Capítulo 1

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Cerró la puerta a sus espaldas. Arrojó la llaves sobre la barra y soltó un suspiro fastidiado y cansado.

Saltó sobre un pie para sacarse el zapato y después hizo lo mismo con el otro.

Caminó hasta la sala mientras que en el traslado se quitaba la ropa que llevaba encima. La arrojó en el sofá y después se tumbó en él, quedando sólo en calzoncillos.

Un maullido se hizo presente.

—Hola Nora, es bueno verte —Saludó a su gato. Maulló—. Olvidé comprarte tu comida, pero puedes comer las sobras hasta mañana.

Su vivienda era un chiquero. Papeles en suelo, ropa y basura también. No
limpiaba aquél lugar desde hace meses.
Sus ventanas estaban cubiertas por periódico para que no entrara el sol. Y nunca, casi nunca, encendía las luces.

“Quién te manda” es lo que su madre seguro le hubiera dicho.
Hizo una mueca y rascó su mejilla.
Encendió la TV, para después de un rato quedarse dormido en el sofá.



El maullido de Nora le despertó.
Tenía baba sobre su brazo así que se limpió. Miró a su alrededor con los ojos somnolientos, tratando de recordar cómo fue que se había quedado dormido. Abrió sus
ojos muy grande y después los regresó a la normalidad, con el fin de climatizarlos.
Estiró sus brazos, sonando crujidos; hizo lo mismo con su espalda, girando primero a la derecha y después a la izquierda.

Al final se levantó y caminó hacía la cocina. Abrió el refrigerador y no encontró más que un pedazo de cebolla partido a la mitad.
Cerró el refrigerador.

Encendió las luces de la casa y se sorprendió al ver el desastre que era su hogar.
Casi tan desastroso como él.

Tomó una bolsa de plástico y empezó a echar ahí toda la basura. Frituras, comida echada a perder, cartas de su madre sin abrir, la boleta de calificaciones y demás cosas. Quiso meterse él también, pero no habría
quién sacara la bolsa llena de desperdicios.

ᴛᴇᴀʀs ᴛᴇᴀᴍ 〈ᴊᴊᴘ〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora