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QUIERO SABER LO QUE PIENSAS
y conquistar todas las constelaciones
DE TU PIEL

Miré a todos lados para saber a qué estaban sus ojos mirando, y hasta que solo me percaté de que me observaba a mí. La gente seguía danzando al compás de todo y El Chico Con Ojos De Cristal se quedó estático. Sonreí, porque no podía creer que me estuviera fijando su mirar de esa forma.

Cuando elevé mis ojos hasta donde los suyos miraban, esbozó de igual manera una sonrisa que me encandiló hasta no saber dónde me encontraba. Y no sabía si estábamos conectados, si teníamos un hilo, pero nos acercamos al mismo tiempo hasta que nuestros cuerpo chocaron y nuestras manos se rozaron.

Nuestros cuerpos comenzaron a danzar en un sin fin de movimientos, que parecían haberlo sacado uno del otro, aunque la verdad era que nosotros buscábamos movimientos distintos. Nuestros pechos con una cadena en cada uno chocaban entre sí, enredándose para que nuestros labios se apegaran y dieran un rotundo sí ante la situación.

Nuestras manos subían y bajaban porque se les antojaban, y porque necesitaba tocar el cuerpo de otro ser humano. Y no cualquier cuerpo, sino el que teníamos enfrente del otro.
Nuestros pies coordinaban de una manera que no podía ser posible, hasta que una persona tropezó conmigo, haciendo que El Chico De Los Lunares cayera y El Chico Con Ojos De Cristal lo sujetara de manera tan precisa, que ni El Chico Con Ojos De Cristal lo hubiera predecido.

Sus ojos a la luz de todo y a la vez de nada. Porque parecían un huracán de estrellas y un mar picado dónde te pierdes sin saber la hora ni el día. Hasta que sus labios abrazaron a los míos y encontré el verdadero presagio, encontré la isla donde sobreviví infiernos y luego encontré la paz.

SERÍA UNA REAL PENA
no volver a tocarte otra vez.

Rebotamos y rebozamos de sentimiento. Me sentó en la cabina fotográfica, he hizo todo lo que alguna vez soñé. Con su forma tan redonda, dónde su lengua rodaba y tocaba cada parte mi cuerpo como si fuera suyo.
Y los gemidos que no se escucharon, se hicieron cenizas cuando fue subiendo la temperatura en el volcán. Su boca tan simétrica y real, que tocaba mi cuello con sus garras destrozando y armando todo a la paz.

El volcán en cualquier momento haría erupción, no obstante, eso sucedió.
Su boca atrapó todo, haciendo que nada dejara a su calor infernal y trajera los besos húmedos y abrazos hasta la eternidad.

Se me escaparon algunas lágrimas que no quería que fueran justificadas, ni vistas por El Chico Con Ojos De Cristal, sin embargo, con sus ojos majestuosos no puedes ocultar. Así que sin más, me los limpió y besó.

Dejé liberar aquellas lágrimas porque necesitaba dejarlas escapar, se las dejé a la luna y a lo que alguna vez fui para recordarme que no siempre todo sale mal. Que siempre va haber una luz.

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El Chico De Los Lunares © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora