Luces

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Una película y un poco de café.

Un visita al museo de arte y un café.

Una caminata por el parque de Metrópolis y un desayuno, si, con café.

Esas fueron sus primeras tres citas, no podía quejarse, tenía lo que más le gustaba, a Conner y un café.

Sonrió encogiéndose sobre sí mismo mientras trataba de calentar un poco sus manos por el excesivo frío de la inesperada nevada en Metrópolis. Entrecerró los ojos con frustración y un poco de envidia.

Conner solo llevaba una camisa negra y una chaqueta de cuero negra encima, pero parecía que aquello no le afectaba en nada.

Kryptoniano presumido.

Conner había decidido llevarlo a mirar una exhibición de luces nocturnas, algo relacionado con las estrellas. A Tim eso le sonó un poco melancólico viniendo de Conner, pero lo veía muy entusiasmado.

La noche cubría metrópolis y Conner miraba constantemente hacia el cielo, de pronto su mano izquierda recibió un calorcito.

Ellos no habían avanzado mucho.

Sí, Conner se había asegurado de clavarle el colmillo, de forma literal, pero no iban por la calle caminando y abrazados. Es más, nadie podía decir que eran algo...

Excepto los Wayne, Conner lo besaba siempre antes de dejarlo en la mansión y él terminaba ruborizado hasta las orejas y confundido, por eso prefería que los besos y caricias fueran solo en lugares privados. Aquello me recuerda al celo, debo analizar mi nivel hormonal, anotó mentalmente.

Y el calorcito en su mano izquierda, era la mano derecha de Conner que lo miró un segundo, sonrió y volvió su vista al cielo.

Después de ahí, sus manos ya no tuvieron frío.

Era viernes en la noche, así que podía darse el lujo de llegar más tarde, mañana no habría clases y definitivamente evitaría la mansión, pues con Damián castigado, mantenerse lejos era lo mejor.

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Una espada atravesó filosa la sandía, escurriendo el jugo sobre la mesa ya dañada, mientras el Mayordomo planeaba que mesa mandar a pedir de Inglaterra y miraba inexpresivo como el joven se disponía a usar su espada para terminar de rebanar en pedazos la sandía.

- es interesante su método para picar fruta, amo Damián -

Se acercó de forma cautelosa y tomó la espada de las manos sin pedir permiso ni avisar y la colocó junto a la sandía cortada perfectamente a la mitad

- debo recordarle que, por su pequeña misión de cinco días con el amo Kent ahora y por tiempo indefinido no podrá usar armas de ningún tipo -

-tks-

Damián se paró derecho y miró a Alfred con frustración, hasta soltar el aire - bien, hablaré con mi padre -

Caminó con las manos hechas puños. Sus pasos fueron tranquilos y pausados, nada parecido a la intención de asesinar que llevaba por dentro, causada por su cautividad. Tomando una respiración profunda decidió tocar una sola vez la puerta.

- pasa -

Abrió la puerta con cautela, encontrando a su padre en su despacho con su usual traje negro entre contratos y documentos de Industrias Wayne.

- Damián -

La mirada de Bruce Wayne era tranquila, aunque a cualquier ojo, podía decirse fría.

No tan cercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora