EverAfter

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Alguien lo odiaba.

Estaba seguro de aquello. Alguien muy muy grande y poderoso lo odiaba.

¿Rao? Sí, así le decían los Kryptonianos, al ser que seguro lo odiaba. Aunque tal vez no lo odiaba tanto.

Ese lugar olía totalmente a Jon. Realmente no olía a Alfa, era un olor suave y dulzón de niño... pero le gustaba y le revoloteaba el estómago. Odiaba esa sensación. Ni siquiera era un aroma fuerte ni varonil... pero había un ligero tinte del que seguro seria su aroma alfa, era un olor a vino con chocolate amargo.

-mph...- se quejó del brazo que lo abrazó y jaló hacía sí, aprisionándolo entre sus brazos. Sintió que obsesivamente era olfateado y apretado con más fuerza.

Diablos.

Jon dormía desde hace más de una hora y entre sueños lo aprisionaba, lo olfateaba y lo acurrucaba contra su pecho.

Damián odiaba aquella situación.

Después de la boda se quedó en la casa Kent, y bajo la amenazadora mirada -nohagasnadasucio- de su padre se fue a dormir con Jon. Los demás Wayne se fueron al afterparty, decía Dick subiéndose a la limusina caminó a Metrópolis.

Damián giró con dificultades entre los brazos de Jon. A pesar de que lo había amenazado de matarlo si no lo dejaba dormir, apenas cayo en el sueño, este lo había apretado entre sus brazos y con la superfuerza inconsciente de Jon le fue imposible separarse y huir.

Suspiró con pesadez y resignación. Aquella sensación de estar abrazado le gustaba y lo ponía todo, extraño. Damián podía decir que aquellas sensaciones eran de excitación, así las describían los libros sobre sexualidad, aunque para él eran nuevas, todo respecto a ese tema era nuevo.

Tal vez Tim y Dick tenían razón, debió darse tiempo de descubrir su sexualidad con más calma. Aunque... para eso estaba Jon y tenían mucho tiempo.

Respiró despacio y sonrió curvando sus labios, decidió renunciar a su lucha por separarse. Y dejó que el cuerpo más alto y delgado se abrazara a su espalda, aceptando que la noche de Kansas era más fresca de lo que esperaba, pero el calorcito del cuerpo ajeno lo ayudaba a dormir.

Estaba a punto de dormirse cuando una mano se metió debajo del pijama y se pegó a su vientre bajo. Su cuerpo se tensó pensando mil cosas, soltó el aire más tranquilo, sabiendo que era Jon-inocencia-Kent, sintiendo la mano quedarse quieta sobre su vientre, la espalda caliente y su nuca ocupada por el alfa y él, por fin, logró dormirse.

.
.

Se despertó con el calor del sol y la calidez de las sabanas sobre su piel. Estaba cansado y caliente y peor aún. Estaba solo.

El aire le faltó, se sintió mareado y confundido. Miró a su alrededor, era su habitación.

Estoy bien.

Mordió ligeramente su labio inferior apretando entre sus manos su cabeza y trató de enfocarse en sus rodillas desnudas.

¿Desnudas?

Levantó las sabanas con ansiedad y las apretó entre sus manos confundido. Tenía ropa. Sí un bóxer contaba como ropa, estaba bien.

Una punzada de dolor en la cabeza tras la pérdida del pánico, le anunció una resaca.

-mierda- susurró con dolor sobándose la sien y tratando de no ver la luz miró al suelo de su habitación. Aquello le causó pánico otra vez, sus dedos temblaron ligeramente y buscaron al dueño de la sangre en el piso.

Tragó saliva al toparse con un par de ojos azul grisáceo mirándolo, el estómago se le revolvió inmediatamente y la cruda desapareció.

-¡Conner!- saltó de la cama y se dirigió al alfa que yacía en el otro extremo de la habitación con sangre en sus ropas y boca

No tan cercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora