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2 meses después...

Los recuerdos seguían siendo constantes, la visitas de mis amigos y salidas también, cada vez se me era más fácil recordar, solo iba a un lugar en donde ellos me llevaran y los recuerdos llegaban solos. También seguía escribiendo mi libro, quién relataba de forma desordenada cada una de las cosas que recordaba junto a Jaemin y cómo empezó todo esto de no recordar al chico de quien me enamoré en su tiempo.

Un mes más había pasado y yo aún no le veía, no sabía nada de él, Renjun venía semana por medio a ver cómo estaba y luego se iba, pero siempre me dejaba -escondía- galletas de chocolate y menta en la despensa o otros tipos de galletas, pero mis preferidas siempre serían las de chocolate, no solo porque eran mis favoritas, sino porque sentía que eran especiales, que marcaban un antes y un después en mi relación con Jaemin.

Ahora, estaba con una taza de café entre mis manos, parado frente a la ventana mirando como la última lluvia del año mojaba las calles de la ciudad y como la personas corrieran de un lado a otro buscando refugio. Me sentía feliz, pero a la vez melancólico. Sentía que debía recordar algo pero no sabía el qué, solo sabía que esa extraña sensación en mi interior me hacía sentir culpable y con desesperó. Sentí mi teléfono vibrar entre mis pantalones, sacándome de esa burbuja donde trataba de descifrar mis sentimientos. Saqué mi teléfono de su lugar y vi que era mi madre, y con una falsa sonrisa le contesté:

-Hola madre.

-Jeno por el amor de Dios, ¿dónde estás? ¿Recuerdas que hoy se cumplen dos años desde la muerte de tu hermano? -me preguntó molesta y yo solo pude congelarme y sentirme apenado por no poder recordar a alguien tan importante para mi.

-No, lo siento... Iré más tarde...

-Me da igual que vengas conmigo o no, solo quiero que vengas, que él al menos sienta que su hermano sigue a su lado... a pesar de que él tuvo que abandonar pronto este mundo -habló con melancolía. Podía sentir la tristeza en sus palabras, como le dolía tener que estar allí -sola, quizás - siendo fuerte, frente a la lápida de mi difunto hermano.

-Mamá... Ve a casa, descansa. Seguro que él está feliz porque estás allí... a su lado -le respondí y escuché cómo comenzaba a soltar hipidos y como luego colgó la llamada.

Terminé de tomar mi café, ahora con aquella sensación de tristeza más fuerte, di un último vistazo por la ventana y caminé lentamente a mi habitación, en donde busqué un traje negro y me lo puse, para luego peinar mis cabellos y mirarme al espejo, cerrando mis ojos, impidiendo que cualquier clase de recuerdo pasara por mi mente en esos momentos.

Salí de mi hogar, para luego caminar a una florería y pedir una docena de rosas blancas y otras celestes. Mire las flores con melancolía cuando estuvieron en mis manos, comencé a caminar entre la lluvia al cementerio, dándome igual que mi ropa se mojara, que quizás pueda coger un resfriado. Me importaba poco lo que me pudiera pasar en esos momentos, me sentía culpable, con el corazón hecho trizas.

Cuando estuve cerca del cementerio divisé a un chico de cabellos rosas, mirando el suelo con melancolía y que luego miró hacia un lado y se fue caminando. Lejos de mí y lejos del cementerio, su cabello era igual al de él, pero no pude ver su rostro y tampoco me atreví a acercarme y verificar si era él en verdad.

Solté un pesado suspiro y seguí con mi camino al cementerio, ahora, con el chico lejos de mi y de mi vista. Cuando apenas puse un pie en la entrada pedí al guardia que me dijera donde descansaba Zhong Chenle y este, gentilmente me guió. Cuando llegue vi dos ramos de rosas, pero yo solo pude sonreír con melancolía y dejé las mías donde estaban las otras y me quedé de pie frente a su lápida, mirándola, sin saber que hacer o decir. Solo mirando los tres Ramos de rosas que ahora descansaban sobre el.