Capítulo 3

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"Había una vez"

"... Había una vez - Son historias que empiezan con esas cuatro palabras que a menudo se oyen cuando somos niños pequeños. Fábulas de indescriptible esplendor sobre caballeros que salvan princesas, gente inevitablemente enamorándose, o buscando un gran tesoro en una ciudad perdida. Es un hecho que todo terminaría felizmente. Así que, como todas y cada una de nuestras vidas es un gran relato, a menudo me pregunto: Si la primera cosa que mi madre me dijo tras dar a luz fue "Había una vez", ¿Entonces podría tener un final de un cuento de hadas también...?"


Rosé miró con precaución a través de la carretera antes de levantar el capó de su coche. La brisa de medianoche era escalofriante, provocando que ella se arrimara profundamente dentro del su delgada chaqueta. Acomodándose el cabello que había caído sobre sus ojos, la chica distraídamente escaneó el motor del vehículo. No tenía idea de porqué su auto lentamente fue descendiendo de velocidad hasta detenerse justo a punto de llegar a Gunpo, y ahora, Rosé estaba fuera tratando de encontrar alguna manera de arreglarlo. Dejando escapar un leve suspiro, se asomó fuera de la metálica pared y miró las ventanas delanteras del coche, donde vio a una adormilada Lisa. Una pequeña sonrisa correteó a través de sus labios inconscientemente mientras miraba a la chica inhalar y exhalar, al igual que un rítmico péndulo. Rosé se consoló y se fascinó por los suaves y apacibles movimientos de la respiración de Lisa.

La chica la miró por un rato antes de volver su atención al motor del coche. Rascándose la parte posterior de la cabeza, intentó encontrar el problema, pero fue en vano. Todas las partes de la maquina se veían igual y ella no estaba lo suficientemente cualificada como mecánica para detectar algo que estuviese mal. Un sentimiento de arrepentimiento revoloteó dentro de ella cuando meditó sobre su carencia a la hora de tomar decisiones cuando optó por comprar un vehículo. Pensando que podría ahorrar comprando un auto usado, había comprado el vehículo de su primo sin pensar en su condición. Ahora, llevaba tres o más horas en la carretera y ella y Lisa habían quedado sin transporte.

Roseanne cerró el capó del vehículo con una expresión de gravedad y comenzó a caminar hacia atrás y adelante. Empezó a pensar en varias cosas que podría hacer para salir de aquel lío, y claro que le podría haber pedido ayuda a Lisa, pero la chica no quería despertarla de su sueño. Luego de unos minutos de reflexión, Rosé se rindió y se dejó caer sobre el frío asfalto de la calle con la espalda apoyada contra la puerta lateral de su coche. Estaban tan cerca de Gunpo, sólo unas millas más y hubieran estado allí. Pero la vida, como siempre, le encantaba jugar con la gente; muestra la ruta del mapa donde ir, pero oculta la información de que siempre va a haber un obstáculo en el camino. ¿Alguien se ha preguntado por qué la gente siempre habla de ver la luz al final del túnel pero nunca hablan de si realmente llegaron a ella?

La castaña pensó sobre eso por un momento y otra pregunta de pronto apareció: ¿Por qué siempre, cada vez que estaba cerca de conseguir algo, nunca podía alcanzarlo?


Lalisa y Roseanne montaban una rueda de la fortuna que pasaba por alto del distante horizonte. Salpicaduras de oro refinado cubrieron el suelo, pintando todo en sepia. Por encima de ellas, una larga mano de oscuro zafiro lentamente se arrastró desde el este, corriendo muy lentamente hasta que la noche reclamó por fin el día. Rosé le había prometido a su mejor amiga que iban a ir a un parque de diversiones una vez que se sintiera mejor de su primera sesión de quimioterapia. Como siempre, Lisa era una luchadora y en dos semanas y medio ya fue capaz de ir. Con un feliz grito, Lisa levantó sus manos en el aire mientras ellas ascendían lentamente sobre la cima de la rueda de la fortuna.

Buscando ángeles [Adap. Chaelisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora