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Los días pasaron y al menos yo, ya no tenía un maquina que me ayudara a respirar.

Jaemin o como sea que que llamará el chico de cabellos rosas, iba una vez al día y según las enfermeras lo hacía mayormente en la mañana, pero no me gustaba ello, yo quería verle, preguntarle por muchas cosas y unas de ellas saber cómo era nuestra relación en un inicio. Por eso, la noche anterior decidí no tomar los relajantes, sin pensar dos veces en los efectos que podrían causar en mí, después de todo en esos momentos solo quería permanecer despierto para verle.

Ahora estaba allí, en mi cama, viendo como el sol salía detrás de los árboles. Impregnando el cielo con tonalidades anaranjadas y amarillas. Para luego escuchar como se giraba el picaporte de mi habitación y cerré rápidamente los ojos, fingiendo que estaba durmiendo. Sentí como el olor a café llegó a mis fosas nasales, pero era muy fuerte ese olor, no era como el café que a mi me solía gustar. Suave y con un leve olor a caramelo.

Escuché como dejaba su mochila en el piso y como luego soltaba un pesado suspiro y se sentaba en la silla que estaba a mi lado. Sentí sus dedos acariciar mi cabello y como estos temblaban con cada mechón que era separado, y luego como su voz suave y nerviosa llenó la habitación:

-Hola amor... sé que no me recuerdas y que tampoco recuerdas la bella historia que pasamos juntos, pero debo decir que fue muy lindo e inoportuno conocerte. Por lo que comenzaré con un pequeño recuerdo, aquí hay dos cafés uno que es el que me gusta a mí y el otro es tu favorito, un latte caramel macchiato con galletas de chocolate con menta. Nosotros nos conocimos un día, en la cafetería cercana a la universidad, recuerdo que me dijiste que era una de las más decentes en el sector y yo lo confirmé cuando tome un sorbo de mi café. Ese día también confundieron nuestras órdenes y solo intercambiamos los vasos... -hizo una pausa y dejó de acariciar mi cabello, para luego acariciar mi rostro. Pero en cualquier momento iba a caer dormido. Sus caricias eran el mejor relajante del mundo-. Yo te invite a conocernos mejor y allí comenzó todo...

Luego de esas palabras, todo lo que decía se escuchaba distante, pensé que estaba durmiendo, que ahora iba a comenzar a soñar y que no me había dado tiempo para hablar con él. Pero mi mente se puso en gris y apareció el chico de cabellos rosados, borroso y con una sonrisa en su rostro mientras bebía de una taza de café. Que cuando lo dejo en la mesa pude ver que era un americano.

-Así que estudias medicina, yo soy un ser simple y ordinario a tu lado, pero busco ser el mejor fotógrafo de toda Corea y si se puede, ser el mejor fotógrafo de toda Asia. Y si pudiera, también ser el mejor novio de todos, pero tristemente nadie quiere ser mi pareja.

-De seguro que no, eres un chico lindo y con lo poco que sé de ti se me eres tierno -hable sin recordar mi voz y que podía decir cosas de ese tipo.

Vi como el chico solo bajó su cabeza y me dio una tímida sonrisa, para luego colocar sus orejas rojas y darme un leve golpe sobre la mesa.

-No me coquetees Lee.

Volví a sentir los mismos síntomas de antes, como mis pulmones colapsaban y yo sudaba, pero Jaemin fue más rápido y me colocó la mascarilla que estaba a mi lado en caso de emergencias. Abrí fuertemente mis ojos al sentir como mis pulmones volvían a recibir aire y le mire. Tenía ojeras y sus ojos se notaban cansados «¿Que estará haciendo para estar así?».

-¿Estas mejor? -Me pregunto preocupado y yo solo asentí-. Que bueno... El doctor Kim me dijo que era algo normal cuando recordarás algo, solo que la parte de quedarte sin oxígeno pasa por qué tu cuerpo está un poco débil, pero si tomas tus vitaminas y haces terapia estarás bien, también me lo dijo el doctor Kim -Finalizó nervioso y volviéndose a sentar en su silla. Alejando su vista de mi.