Capítulo 7

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"Extraordinario"

"Sólo el amor nos permite ver cosas normales de una manera extraordinaria" – Alejandro de Solminihac


Las nubes oscuras estaban pálidas y delgadas, colgadas tan alto como podían, se iban extendiendo por el cielo ennegrecido como telarañas en un rincón del techo. La lluvia que caía contra las ventanas del tren desdibujaba el paisaje exterior y lo convertía en una enorme mancha gris verdosa mientras que los destellos brillantes de la luz a menudo hacían erupción. El auge ondulante de un trueno resonó en los oídos de Lisa mientras se apoyaba en la ventana de cristal. Envuelta en una manta de algodón fino que Rosé le había proporcionado inmediatamente después de que había salido del baño con un nuevo conjunto de ropa, Lisa se arrimó más profundamente en su abrazo caliente mientras observaba las gotas de lluvia que se combinaban, separaban, y se arrastraban caprichosamente a los bordes del cristal. Entonces comenzó a preguntarse cuánto tiempo el agua podía luchar contra la fuerza de gravedad antes de caer desde las preñadas nubes. De hecho, pensó que las gotas de lluvia no estaban asustadas al molestarse en luchar en una batalla que ya estaba perdida.


"¿Quieres jugar un juego conmigo? ¿Quieres? ¿Quieres?" Una extasiada voz irradiaba desde el asiento frente a ella.

Lisa oyó a Rosé reír y ella misma comenzó a reírse. Observó a la chica de un bello cabello azabache que caía sobre su rostro y terminaba abruptamente por debajo de sus hombros. Seulgi, ése era su nombre. Ella y sus padres junto a otra chica que tenía su edad estaban de camino a Yeonsan por el fin de semana para participar en un festival que, aparentemente, sólo ocurría una vez al año. Lisa hizo una rápida nota mental a sí misma para preguntarle luego a su mejor amiga si podían unirse a las festividades, aunque fuera por poco tiempo.

"¡Deja de molestarlas!" Respondió Irene a las sufridas súplicas de Seulgi. Si no fuera por su tono frío de voz, Lalisa podría haber jurado que era un ángel quién hablaba.

"No, no, está bien", aseguró Rosé con una sonrisa, "Me encantaría jugar OTRO juego con ustedes. De todos modos eso hará que el tiempo pase mucho más rápido"

Juegos. Una infinita cantidad de juegos. Así había sido durante media hora y ahora, Rosé no tenía ningún momento de paz sin que Seulgi le propusiera actividades sin parar.


Lisa y Rosé entraron en el cálido refugio de las salas interiores del tren, con sus brazos firmemente aferrados a sus propios cuerpos y frotándolos frenéticamente para proporcionarse alguna forma de calor.

"Lalice, te puedes cambiar primero–"

Su mejor amiga fue interrumpida por una niña vibrante con una amplia sonrisa que parecía ser permanente. Viró bruscamente alrededor y agarró a Roseanne cómo uno lo haría con un escudo ante un golpe en la cabeza. Lisa miró a la chica de cabello azabache antes de mirar a Rosé. Las dos a la vez tenían una expresión de diversión mezclada con ligera confusión.

"¡Seulgi, dije que vuelvas aquí!" Gritó una voz, junto a unos pasos atronadores que se volvían más fuertes cada segundo.

Lisa volvió su cabeza a donde una figura asaltaba hacia ellas. Era una chica de cabello castaño, y por cómo se veía, tenía la misma edad ya que Seulgi seguía aferrándose a Rosé como si fuera su flotador y su vida dependiera de ello.

"Baechu", susurró ella con voz inocente, "¡Solo fue en la mejilla! ¡Deja de ser tan sensible!"

"Whoa, whoa", La castaña mayor respondió de pronto cuando la otra niña se encontró cara a cara con ella, aunque técnicamente no estaban cara a cara, era más como... estómago a cara. A pesar de la falta de altura, se mantuvo de pie y orgullosa, casi como un sargento.

Buscando ángeles [Adap. Chaelisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora