich, dejó caer esto como una bomba

— ¿Irse?, ¿Dónde? — Franz, fue el primero en hablar. — ¿Nos van a abandonar?

— No tienen opción, cariño. — Peter, también estaba ahí. — Sus vidas peligran, he escuchado por boca de mi padre sobre las torturas para hacerlos hablar. — Se acercó a abrazar al pequeño y delgado Franz.

— Si te vas... moriré de tristeza . — Apenas podía hablar por el nudo en mi garganta. ella me tomó de la mano y me llevó al dormitorio.

— No quiero irme, me quedaré pase lo que pase, tampoco puedo estar sin ti. — Pasó su mano por mi rostro y vi los golpes en su piel.

— ¿Quién te hizo esto? — Estaba sorprendida del intenso color del golpe.

— Eso no importa, necesito tu calor, necesito tu amor, abrázame, por favor, no soporto más esta realidad— Giselle, se perdió en mi abrazo, su llanto se volvió un mar. Comprendí que estaba alargando algo que llegaría inevitablemente para mí, pero no para ella. Giselle se podía salvar, yo estaba destinada a morir, ya fuera manos del gobierno, la tristeza me mataría o de alguna enfermedad provocada por estar en ese cuarto húmedo y sombrío. habíamos trazado nuestro futuro juntas, pero nunca planeamos uno donde la perdería..

La separé de mi pecho y fui a mi lado de la cama para sacar debajo de la almohada aquel prendedor que me había regalado un año atrás. — LLevalo contigo — Intenté contener las lágrimas y aclaré la garganta para no ser traicionada por mi sentir. coloqué la fina joya en sus manos.

— No puedo, es tuyo, yo te lo regalé... — La interrumpí.

—Hace un año, en nuestro cumpleaños y ese día es hoy, así que es mi regalo, me dijiste que me ayudaría a encontrar al amor de mi vida y así es, lo encontré y se lo doy. — El bloqueo de mi voz estaba por llegar. — Feliz cumpleaños, mi amor — me acerqué a besarla. — Cuando salga de aquí estoy segura que esa joya nos volverá a unir.

Escuché el toque en la puerta. Erich, llamaba a Giselle, saldrían esa misma noche.

—No quiero irme, sabes lo que significas para mi, me quedaré aquí abajo contigo si es necesario.— Realmente esa mujer me amaba más allá de lo que podía comprender, ¿Cómo pude ser tan idiota de considerar negarme a sentir lo que siento por ella?.

— ¿Sabes?... — La sujeté del rostro — Estoy segura que en nuestra siguiente vida, estaremos juntas, sin problema seré tu mujer, saldremos a pasear en auto, iremos a la playa, te llevaré a un santuario y nos casaremos, pero por favor, ve con Erich, vive por las dos, cumple el sueño de las dos, sobrevive y cuenta nuestra historia, una donde podamos ser nosotras contra todos, yo me llevaré tus dolores, seré el sacrificio para que limpiar tu camino. — Para ese momento, ya me costaba hablar, pero seguía suprimiendo las lágrimas. tomé su mano y la saqué de la habitación.

—Llevatela Erich, y júrame que cuidarás de ella— Mi mirada cayò de lleno en los suaves ojos de Erich.

— Daré mi vida para protegerla, ustedes también son min familia, no voy a fallarles, cuando todo esto acabe...— No encontró las palabras adecuadas.

— Encuentranos y reúne a todos en el mismo sitio — Franz, dejó esas palabras a modo de última voluntad. Parecía que él había entendido antes que yo, que no había futuro, al menos para nosotros.

Erich, y ella nos abrazaron, fue difícil romper el abrazo de todos, ninguno quería decir adiós, así que la sacaron de la bóveda arrastrando. Escuché sus gritos mientras cerraban la puerta. Me derrumbé, grité con tanto dolor. Nunca más la volvería a ver en esta vida.




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¡Feliz cumpleaños. Lu! porción doble por el cumpleaños doble


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