Jaemin especial

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No había hecho muchas cosas estos meses, solo tenía la constante preocupación de cómo estaba, de cómo estaba viviendo todo sin mí a su lado, porque, a pesar de tener que separarme de él por mi bien, me seguía preocupado. Sabía que había sido egocéntrico y egoísta alejarme de él por mi propio bienestar, pero lo entenderían cuando sepan que le persona que mas aman se les he indiferente, que sienten que los odian y no quieren verlos más. Porque eso es lo que yo sentía de él.

Había estado siempre para Jeno, a su lado, a pesar de que su cuerpo estuviera bajo un coma y tuviera miles de enfermeras cuidándolo, pero yo seguía allí, fiel a su lado y estudiando. O cuando despertó teniendo que aprender a volver a caminar y tomar sus medicamentos para el dolor. Y así fue como me gané una beca y clases adelantadas, pero todos los beneficios que me gane por él, no servían de nada, no cuando ya habían pasado dos meses lejos de él y aún no sabía si realmente estaba bien o era lo que mis amigos me decían para que me calmara y no corra a sus brazos desesperado y arrepentido de todo.

Renjun siempre me decía que estaba bien, que todo estaba yéndole bien. Además de decirme que debía dejar de preguntar por él y concéntrame en mis estudios, pero se me era aún más difícil hacerlo, porque estaba a tan solo unos meses de quitarle su lugar. Ya le había quitado el lugar de mejor estudiante de medicina y ahora podría quitarle el puesto de mejor médico de toda Seúl.

Y ahora, nuevamente, no estaba haciendo las cosas que debería hacer, sabía que Renjun y DongHyuck se iban a molestar, que me iban a dar un sermón de todos los errores de mi vida, que no me iban a poder volver a dejar solo, pero era un día especial, era un día en el que no podía dejarle sólo, debía apoyarle... O al menos solo apoyar con mi presencia desde la lejanía.

Ahora llevaba un ramo de rosas blancas en mi mano y con la otra sujetaba el gorro de mi sudadera, mientras caminaba debajo de la espesa lluvia -ignorando el hecho de que me podía pegar un resfriado-. Cabizbajo y rogando en mi mente que él o sus familiares no estuvieran allí, o me harían todo más difícil. Pero, para mí suerte, no estaba allí, no había nadie allí, solo había un solitario ramo de rosas blancas, las cuales supuse que eran de su madre o de su padre. Dejé el mío al lado y sonreí con melancolía, para luego sentarme al costado de la lápida y comenzar a llorar. A llorar sin sentido por el difunto hermano de mi ex novio. El difunto hermano del chico que no me recuerda, pero que aún así hacía que mi corazón latiera como la primera vez que le vi.

-Lamento no poder estar aquí con tu hermano Lele, pero creo que lo viste con tus propios ojos, ya no estamos juntos... Ahora solo estamos juntos en mis recuerdos y en los pocos de los suyos... Sé que te prometí jamás dejarle, que siempre estaría con él, a su lado y apoyándole en todo, pero debía dejarle, era doloroso tener que despertar cada mañana con él, distante e indiferente, tratando de ser algo que ya no era. Intentando alegrar mis días a pesar de que solo me los empeoraba, porque en mi mente solo estaba el viejo Jeno, estrellándose una y otra vez contra ese vehículo... -Hice una pausa, limpie las lágrimas y miré al cielo, mezclando mis lágrimas con las frías gotas de la lluvia y volví a hablar-. Lo siento Lele, pero se me era difícil despertar a cada mañana con el frío y la soledad abrazándome en vez de él. Tener nuevas visiones y versiones de él, sabía que debía estar allí para él, ser fuerte y ser su pilar en esta extraña etapa de nuestra relación. Pero solo me estaba guardado todo y tarde o temprano iba a explotar, y lo hice, explote. Lo hice y antes de lo esperado y lo único hice fue tomar mis cosas y me largué de allí, le dejé solo. Huí y ahora estoy viviendo como un parásito a las costillas de mi mejor amigo, que está enamorado de mi... -Reí ante lo estúpido que sonaban mis palabras en esos momentos-. Realmente me haces falta, nos haces falta -me auto corrijo-, pero no te voy a seguir amargando tu descanso con mis estúpidas palabras y lágrimas -sonreí tristemente y limpiando los restos de mis lágrimas-, gracias por escucharme, sé que te gustan las historias de amor.

Who;;NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora