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CON CUANTAS PERSONAS ESTAMOS,
y sin embargo,
CON QUÉ POCAS SOMOS.

El otoño estaba llegando, las hojas caían cerca de la ventana; el doctor me contó que había tenido un ataque epiléptico, y desde ese momento, sentí una presión sobre mis hombros y un fuerte ardor en mis mejillas. Después de semanas, salí y volví a mi departamento donde todo estaba hecho un desastre. Pinté, hice remodelación y traje nuevas cosas, y mientras, no dejaba de recibir mensajes de él. De El Chico Con Ojos De Cristal, y con aquellos mensajes, recibía llamadas a todas horas.

Le soplaba a la luna, y cuando menos me lo esperaba, ahí aparecía con una presencia reluciente y tan él. Con su encanto suyo, y hacer que cualquier humano se volteara para verlo, para admirarlo tal cual es.

Un día, estaba por salir, y sin prevenir, su presencia estaba allí, en la búsqueda de mi cuerpo y mis ojos. Cuyos ojos que solo se iluminan por su cuerpo celestial, sí, los míos sin dudar. Abrí la puerta, y ahí estaba, con su sonrisa celestial y sus hoyuelos sin igual. Sus ojos se fijaron a los míos, y como por obra de arte, mi reflejo audaz cerró la puerta a toda velocidad. El portazo se escuchó en todo el lugar, y tensé mi mandíbula por tal acto ridículo.

Cerré mis ojos por unos instantes, lo pensé, sin embargo, mi corazón pedía a gritos que le abriera la puerta porque anhelaba ver aquel rostro angelical. Así que, mi mano tomó el picaporte para variar, y lo giró para luego dar a paso su luz singular. Estaba tan apetecible como lo suele estar. Con su típico brillo espectacular.

Me miró con aquel rostro de súplica, como si estuviera pidiendo explicaciones por mis desapariciones.
Pasa para luego hablar, y decirme que sentía. Obviamente, lo escuché, con una paciencia incurable.

MIRAMOS LAS
mismas estrellas,
PERO VEMOS
cosas tan diferentes.

Por supuesto que sabía en lo que me estaba metiendo, es más, yo quería meterme en ese mundo de igualdad y seguridad como siempre lo quise.
En aquel mundo donde nadie te decía qué querer o si es correcto tus actos, claro está, iba a tener miradas despectivas de varias personas por mi mi gusto singular. Claro está.

Me miró a los ojos, con sus ojos tan profundos, y, durante varios minutos no dijo absolutamente una palabra. Sabía que si lo hacía, no habría manera de salir. Porque, tanto como yo, El Chico Con Ojos De Cristal sabía que yo estaba enamorado de él. Tan profundamente enamorado, que sería capaz de desaparecer por semanas tras aquellos últimos momentos en que nuestros ojos se vieron por última vez. Así, sin más, desapareció para luego dejarme en claro que debía pensar.

Me pregunté: ¿Pensar en qué?
¿Pensar en lo nuestro, en lo que tuvimos o pensar de lo que acabamos de hablar? La acción de pensar, me traía malos recuerdos, que tan solo pensar en la palabra me hacía vacilar. Yo no quería que pensara, yo quería que reaccionara, que diera el primer paso. Que fuera él, El Chico Con Ojos De Cristal, me viera y dijera: Sí.

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Hola!
Qué tal?
Cómo les va?
Han visto ya mi perfil, hay un nuevo borrador dónde dejo reseñas de libros que he leído y me han encantado. Con mi opinión, portada, reseña y el escritor. Espero que les haya gustado!

 Espero que les haya gustado!

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El Chico De Los Lunares © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora