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Todos los días después de llegar del trabajo me debía enfrentar a lo mismo, a un Jaemin celoso y lleno de furia. Solo por el hecho, de que llegaba tarde del trabajo y no le daba la atención diaria día a día. La atención que según él era necesaria cuando tienes una pareja y más cuando llevas 7 años conociéndola y 3 oficiales como pareja. Pero para mí no era tan importante la atención, no cuando los sentimientos aún estaban en el corazón.

Yo sabía que no era fácil ser pareja de alguien y más si era un hombre, puesto que no era bien visto para la sociedad coreana, pero a los dos nos dio igual, confiamos en nosotros y en que nos íbamos a apoyar y fuimos a todo rumbo con esta relación, enfrentado todo juntos y apoyándonos cuando nuestras familias nos dieron la espalda. La misma relación que a ido empeorando con el tiempo —a pesar que recién este año comenzaron las discusiones—.

Yo conocí a Jaemin en la universidad, estaba en mi tercer año de medicina y él en su tercer año de fotografía. Eran dos carreras completamente contrarias, pero aún así terminamos juntos, especialmente en una cafetería cerca de la universidad. En donde yo, estaba esperando por un latte caramel machiatto y Jaemin por un americano con dos shots de espresso. Recuerdo que confundieron su orden con la mía, y tuvimos que intercambiar los vasos para tener los que habíamos comprado.

Ese día lo primero que me fijé en él fue su sonrisa, esa sonrisa que brillaba con toda su magnitud. La misma sonrisa que me dijo que me sentara con él para conocernos más y la misma que me continuó hablando para ser cercanos; hasta que ambos nos dimos cuenta de nuestros sentimientos y decidimos dar el primer paso, ser pareja. Yo sé lo pedí primero, lo lleve al jardín botánico especialmente al sector de los árboles de cerezo en donde él sacó fotos de todo con su cámara y yo una foto a él con mi celular, donde miraba a la nada con una sonrisa en sus labios. Entonces, yo me senté en césped y saqué un anillo con mi nombre y fecha de nacimiento incrustado en el y hablé:"Jaemin, sé que llevamos cuatro años de amistad y un sentimiento más allá de ella. Un sentimiento llamado amor... Por eso, hoy, me gustaría pedirte ser mi pareja. Continuar esta bella historia, los dos juntos contra el mundo. Por eso te pregunto: ¿te gustaría continuar esta historia a mi lado?".

Recuerdo como sus lágrimas corrieron por las mejillas y como se agacho a mi altura y tomó el anillo entre sus dedos y lo colocó en su dedo anular izquierdo, como si un anillo de matrimonio se tratase y murmurando un "sí, acepto" en el paso, a lo que solo pude responder besando sus labios con pasión y lentitud. Tomando su rostro y encerrándonos en una burbuja con olor a flores de cerezos y otras flores. Para luego separarnos y míranos a los ojos y susurrar un delicado "te amo" y apoyar nuestra frentes y mirándonos fijamente a los ojos, sonriendo como dos enamorados.

Guardó esos recuerdos y cada uno de los qué pasé a su lado en el fondo de mi mente, como si ellos fueran los mejores momentos de mi vida (y lo son), pero ahora no era así, ahora todo lo que habíamos construido se fue por la deriva, pasando del amor al odio, a la toxicidad y los celos por su parte. Yo constantemente le decía que no había nadie, que solo era trabajo lo que me hacía llegar tarde, pero él no me creía y comenzaban los gritos. Y ahora estábamos aquí, en nuestra casa, discutiendo y gritando por ver quién tenía la verdad, quien iba a ganar esta batalla que ninguno quería comenzar, pero él fue el primero en volver a gritar:

–¡¿Por qué no me dejas de una puta vez?! ¡¿Dime porque mierda seguimos con una relación que está en su límite?! –Me gritó Jaemin con lágrimas en sus ojos y un rostro rojo y lleno de rabia.

–¡Por qué te amo! –Le grité como respuesta–. ¡Por qué eres todo lo que amo y deseo en este mundo! ¡Por qué eres la persona que jamás podré dejar en mi vida, ni aunque pasen mil años! ¡La única persona que dejaría que me rompa el corazón en mil pedazos y volvería a ella, aún sabiendo lo tóxico que es!

Le dije exaltado, tratando de hacerle entender otro día más de que él era el único que deseaba en mi vida, a pesar de que no era el mismo chico de que me había enamorado. Pero él era el único que me hacía tener los pies en la tierra y no querer dejarlo todo. El único que me quitaba la melancolía cuando moría alguien en mis manos.

–Jeno . –Me llamó calmado y mirando hacia otro lado, que no era yo u otro objeto, sino, mirando a la nada–. No me digas mentiras cuando tu y yo sabemos que no somos los indicados, que no estamos hechos el uno para el otro. Que seguimos esta relación por pena...

Jaemin seguía hablando, pero su voz había dejado de ingresar por mi orejas. Me había bloqueado y solo mi mente resonaban sus palabras: "Sabemos que no somos los indicados". Sabía que eran palabras que me debía tomar a la ligera, pero no podía, me habían dañado, más que todas las palabras que me solía decir cuando discutíamos, pero ya se hacía notar esto y ya no podía hacer nada para pararlo. Nos estábamos cansando de todo, se estaba cansando de todo. Jaemin se estaba cansando de sentirse abandonado, dejado de lado, de ya no ser parte del centro de todos mis sentimientos y preocupaciones. De ya no ser mi mayor prioridad en todo el mundo.

Quizás nuestro tiempo estaba llegando al final, quizás era la hora de terminar todo tal como él lo estaba diciendo.

–Jeno... Ya no puedo vivir así, te amo, pero no puedo seguir viviendo así. Sintiendo diariamente el frío a tu lado de la cama, como te vas y no te despides de mi. Como ya no me tocas y solo me ignoras. Jeno...

Hizo una pausa, pero me digne a hablar:

–Jaemin... –Le interrumpí sabiendo cómo finalizará sus palabras. Odiaba conocerlo más que a mí mismo–. Lo siento, pero tú lo dijiste, tú no puedes vivir así y yo tampoco... –Hice otra pausa y le mire a los ojos, los cuales estaban llenos de lágrimas contenidas–. Terminamos mi amor, terminamos... Lo siento, sabes que te amo, pero no podemos seguir así.

Eso fue lo único que le dije, para luego ver cómo su cuerpo caía de rodillas y como rompía en llanto. Todo estaba ocurriendo en cámara lenta, como golpeaba el piso y me suplicaba respuestas, respuestas que no podía darle, porque ni yo sabía que era lo que había hecho, lo que había causado con tales dolorosas palabras.

Tomé mi billetera, teléfono y llaves de la casa, me giré y le miré. Como me miraba y levantaba sus brazos para que le abrazara y como me suplicaba que le despertara de tan dolorosa pesadilla en las que ambos nos habíamos hundido. Pero solo fui capaz de decir:

–Te amo, gracias por ser parte de mi vida.

Fueron las palabras que dije, para luego solo cerrar la puerta detrás de mí y comenzar a caminar lejos de la casa en donde habíamos cosechado y formado gran parte de nuestro amor, la misma casa que ahora debía dejar. Saqué mi teléfono del bolsillo y le marqué a DongHyuck, pero solo escuché como gemía y decía cosas incoherentes al otro lado de la línea.

«Quizás este con Mark» pensé, pero luego solo sonreí levemente, comenzado a caminar. Necesitaba caminar y alejarme de todo, irme lejos de este sector y de los sentimientos. Necesitaba caminar, necesitaba hacerlo si quería saber cuales eran nuestros sentimientos.

Seguí caminando y me detuve en un semáforo, y miré hacia la luna y comencé a llorar hasta que las lágrimas me cegaran y nublaran mi vista, le sonreí dolorosamente y volví a caminar, sin detenerme a ver el semáforo si es que había cambiado y tampoco a observar ambos lados de la calle como me habían enseñado cuando pequeño. Entonces lo escuché, una mezcla de sonidos. El pitido de una bocina, sonando con desesperó y alguien gritando: "¡Jeno sal de allí!". De una voz tan parecida a la de Jaemin, a lo que solo limpie mis ojos y le mire, y era él.

–Jaemin.

Fue lo último que dije con una sonrisa en mis labios, para luego que todo pasara rápidamente, sentir como mi cuerpo ya no respondía y como mis ojos se sentían más pesados.

Entre ojo le vi, como tomaba mi rostro entre sus manos y como al parecer gritaba algo. «¿Por qué grita?» Me preguntaba, pero no era capaz de hablar, ni gesticular algún movimiento. Cada vez me sentía más cansado, a lo que solo pude cerrar mis ojos. Deje de sentir sus manos en mis mejillas, de ver su rostro desesperado y lleno de lágrimas. Solo sé, que no supe más de él y de lo que había pasado esa noche. Y tampoco como llegué a este lugar lleno de flores en piso, con árboles de cerezo y con mariposas a mi alrededor.

Who;;NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora