Capítulo 4

358 44 15
                                    

"A orilla del agua"

Las personas son como ventanas de cristal. Brillan y brillan cuando el sol está afuera, pero cuando la oscuridad se establece, su verdadera belleza se revela sólo si hay una luz desde dentro. – Elisabeth Kubler Ross


Cálidos céfiros pasaron junto a las dos niñas soplando el encaje de seda de Rosé lejos de su cara y convirtiéndolo en un remolino de espirales pequeños junto a la brisa de septiembre. Se encontraban en una redondeada colina que se dirigía al río Han. El sol estaba alto en el cielo y se reflejaba a través de la superficie del agua haciendo que el calor del día brillara como las estrellas. El olor a musgo y a suciedad se aferró en el aire, mientras que el sonido del alborotado viento y de las aves que graznaban ocasionalmente rompían el silencio frágil que las rodeaba. Rosé se quedó felizmente observando a la cometa que se cernía sobre ella - un punto rojo que manchaba el claro cielo azul celeste. Sosteniendo la cuerda que estaba unida a ella con una mano, la chica utilizó su mano libre para agarrar una bolsa llena de gominolas.

"Deja algo para mí, monstruo de los dulces" se quejó Lisa, quién se sentó junto a la chica más alta. Sus brazos se cruzaron debajo de su cabeza de modo que esto asegurara una almohada decente mientras que su cuerpo se desplomaba sobre el suave parche de hierba. Letárgicamente mirando la cometa roja por encima de ella, Lisa dejó escapar un humilde bostezo.

"Bueno, si quieres algo, saca. No te estoy deteniendo y estoy segura de que no te los estoy confiscando." Rosé simplemente respondió antes de seguirlo con una risa suave. Desgarró una gominola por la mitad con sus dientes, la masticó y tragó antes de continuar "Lalice, olvidé mi celular y prometí que iba a llamar a mi madre para decirle donde estoy."

Lalisa se irguió, sonriendo serenamente mientras miraba el objeto rojo luchando contra los violentos vientos antes de agarrar su dispositivo móvil y dárselo a Rosé.

Con los ojos fijos en el cometa, Lisa se frotó la cabeza y mientras lo hacía, una ola de autocompasión rodó por las orillas de su corazón. Las chicas normales de dieciocho prodigarían su cabello, preocupándose de asuntos triviales en cuanto a cómo peinarlo para el baile de la próxima semana, mientras que Lisa no tuvo la fortuna de sentir lo que todas las chicas de su edad sentían. Ella no podía ir a donde un estilista para que le arreglara el cabello, no podría quejarse por un mal día de cabello, no sería capaz de sentir el viento golpeando su cabello. Algunos podrían decir que tuvo suerte al no ser capaz de preocuparse por cosas tan triviales como el cabello, y eso creía ella... en su mayor parte, pero algunos días, como éste, se sentía fuera de lugar y la autocompasión se abría camino en su corazón.

Lisa esperó a que su mejor amiga hubiese terminado de hablar antes de preguntar, "¿Soy bonita?"

Roseanne le dirigió una mirada incrédula, con los labios ligeramente curvados hacia arriba, formando una sonrisa insegura. "No." Respondió simplemente.

Si Lisa no hubiese estado tan consumida por la auto-simpatía habría sabido que se trataba de una broma, pero en lugar de eso la chica asintió seriamente.


"No, tú no eres bonita, eres más que simplemente bonita. Preciosa, impresionante, magnífica, y todos los otros sinónimos que siguen después de eso. Por dentro y por fuera, eres hermosa. No todas las personas bonitas son hermosas, pero todas las personas hermosas son bonitas. Ser bonita es algo que es superficial, pero la belleza es mucho más que eso. No está en la cara, está en el corazón. Y debido a esto, se irradia hacia fuera llenando cada parte de la persona con la brillantez que hace que la gente mire con asombro. 'Bonita' es hueco, mientras que 'bella' consume y rellena. Y, Lalisa, tú tienes un 'hermoso' escrito sobre ti."

Buscando ángeles [Adap. Chaelisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora