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Berlín 1933

El jardín de la casa de la familia Von Aulock, estaba decorado muy elegante para la ocasión.  Las flores estaban en todo su esplendor y a eso había que sumarle los hermosos lazos de cintas y telas livianas que flotaban con la brisa.  Las mesas estaban dispuesta perfectamente demostrando la riqueza de la familia con quesos, vinos, fruta, carnes frías y todo tipo de dulce de pastelería que se les pudo ocurrir.

Casi parecía una fiesta de bodas, cualquiera que fuera ajeno a la familia se habría confundido.

Algunos niños correteaban alegremente con sus trajes y vestidos, aprovechando que todavía no comenzaba el evento para divertirse un poco.  Los adultos, algunos con traje militar y algunos distintivos,  se dedicaban a intercambiar comentarios, algunos inofensivos, otros viciosos y por lo bajo, temiendo ser escuchados por la persona equivocada, algunos otros bastante mal intencionados y a viva voz, exponiendo puntos de vista controversiales, cazando a algún partidario contrario o aun aliado.

Cada vez que alguien se sumaba al grupo había un corto silencio para luego volverse un cuchicheo incesante, compartiendo todo lo que se sabía de la persona. Se hablaba sobre política, dinero, alianzas y los estatus de sangre, mientras brindaban con su costoso vino en sus delicadas copas.

En una mesa alejada de toda esa gente quisquillosa, nuestro peculiar grupo se había reunido desde temprano para evitar ser examinados de aquella manera tan molesta, tratando de no desencajar entre los asistentes y a la vez, intentando controlar a Franz, el cual insistía en entrar a la casa para ver al invitado de honor de aquella celebración.

Todos estábamos nerviosos, la fiesta era por la celebración del compromiso de Peter y la mujer que hasta el momento desconociamos. Franz y Erich, asistieron con traje, nosotras con vestidos cortos. Mi mirada no desaparecía de Giselle, se veía hermosa, además parecía acostumbrada a estos eventos, lo cual me hizo cuestionar acerca de su pasado, es decir, su niñez, su familia. Anneliesse y Erich, tomaban algunas notas para incluirlas en el periódico, habían algunos reporteros de otras editoriales, periódicos de vida social, cultural y política,  que hacían ver al periódico de ellos como revista de chismes.

—Por favor Rachel, si me quieres como un hermano, déjame ir a verlo, no se puede casar. —Franz, estaba desesperado.

— Ya hablamos de eso, Franz, no podemos dejarte ir — Respondió Giselle, a mi total falta de respuesta, me dolía verlo así.

— Si entendieras como me... — Pero enmudeció ante los aplausos que recibían la pareja recién llegada.

Peter, en un elegante traje azul, entraba del brazo con su prometida, una mujer hermosa de cabello rubio, en un vestido casi blanco parecido al de bodas, detrás de ellos, venían los padres de la chica y los padres de Peter, pudimos percatarnos que el Señor Weigel, era militar, al igual que el Señor Von Aulock,  ya que ambos portaban su uniforme y sus distintivos, tal vez ambos retirados, pero se explicaba el porqué tan rápido acordaron el compromiso.

— Simpatizantes del partido Nazi. —  Anne, fue la primera en ver aquel detalle. —  en la solapa llevan el distintivo. —  Hizo una pequeña señal con el dedo a Erich, el cual asintió, después de cerrar los ojos casi por completo para poder ver.

—  Tal vez eso explique el miedo de Peter hacia su padre. —  Se me escapó aquel comentario y recibí varias miradas cuestionantes. Empezando por Franz.

— ¿Miedo?, explicate mujer. —  Todos, guardamos silencio y tomamos una copa cuando el mesero se acercó.

— Peter... antes de conocerte,— Me giré a Franz— me pedía esconder sus salidas con algunos hombres que conocía, aunque también llegué a verlo con mujeres, él me confesó que su padre era una persona muy dura y que no debía enterarse de sus salidas con los caballeros. —levanté los hombros.

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