Cap 3. La gran fiesta.

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—¿Tienes suficiente para el almuerzo?

—Tengo hasta para comparar la tienda entera, María José. No necesito más de ti, gracias.

La hermana menor de la empresaria salió de aquella mansión con el mismo humor de siempre y sin ganas de nada. Odiaba el hecho de ser mantenida por su hermana y la gran cantidad de dinero que desperdiciaba en puros viajes de negocios. Valentina necesitaba un modelo a seguir y claramente su hermana no lo era... Oh ya no más.

Extrañaba demasiado a sus padres.

—¿Has pensado en enviarla a un internado?

—No digas estupideces. -Bufo la empresaria mirando a su amiga. Tomó un sorbo de su jugo y se quedó perdida en su mente.-

María José sabía con exactitud lo que era estar en un internado y realmente no tiene buenos recuerdos de aquél tiempo. No permitirá que su hermana pasará por lo mismo.

—Yo digo que Valentina necesita un poco de mano dura. -Se encogió de hombros Mica.- Tal vez estar en...

—Tal vez si guardarás silencio por un par de minutos podría disfrutar de mi desayuno y del silencio que necesito.

—¡Qué te den! -La mejor amiga de la empresaria se levantó de la mesa y salió de aquella casa dejando escuchar pequeñas risas.-

María José se quejó en voz baja y finalmente decidió comer algo más tarde en el trabajo, por ahora solo se daría un baño y se dirigiría una hora después a la empresa.

Durante las horas de escuela Valentina la pasaba pensando en cómo sería su vida si sus padres estuviesen con vida. Extrañaba las risas de ambos padres, extrañaba abrazarlos, extrañaba escuchar su voz todos los días y ahora lo único que tenía era un silencio total cada vez que llegaba a su casa en la cuál solía pasarla sola.

La única clase que ella podría tener todo el día era la de arte. Amaba demasiado ver cómo una simple pintura dejaba reflejar el sentimiento del pintor, deslizar cada pincel y solo dejarse llevar por el momento, por la emoción, por todo lo que podría expresar.

Uno de sus más grandes sueños era ser una de las mejores en el país.

Tal vez estaba a nada de conseguirlo.

La noche había caído, la empresa dejaba lucir su belleza con todos los millonarios que llegaban, tenían un excelente ambiente y todos reían cómo si nada estuviese mal. Nadie tenía certeza de que posiblemente uno de ellos estaba al borde de la depresión, otro podría estar en la ruina total y no darse cuenta, la mujer que fingía ser tan perfecta tuvo que hacer demasiados sacrificios para llegar a encajar en la sociedad y, ¿Por qué olvidar a los hipócritas interesados?

Los ojos solo ven lo que uno desea mostrar.

—Muy buena noche a todos. -Se escucho la voz de María José por el micrófono. Todos guardaron silencio y prestaron atención a la mujer.- Sólo quería agradecerles por hacer acto de presencia aquí. Esta velada se hace con la finalidad de disfrutar con sus colegas y admirar la colección de autos que está por ser lanzada. Simplemente disfruten de la vista, gracias por su atención.

Media noche y la gente elegante seguía llegando. María José no podría creer la cantidad de personas que llenaba aquel lugar, pero lo que no tenía previsto es que ellos acudían por ella y por alguien más.

—Este lugar está a punto de explotar, Poché. -Dijó Mica al tomar un sorbo de su bebida.-

—Lo sé, no tenía idea de que vendría demasiada gente.

—Uh, ¿Y esa mujer quién es?

—¿Ah?

María José dirigió su mirada a la entrada del lugar y la vio. Jamás creyó que volvería a ver a esa mujer.
Todos la saludaban amablemente y con un gran respecto, aún no entendía por que tanto alboroto por aquella mujer.

Desgraciadamente María José no se percató de que no iba sola.

—¿La cono...

—Ya vuelvo.

Se acomodó su gran vestido negro que dejaba lucir una de sus piernas, tomo una postura firme y con una bebida en su mano se acercó amablemente a la mujer.

—¿Daniela Calle?

—¿María José?

Ambas mujeres rieron por lo tonto que había sonado eso y se saludaron con un apretón de mano.

—No creí volverla a ver, señorita, ¿Llegó bien a su casa aquella noche?

—Oh sí, gracias. Y puedes tutearme.

—Lo siento. -Sonrió la teniente.- Al parecer este evento es por causa tuya.

—Sí. Bueno, en realidad es una pequeña velada para admirar la colección que será lanzada mañana.

—¿Entonces esta empresa es tuya? -Preguntó Daniela haciéndose la interesada. La empresaria asintió y ella le quitó su bebida de las manos.- Bueno, después de todo esta noche realmente será interesante.

María José no dijo nada, sólo miro cómo la mujer tomaba de su bebida.
Ambas se miraron con gran intensidad y un deseo inexplicable, sus respiraciones cada vez era más pesadas y ninguna de las dos tenía idea alguna de lo que estaban por comenzar.

—¡Cariño! Finalmente te encuentro.

La esposa de la teniente se acercó a ella sin percatarse de la presencia de la empresaria, la tomó del rostro y la beso sin importarle quién las estuviese mirando.

La ojiverde simplemente se alejo.

Así transcurrió la noche. María José de un lado y Daniela del otro. Entré miradas y sonrisas, nada más que eso.

¿Qué se supone que tenía que sentir Daniela? ¿A caso era atracción o simplemente un deseo incontrolable? ¿Será qué estaba a punto de iniciar una guerra dentro de ella? No podía comenzar a cuestionar sus sentimientos ahora que estaba casada.

Estaba con la mujer correcta, con quién pasaría el resto de su vida y a quién le juro amor eterno.

No podía arruinarlo ahora, simplemente no debía.

—¿Bailaría conmigo señorita?

—Lo siento, estoy en compañía esta noche.

—Amor puedes aceptar. -Sonrió Daniela a su mujer.- Solo es un baile, no te preocupes.

La esposa asintió algo confundida. La teniente jamás dejaría que alguien más sacará a bailar a su mujer, pero esta noche estaba cambiando el rumbo de las cosas.

—Aún sigo averiguando en que posición te encuentras. -María José apareció a su lado con dos bebidas y le extendió una a la teniente.- ¿Eres de las qué recluta a los demás?

—Eh no. -Sonrió la ojimarron.- Soy teniente coronel. Ese es un rango mayor.

—Ya veo. -La empresaria le dio un sorbo a su bebida. Dejo que el líquido se deslizara por su garganta. Hacía demasiado calor en el lugar.- ¿Te gustaría ir a un lugar más privado?

—No suena mal, pero en realidad ya es hora de irme. Tengo algunos asuntos que resolver por la mañana en la escuela militar.

Daniela llamo a su esposa, le colocó su abrigo, la tomó de la mano y volvió su atención a María José.

—Fue muy grato haber asistido. Gracias por la invitación.

—Gracias a usted por haber asistido, teniente.

La ojiverde se despidió de la esposa, seguido de eso le extendió la mano a Daniela quién dejó un pequeño papel en la mano de la empresaria.

Te dejaré mi número privado. Llámame, me gustaría hacer algunos negocios contigo.

María José no pudo enviar sonreír, ¿Pero por qué lo hacía? Solo quería hacer negocios, solo sería eso.





Impossible Is Nothing. © »Caché.«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora