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SÉ COMO LA LUNA,
y brilla incluso cuando
CUANDO ESTÉS LEJOS
De sentirte llena.

En el alféizar del amanecer, donde la luz toca a todo su poder y el horizonte logra chocar con semejante magnitud.
Dónde las olas hacen arder los escombros y la arena se hace más fina de lo normal. Como aquel a su manera de ser formal y de actitud lo hizo ilusionar.

Solía pensar, que de costumbre todo me salía mal. Que por cuestiones astrológicas, o porque la vida me creó así, me mostraba indiferente a las actividades de niños. Recuerdo. Recuerdo recuerdos profundos, algunos más tristes que otro. Sin embargo, recuerdo uno en especial que me hizo entender y encastrar el rompecabezas. Por así decirlo.

Tal recuerdo, era de una niña cuya duda expresó conmigo y no supe que respuesta darle. Ésta recién mencionada me preguntó, en aquel tiempo, porque yo era diferente a los otros niños. Me pedía un porqué. Y yo, por supuesto que no lo tenía. Le dije que me agradaba hacer cosas de niñas. Y desde ese instante, todo cambió. Mi forma de mirar las cosas, la manera en que la gente se dirigía a mí y en mi andar en la sociedad.

Un día, todo aquello cambió.
Mi vida, cambió.
Una persona lo realizó.

En realidad estaba enamorada de las mujeres, me fascinaba su textura, la forma en la que andaban y toda su delicadeza. Sus ojos, más que nada, su mirar; no solía compartir recuerdos de mi infancia, respecto, en cuanto era diferente a los otro chicos.
Anduve con mujeres, porque sus cuerpos eran arte. Todas por igual. No obstante, un día, lo divisé entre la gente. Tan distinto, tan moderno y simpático. Tan deslumbrante con esa ropa que llevaba, y su manera de mirar. Su manera tan discreta y única de verme.

Por supuesto que no me miró. Ni siquiera un poco. Ni un milisegundo del minuto observó mi cuerpo, que se encontraba ahí, parado como un idiota con la boca abierta. Babeando por tal figura de arte. En seguida me giré para retirarme. Me sentía ridículo con tan solo pensarlo.

SI FUERAS MÚSICA.
Yo bailaría.

No dejé de pensar en aquel sujeto, en toda la maldita noche. No podía sacarmelo de la cabeza. Y se reproducía aquella imágen, una y otra, y otra, y otra vez. Y me preguntaba si era así su forma tan distintiva de andar o tenía otra orientación. Es decir, me preguntaba si le gustaban los chicos, y no lo pensaba porque se vistiera de tal forma o andara de tal forma, solo, porque me inquietaba esa duda.

El verano se acercaba. Con sus radiantes formas de iluminar con todo su esplendor, y en los amaneceres que se mostrara imponente ante las montañas.

A veces, en aquellos amaneceres, me ponía a pensar cosas que no merecían ser pensadas de tal manera. No se me ocurría o no estaba seguro de lo que pensaba. No quería herir mis propios sentimientos, ni estaba dispuesto a hacerlo.

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Hola! Aquí les doy una entrega de una historia corta, parecida a La Chica De La Pulsera De Elefante.
Una historia que no deberían perderse por nada del mundo.

Ésta, en especial, cuenta como ya han visto, a un chico que como la recién dicha historia, está llendo en un camino donde los pasos son frágiles, pero con la sabiduría y el apoyo de quiénes lo rodean.

Espero que les guste!
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El Chico De Los Lunares © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora