Siempre solía decirle a mi padre que de grande quería ser cómo él. Quería ser la persona más valiente y fuerte que pudiese existir, pero desgraciadamente jamás tenemos en cuenta que la niñez es la mejor etapa de nuestras vidas. Crecer y darte cuenta de que nada es cómo lo imaginabas es un golpe que mata completamente tu imaginación.
En estos momentos estoy maldiciendo por completo el día en el que decidí convertirme en militar, maldigo el ego que mis padres me han dado y nunca detuvieron, maldigo mi manera de tener mis expectativas altas, maldigo el no poder dejarme vencer frente a mis soldados, maldigo el día que mi padre me dijo que iría a la guerra.¿Alguna vez han sentido la sangre correr por sus manos? Pero no hablo de cuándo suelen tener una cortada en el dedo, si no de una gran cantidad. Sangre que no les pertenece, sangre de un alma inocente, sangre de una persona que apenas comenzaba a vivir la vida.
Recuerdo ese día cómo si hubiese sido ayer y es que debido a eso mis noches se ven demasiado largas con el insomnio. Aún puedo escuchar a los soldados caídos gritando por ayuda, las armas de fuego sonando por todas las zonas, las bombas explotando y lazando toda la tierra, las granadas volviendo todo oscuro y esa pequeña voz; esa tierna e inocente voz. De niña solía creer que todos teníamos unos padres a quiénes amar, una familia que se reunía todos los domingos para hacer carne asada en el patio trasero; solía pensar que el mundo era un lugar tranquilo y lleno de paz.
Lo cierto es que con el tiempo te adaptas a la realidad y eso, eso es lo más real que he visto.Ver morir a mi gente nunca estuvo en mi mente y ver morir a niños era la desgracia más dolorosa que se puede mirar.
—Hoy estamos aquí reunidos para despedir con gran orgullo a aquellos hombres que murieron por nuestro país. -Él padre de Daniela era el responsable por hacer la ceremonia de despedida y a su hija sólo le quedaba escuchar y callar.- Lamentamos la perdida de cada uno de ellos, pero sabemos que ellos descansarán en paz y estaremos eternamente agradecidos por ofrecer sus servicios a nuestra nación.
La teniente se encontraba a las espaldas de su padre sin poner atención alguna en lo que él decía al micrófono. Su mirada estaba perdida, en su mente no dejaba de repetir esa escena de aquellos que pedían su ayuda y sobre todo es esa pequeña de 5 años que no pudo salvar.
—Despedimos con gran gratitud a estos soldados.
El himno de los Estados Unidos comenzó a sonar y los llantos de los familiares hicieron presencia. Niños llorando por sus padres, esposos anhelando ver una vez más a sus esposas, señoras lamentandose por sus hijos y lo que pudieron llegar a lograr de no haber ido a ese lugar de infierno. Todo se volvió un caos, todo se estaba viendo gris y Daniela no pudo soportarlo.
Al día siguen la ojimarron tenía que comenzar la rutina de nuevo. Reuniones con María José, actividades en la academia, comida con su esposa, cena con sus padres, recaudar las donaciones para el albergue que estaba por terminar y lo que más temía, tomar un arma nuevamente.
¿Quién iba a pensar que Daniela Calle tenía sentimientos? ¿Quién iba a imaginarse que se preocuparía por alguien que no fuese ella? Lo cierto es que nadie conocía ese lado suyo y muchos comenzaron a odiarla por no decir palabra alguna en la ceremonia de despedida, pero lo que ellos no sabían es que Daniela también se odiaba a si misma.
[María José. 3:15 p.m] Necesitamos hablar sobre un asunto de las becas, ¿Puedes pasar a mi oficina?
[Daniela Calle. 3:17 p.m] ¿Tiene qué ser ahora?
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Impossible Is Nothing. © »Caché.«
Fanfiction-Y usted, Teniente Coronel, ¿Dejaría a su esposa por mí? -Ella dejo de ser mi esposa en el momento que mis ojos se cruzaron con los tuyos. María José, la millonaria, dueña de una gran empresa de autos, llena de lujos, mansiones, con una gran reput...