Encuentro

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Casi termina con su cara estampada contra el pupitre de no ser por el chico de enfrente, que lo sacudió del hombro

- tenemos que hacer equipo - le habló de cerca.

Con esa distancia pudo oler un ligero aroma a café tostado proveniente del omega. Olía muy bien para ser un aroma tan suave.

- lo siento - murmuro despabilándose y acomodando su escritorio junto al de enfrente.

Aunque después de algunos años aprendió a ser discreto con sus instintos, ahora le resultaba complicado controlarse y no querer olfatear más a este omega, que pese a que llevaban unos días compartiendo clases no era usual detectar su olor, parecía que usaba inhibidores, a decir verdad, la mayoría de los omegas aquí los usaban.

- controla a tu alfa - abrió los ojos sorprendido, Hal pensaba que no había sido tan cínico, pero su cuerpo estaba inclinado y su rostro casi sobre el hombro izquierdo del omega

- diablos, no era mi intención - se alejó con todo y escritorio unos centímetros, sonrojándose, no, él no se sonrojaba, solo se sintió nervioso por ser tan idiota

Entregaron el trabajo con un Excelente, era su primera buena nota, aunque el trabajo lo hizo mayormente Drake, el solo ayudo a dictar unos datos. Por ahora se consideró victorioso, ya sabía la edad: 15 años, que era un omega y que su nombre era Tim Drake, adelantado dos años por su inteligencia.

Y sin darse cuenta, había vuelto a acercarse a Drake, lo supo cuando lo vio apagar su tablet y tomar distancia discreta moviéndose unos centímetros lejos en su silla, mientras inclinaba su cabeza ligeramente hacía él para verlo bien.

Eso lo puso todo a su alrededor muy silencioso, a su alfa le agradaba lo que veía, gruño cuando Drake levanto una ceja y se fue, dejándolo ahí todo aturdido. Cuando la clase termino, Hal decidió explorar un poco más allá del área de alfas, para distraerse del pequeño omega.

Terminó por llegar hasta las pistas deportivas. Notó que no se escatimó en gastos, todo estaba de lujo. Perfecto para una carrera, ya que todos estaban en clase y obviamente él no, así que se cambió en el baño más cerca por ropa más cómoda y comenzó a trotar.

Después de 20 minutos trotando se detuvo, y se preguntó como Flash podía amar esto, no lo volvería a hacer nunca. Jamás.

Así con las manos en sus rodillas recuperando el aliento vio un borrón rojo pasar. Volteo a ambos lados, no había nadie, tocó su anillo para uniformarse de Linterna y salir detrás del rastro. No podía dejarlo ir porque su alfa saltó emocionado por la caza.

Terminó en la sección de omegas, sin rastro de nada y con el olfato abrumado por tantas hormonas.

Ninguno podría ser Flash todos estaban muy ocupados en sí mismos o conversando entre sí, pero entre los edificios vio a dos: uno rubio saliendo del baño y uno castaño saliendo de un pasillo.

-Mierda- pensó. ¿A quién seguía?, al rubio o al castaño sexy, se mordió la lengua y se recordó no sexualizar a nadie, pero eran tan sexys o tal vez era el aire a omega que despertaba a su alfa. Aunque el anillo inhibía su olor, no su capacidad para olfatear.

Desactivó su anillo y se acercó un poco más para mirarlos de cerca.

Si Batman lo metió a él a esta Academia, tal vez, existía esa pequeña posibilidad de que todos, Superman, Flash e inclusive Batman mismo estuvieran ahí metidos, como si fuera una broma. Sí era así, el mismo descubriría la verdad, Batman no ganaría este juego de las escondidas.

Comenzó su trabajo de espía.

El castaño era realmente lindo. Pero definitivo, no era su Flash. No que fuera suyo, pero no era. No tenía ese coqueteo e inocencia que emitía Flash al moverse.

No tan cercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora